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España: estudiantes endeudados hasta las cejas
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    <strong>Artículo publicado en <a href="http://www.lacartadelbolsa.com">La Carta de la Bolsa</a> el Martes, 14 de Mayo en la sección: Articulos</strong>
    <h3 class="titulo_articulo">España: estudiantes endeudados hasta las cejas</h3>
    Redacción
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	Ha llegado la hora para aquellos estudiantes que accedimos al <strong>Préstamo Renta Universidad</strong> durante el <strong>curso 2010/2011</strong>, aquel préstamo sin necesidad aval y de bajos intereses que el ICO condecía para estudiar un máster.  Este mes terminan los dos años de carencia… y los ilusos que accedimos al préstamo ese curso debemos empezar a devolverlo. Por narices. Da igual que no tengamos trabajo ni  dinero para comer.</p>
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	La música sonaba muy bien. Claro, se presupone que si te prestan dinero para estudiar un master, en poco tiempo encontrarás un trabajo para poder devolverlo. Pero no les voy a mentir: sabía lo que firmaba. <strong>Sabía que no era el chollo de años anteriores.</strong> Sabía que se había acabado eso de olvidarse de la deuda si (con suerte) la renta era inferior a los 22.000 euros anuales. Sabía que en 2013 debía empezar a pagar, sí o sí. Sin embargo, tenía un trabajo más o menos decente y había buena expectativas.</p>
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	Pero aquí estamos. Ha llegado mayo de 2013 y soy un ex estudiante sin empleo y endeudado hasta las cejas.  Llevo casi dos años en paro. He invertido demasiado tiempo en trabajar gratis y no he cotizado lo suficiente como para recibir ninguna ayuda. <strong>Tengo 30 euros en mi cuenta corriente y algunos céntimos en mi bolsillo</strong>. Duermo de sofá en sofá y rezo para que ninguno de mis amigos termine mandándome al carajo por abusar de su caridad. <strong>Y por supuesto, le debo unos cuantos miles de euros a nuestro sacrosanto ICO. </strong>Por supuesto, el ICO se niega a ofrecer ninguna solución.</p>
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	Ya he pasado por todos los estados: <strong>negación, rabia, culpabilidad y aceptación.</strong></p>
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	<strong><u>Empecé con la estrategia de ignorar el problema</u></strong>, mientras se acercaba el momento de convertirme en ex estudiante endeudado. Daba igual que la agencia de comunicación donde trabajaba acabara de quebrar (entre otras cosas, uno de sus clientes, el ICO, decidió recortar en publicidad). ¡Seguro que un tipo listo como yo podía encontrar otro trabajo! Tengo iniciativa, tengo creatividad… y ¡tengo un master! Hace unos meses, cuando mi nivel de acojonamiento alcanzaba límites insospechados, decidí dar la cara y comunicar al ICO que me iba a ser imposible empezar a devolver el préstamo. <strong><em>“Que te lo pague tu familia”</em> me dijo el señor ICO. ¿Y si mi familia no puede o no quiere? ¿Debería vender un riñón? ¿Robar un banco? </strong>Porque aquello de encontrar un trabajo legal en la España de los 6.200.000 parados está bastante complicado, por si no se habían dado cuenta. Sobre todo si eres joven y rondas los 30.</p>
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	<strong><u>Así llegué al momento de rabia</u></strong>. Rabia ante el ICO, que permanece inflexible, a pesar de tratarse de un préstamo estudiantil, de tratarse de una entidad estatal y de vender muy bien el Préstamo Renta Universidad sobre el papel con frases como <em>“fomentar el incremento del nivel de educación de los ciudadanos como uno de los requisitos imprescindibles para un desarrollo económico sostenible”.</em> Rabia ante <strong>aquellos políticos de 2011, supuestamente socialistas, a los que se les llenó la boca de “becas”, “ayudas a la educación” y “apoyo a la formación”, </strong>mientras recortaban y endurecían las condiciones como si los estudiantes fuésemos a ser millonarios por estudiar otro maldito máster. Rabia ante estos políticos de 2013, supuestamente populares, que apelan a la herencia recibida mientras desayunan con una tasa de paro juvenil del 57%, conceden ruedas de prensa en una televisión de plasma y se pasan sobres con dinero negro por debajo de la mesa. Los mismos políticos que nos hicieron creer que éramos ricos, que nos dijeron que los pisos estaban caros porque los españoles podían comprarlos, que nos dijeron aquello de la Champions League de la economía mundial… y que ahora nos castigan por haber vivido <em>por encima de nuestras posibilidades</em>.</p>
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	<strong>Rabia ante los medios de comunicación que nos bombardearon con el mensaje de que <em>en tiempos de crisis la solución es seguir formándose y especializarse</em></strong><em>. </em><strong>Ahora nos dicen que emigremos a Alemania. </strong>Al parecer, son bienvenidos los trabajadores cualificados. Pero no todos los trabajadores cualificados hemos estudiado Ingeniería, Medicina o Enfermería.</p>
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	Rabia ante esta sociedad donde trabajan los abuelos mientras los jóvenes nos morimos de asco en la cola del paro. Rabia ante esta sociedad donde cada uno va a lo suyo. Rabia ante esta sociedad envidiosa que lapida el talento y ensalza la corrupción.</p>
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	<strong><u>Tardé un poco más en llegar hasta la fase de culpabilidad</u></strong>. ¿Quién carajo me mandó a mí pedir aquel préstamo? ¿Cómo fui tan estúpido como para pensar que iba a ser de los pocos jóvenes afortunados en tener un trabajo? En 2011 me acababan de denegar la beca. En abril, un par de meses antes de finalizar el curso, decidí acceder al Préstamo Renta Universidad y seguir adelante. <strong>¿Por qué no decidí dar aquel curso por perdido y abandonar el máster? </strong>¿Cómo no me di cuenta de que tenía todas las papeletas para convertirme en futuro moroso?</p>
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	<strong><u>Ahora estoy en la fase de aceptación</u></strong>. Acepto que estoy endeudado hasta las cejas. Acepto que no voy a poder pagar mi deuda con el ICO. Acepto que la única solución que me darán es refinanciar mi deuda con otro préstamo, cuyos intereses serán mucho más elevados. Acepto que tampoco podré pagar dicha deuda. Acepto que pasará el tiempo se duplicará con unas maravillosas tasas judiciales. <strong>Acepto que, si tengo suerte, soy el futuro propietario de una nómina embargada. </strong>Acepto que mi futuro es negro. Acepto que si algún día consigo un trabajo, jamás será un trabajo decente. <strong>Acepto que si tengo la suerte de no acabar durmiendo debajo de un puente, jamás me jubilaré.</strong> Acepto que tengo todas las papeletas de acabar durmiendo debajo de ese maldito puente.</p>
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	<strong>Acepto que soy joven… y que esto es España.</strong></p>
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	David Andrés Martín</p>
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	<em>Periodista </em></p>
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