La Verdad
Santiago Niño Becerra - Lunes, 31 de Marzo"Verdad" con mayúscula, si.
Los grandes heraldos de las noticias económicas son absolutamente insustituibles para conocer qué sucede en el mundo de los dineros (¿o es en los mundos del dinero?), pero tienen un problema fundamental: no son leíÑ‚Âdos por la gente de la calle. Ahora me dirán que las secciones de economíÑ‚Âa de los periódicos de información general tampoco son leíÑ‚Âdas, mayoritariamente, por la gente de la calle, lo que es cierto, pero tienen un nivel de aproximación al gran público que aquellos ni tienen ni tendrán.
De la llamada “crisis inmobiliaria” (¿por qué en el mundillo inmobiliario síÑ‚Â se habla de crisis sin ningún rebozo?) ya se han dicho bastantes cosas (para que se digan “todas las cosas” aún tiene que suceder una cosa más: que caigan un par de promotoras gordas, pero gordas, gordas), y lo mejor: se van recapitulando conceptos, lo que es muy útil a la hora de retomar el hilo de todas esas cosas. Uno de los mejores artíÑ‚Âculos en relación a este mundillo fue publicado en El PaíÑ‚Âs el 24 de Marzo, en su Pág. 22. Léanlo, se lo sugiero. Lo mejor del texto son las conclusiones que de él se derivan, bueno, en realidad, sólo una.
El tinglado que en torno a “los pisos” se ha montado en el reino en los últimos diez años y, sobre todo en los cinco finales, ha sido exclusivamente financiero, de hecho, los materiales de construcción, las oleadas de inmigrantes abocados a la construcción, las promociones inmobiliarias, las ventas de segunda mano, no han sido más que los vehíÑ‚Âculos para generar un montaje financiero enorme, monstruoso y que, se quiso suponer, eterno.
Absolutamente todo, TODO, estaba construido sobre la deuda, el artíÑ‚Âculo referenciado lo explica muy bien, y en esa deuda el elemento central, el ente que posibilitó ese TODO fue el conjunto de instituciones financieras. Se permitió a las promotoras que contrajesen unos volúmenes ilógicos de deudas (sobre este tema Uds. han leíÑ‚Âdo aquíÑ‚Â), y se permitió a los particulares que contrajesen unos montos de deuda absurdos (también aquíÑ‚Â han leíÑ‚Âdo sobre esto).
Para que algo asíÑ‚Â fuese posible -haya sido posible- han tenido que realizarse dos supuestos, supuestos que han sido llevados hasta sus últimas consecuencias: 1) que el precio de los activos inmobiliarios iba a continuar aumentado ad infinitum, y 2) que la tasa de ocupación española del factor trabajo (y europea también), iba a seguir siendo la misma -con alguna variación a la baja- hasta fin de los siglos.
Los dos supuestos anteriores ya se han demostrado falsos: el precio de los activos se está hundiendo y todo el mundo ve claro ahora que el desempleo va aumentar -muchíÑ‚Âsimo- en los próximos años; la pregunta es: ¿cómo es posible que hace unos años cerebros maravillosos, inteligencias preclaras, cabezas pensantes privilegiadas y expertos de reconocido prestigio, pudieran llegar a semejantes conclusiones?. Convendrán conmigo que mi pregunta es lógica, verdad: al margen de mi y de cuatro más, ¿cuánta gente hablaba hace cinco años de los peligros de la deuda en general y, en particular, de los peligros de la deuda para una economíÑ‚Âa como la española?.
Es tan incomprensible, tanto, que las opciones, tan solo imaginarlas, son horribles. O bien, cegados por la avaricia, en una orgíÑ‚Âa de pornografíÑ‚Âa financiera (legal, evidentemente) se llegó a la conclusión de que lo imposible era posible, y a los errores de concepción se añadieron los fallos de ejecución; o todo ha sido fruto de unas mentes perversas que han puesto en marcha un proceso a fin de arramblar con todo lo posible y, cuando las ubres ya estuvieran secas, endilgar a los Estados el paquete a fin de que con dinero público se resolvieran -se intentaran resolver- los muertos abandonados sobre las playas y sobre las avenidas mientras esas mentes se ofrecíÑ‚Âan a colaborar en el enterramiento de los muertos y en dar el tiro de gracia a los moribundos. Insisto en lo dicho: las dos opciones son horribles.
Pero es que lo que ha sucedido lo es. Ha sido una cadena de despropósitos en la que se ha partido de la base de que el crecimiento continuo de todo durante un número cuasi infinito de años iba a producirse. Lo que ha sucedido con el mundillo financiero-inmobiliario es un sin sentido, un despropósito, una aberración y, lo peor de todo, es que gran parte del resto de la economíÑ‚Âa está contaminado por ese despropósito a través de los infinitos links financieros que se han montado; lo peor, en definitiva, es que gran parte del resto de la economíÑ‚Âa es fruto de ese despropósito porque sin ese despropósito no existiríÑ‚Âa, es decir, gran parte del PIB no generado directamente por el montaje financiero-inmobiliario, lo ha sido de resultas del montaje financiero-inmobiliario, por lo que como este se está hundiendo, el otro va a hundirse también. Cojonudo, ¿verdad?.
Lo que tengo ganas de ver es, cuando todo este tinglado empiece a derrumbarse (de momento tan sólo están apareciendo algunas grietas) como se lo van a contar a la gente. Tengo curiosidad por oíÑ‚Âr cómo van a explicar a esa gente que estamos en una crisis económica planetaria brutal, que los “DíÑ‚Âas de vino y rosas” (Blake Edwars, 1962) -de crédito y de tarjetas- se han acabado y ya no van a volver jamás; jamás. Faltan poco menos de dos años: habrá que coger buenos sitios en la platea de la Historia: cosas como esta suceden cada muchos, muchos años.
(El tema de moda: ¿cuánto van a bajar los pisos en los próximos años?. Todo el mundo está haciendo previsiones (aunque algunos, unas horas después, se echan atrás). Yo también he hecho mis previsiones (que revisaré más adelante, ¡faltaríÑ‚Âa más!): A 31 de Diciembre del año indicado respecto al 1 de Enero de ese año: 2008: -12%, 2009: -22%/-25%, 2010: -30%/-32%; pero creo que son pura especulación. SíÑ‚Â que habrá un precio, meramente indicativo, de mercado, pero el precio a que una propiedad se venda dependerá de factores tan poco cuantitativos como la necesidad que tenga de vender quien vende. En el 2011, en el año más duro de la crisis, quien vaya con pasta en la mano (olvíÑ‚Âdense de los créditos hipotecarios: eso serán elementos arqueológicos) podrá comprar lo que quiera al precio que quiera; ya lo verán. Y los alquileres: están subiendo, continuarán subiendo: mientras haya demanda, mientras haya demanda ! que se acabará, también. Lo mismo que “las oficinas”, y los locales comerciales: en crisis, oficinas, tiendas ¿para hacer qué negocios, para vender qué?).
Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de EconomíÑ‚Âa IQS. Universidad Ramon Llull.
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