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Mujeres, madres, parejas

Santiago Niño Becerra - Lunes, 29 de Noviembre

Unos días atrás recibí un mail bastante impactante. Me lo escribió una lectora a la que no conozco. De entrada puede que les suene a una cosa, pero les sugiero que continúen leyendo: no va de eso a lo que suena de entrada.ilustración

“(...) Hay una cosa que deseo expresar y quizás un buen medio sea este e-mail. Soy mujer, universitaria, de 42 años, con master, idiomas, etc., y familia, estoy muy orgullosa de mis logros personales y pienso que tengo todo el derecho a ellos.

PERO lo que quiero decir es que en mi opinión dentro de todo el tinglado que se ha montado para lograr un mayor consumo (en el que se ha basado la economía) la gran perjudicada, la gran estafada, es la mujer, a quien se nos ha puesto a trabajar no por convicción de que tenemos derecho a ello, sino para lograr la entrada de dos sueldos en cada unidad familiar y facilitar así un mayor nivel de consumo. Al mismo tiempo, de acuerdo con los clichés imperantes, debemos ser capaces de compaginar la vida laboral con la familiar.

Puedo asegurarle por experiencia propia que ello es una tarea titánica, si no imposible (ya se sabe, quien mucho abarca poco aprieta), y personalmente me siento engañada. (...)”

Mi respuesta fue la siguiente:

“Paul Samuelson, ya sabe, Premio Nobel de Economía, dijo en los 50 que “si las cocineras USA se casasen con los ejecutivos para quienes trabajaban el PIB USA descendería a la mitad”, ¿por qué?, pues porque el trabajo del “ama de casa” no se considera PIB y porque en aquella época pocas esposas USA trabajaban.

Hasta aquí pienso que Ud. tiene razón: para que en el planeta haya podido hiperaumentar el consumo ha hecho falta que creciese la renta / la capacidad de endeudamiento familiar, y para eso la tasa de actividad femenina tenía que aumentar y hacerlo, también, la de ocupación: y así ha sido. El problema radica, quiero entender en sus palabras, en que ese aumento de la tasa de actividad femenina no se haya producido por convicción sino por necesidad.

Todo en esta vida implica renunciar a algo para obtener otra cosa. La mujer, para desarrollarse profesionalmente, a lo primero que tiene que renunciar es a una vida de “ama de casa”, a lo segundo es a hacer de “mamá”, a lo tercero es a “quejarse”, y lo que debe hacer es trabajar un 130% más y mejor que el hombre que más y mejor trabaje de su entorno, aceptando percibir una remuneración un 20% inferior. Y, si: además debe ser buena madre, amante pareja y esforzada trabajadora doméstica. ¿Por qué?, pues porque la sociedad ha funcionado así durante siglos; es una putada para la mujer, pero la mujer ha podido -podría- hacer algo que no ha hecho ni hace: hacer un corte de mangas a esa sociedad, lo que sucede es que debido a su herencia de pasado aún no se atreve.

Lo pienso sinceramente: la crisis va a ayudar mucho a eso: al corte de mangas: cuando lo único correcto sea hacer lo que debe hacerse como debe hacerse, el género no tendrá ninguna importancia, pero las renuncias continuarán existiendo: ¿ser directora de proyectos o ser madre? (las dos cosas, imposible); ¿ser director de sistemas o estar sentado en el sofá jugando con los niños? (las dos cosas, imposible); piense Ud. misma en ejemplos.

(Para su información: desde hace años la nota media de mis alumnas es superior a la de mis alumnos; algo indica eso, ¿no?)”.

Luego, cuando hube remitido el mail a mi lectora, me pregunté, ¿cuánto PIB que se contabilice como tal generará la mujer?, ¿cuánto PIB que no es contabilizado genera una mujer?. Hace años, una consultora británica calculó el valor económico que producía una house wife, y llegó a la conclusión que eran más de 1.000 pounds.

Por otra parte, todos los estudios que se han elaborado al respecto muestran que, a igualdad de conocimientos y en puestos de trabajo equivalentes, una mujer percibe una remuneración entre un 20% y un 25% menor que un hombre; una explicación que se da a eso es que la productividad real de la mujer (media) es menor que la del hombre (medio) equivalente porque ocupa parte de su tiempo en tareas no profesionales, como llevar a su hijo al médico cuando este se halla enfermo.

Bien, imaginemos que debido a una variación en la inclinación del eje terrestre (por decir algo), la mujer, como colectivo, decide dedicarse a su vida profesional y dejar a un lado cosas como, también por ejemplo, eso que se denomina “el instinto maternal” y se pone a competir, de verdad, con el hombre, ¿se imaginan qué sucedería?. Se lo digo yo: una mujer cualificada y motivada es profesionalmente imparable, créanme: lo es.

¿El futuro?, pienso que en gran medida es de la mujer. Como colectivo, de nuevo, le falta resolver un par de cosas, y la tecnología, según dicen, está a punto de resolvérselas. A partir de aquí ... (Sugerencia: si trabajan codo con codo con mujeres procuren llevarse bien con ellas).

(¡Hay que calmar a los mercados!. ¡Los mercados deben darse cuenta de que estamos bien!. ¿Son conscientes quienes critican a los mercados que fueron estos los que hicieron posible el “España va bien”, de que fueron los mercados quienes hicieron posible que se materializasen nuestros sueños?. Sin los mercados el maravilloso crecimiento que hemos tenido hubiese sido nimio, y ahora esos mercados han venido a por lo suyo.

Los mercados quieren transparencia: quieren saber más, conocer como están las cosas, como son, para saber a qué atenerse; también quieren reformas: asegurarse de que va a haber pasta para cobrar.

Y España va a ser más transparente, y su Gobierno -este, otro que venga: cualquiera- va a hacer las reformas que sean necesarias. El mensaje es claro: “Somos buenos chicos”, pero da lo mismo: con España se puede ganar dinero porque tiene un porrón de deuda total, porque la mayor transparencia no va a hacer que aumente el valor de los activos que tienen las entidades financieras, y porque no va a reducirse ni la morosidad actual ni la impagadosidad futura).

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.