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Esta es la verdadera amenaza del escándalo de corrupción política

Viernes, 08 de Febrero de 2013 Carlos Montero

Los inversores, preocupados por la estabilidad política de España, han vendido recientemente la deuda española elevando los costos de endeudamiento después de la erupción la semana pasada de un escándalo que involucra a la cúpula del partido en el gobierno.

Hasta ahora, la firmeza del gobierno había sido una de las pocas ventajas que tenía España frente a Italia, otro de los países de la eurozona en problemas y que ha sido testigo de casi tantas elecciones como las Navidades en los últimos decenios.

En realidad, las probabilidades de que el escándalo actual provoque un colapso del Partido Popular son realmente escasas. Pero los inversores tienen razones para preocuparse, ya que la estabilidad política implica algo más que la supervivencia del Gobierno de un país -  también requiere de la confianza del electorado en las instituciones que gobiernan. Las acusaciones de corrupción al más alto nivel están corroyendo la confianza en España, dice Megan Green en un artículo en Bloomberg.

"Según la última encuesta de opinión de la agencia Metroscopia, el PP y el PSOE estarían prácticamente empatados en intención de voto, apoyado cada uno por algo menos del 25 por ciento de los encuestados, y Rubalcaba es menos popular que Rajoy. Lo que es más, sólo el 21 por ciento del electorado quiere nuevas elecciones, por lo que los socialistas podrían ser castigados en las urnas si trataran de forzarlas.

Otro potencial catalizador de un colapso del Gobierno podría ser externo, como fue el caso de Italia en agosto de 2011, cuando el Banco Central Europeo efectivamente tiró del enchufe del entonces primer ministro, Silvio Berlusconi. Lo mismo podría ocurrir en España si los rendimientos de los bonos suben lo suficientemente como para obligar al BCE a intervenir y comprar bonos y el presidente del BCE, Mario Draghi decide que Rajoy y su Gobierno tienen que irse antes del inicio del apoyo financiero. Pero esos son unos "síes" muy grandes. El resultado más probable sería una serie de dimisiones y nuevos nombramientos con la administración Rajoy limpiando la casa.

Dicho esto, es probable que el escándalo aumente la resistencia de los votantes a las reformas impopulares que Rajoy trata de introducir. Con el segundo nivel más alto de la zona euro de desempleo - un 26 por ciento en el cuarto trimestre de 2012 - España ha sido uno de los países más afectados por esta crisis. Tratar de embarcar al  electorado en dolorosas reformas del mercado laboral y más recortes de salarios y pensiones, será incluso más difícil de vender a unos ciudadanos que han perdido la confianza.

Aunque el escándalo Rajoy no conlleve la caída del gobierno, es profundamente dañino. Clavará otro clavo en el ataúd de la confianza pública en los líderes políticos y las instituciones españolas. La confianza ya era escasa tras los escándalos que implicaron a Bárcenas, al magistrado Carlos Dívar y al yerno del rey Juan Carlos, Iñaki Urdangarín.

Según la encuesta de Metroscopia, el 76 por ciento de los españoles no cree los desmentidos del Partido Popular. Aún más contundente, el 58 por ciento de los simpatizantes del partido cree que está mintiendo. Todos los empresarios españoles con los que hablé sobre el último escándalo esperan que la situación empeore antes de mejorar. Su suposición es que hay más esqueletos en el armario del gobierno, indicando la poca confianza que tienen en sus líderes.

A medida que se erosiona la confianza en el Gobierno del país, también lo hace el funcionamiento de sus instituciones. Si se permite que sigan empeorando, estos fallos podrían provocar la inestabilidad del entorno operativo empresarial del país, haciéndolo poco atractivo para los inversores, que comenzarán a preocuparse por los cambios bruscos en la regulación, la corrupción e incluso la seguridad.

Cualquier pérdida de confianza sería un grave problema para un país como España, que depende en gran medida del capital extranjero y de inversión para financiar su déficit por cuenta corriente. España tiene una carga de deuda externa muy alta, probablemente más del 150 por ciento del producto interior bruto en 2012. Si los inversores extranjeros perciben que el país ya no es un lugar atractivo para hacer negocios y retiran su capital, provocarán una grave crisis en la balanza de pagos.

Los problemas de España se han catalogado como una crisis económica, una crisis inmobiliaria, una crisis bancaria y una crisis de deuda. Son todas esas cosas. Pero España también va camino de una crisis institucional. A menos que el gobierno pueda responder a este último escándalo demostrando que las acusaciones son erróneas o mostrando que finalmente va en serio en la erradicación de la corrupción, España se alejará del regreso del bienestar."

Fuentes: Megan Green

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