La Carta de la Bolsa Imprimir Artí­culo

Natalidad, más

Miercoles, 12 de Julio de 2017 Santiago Niño Becerra

Hace unos días recibí este mail: “Le mando este mail para transmitirle una apreciación. Soy (nombre de una profesión), y vivo en (nombre de una localidad española). Tengo 33 años y desde hace tiempo hay una idea que me ronda la cabeza.  He decidido no tener hijos ni pareja. Mi trabajo me absorbe todo mi tiempo. En mi tiempo libre refuerzo mi nivel de inglés para no olvidar lo aprendido, hago cursos online, etc. No puedo permitirme el lujo de no seguir formándome. Además, mi salario no me permite grandes gastos, a pesar de que trabajo 11 horas al día. Los sábados quedo a cenar con mis amigos y el domingo como con la familia.

Veo que cada vez las condiciones laborales son más duras. Veo también algo que la mayoría de la gente no quiere ver: los recursos naturales son cada vez más escasos (ya están buscando petróleo en sitios como el ártico, por no hablar de la locura del fracking). Si a eso añadimos los grandes avances en robotización e inteligencia artificial, pienso que los niños que ahora nacen no van a tener trabajo en su mayoría, creando en ellos una gran frustración (sé lo que digo, he pasado por ello). Saber que sobras, que no eres necesario para la sociedad, es muy muy duro.

Sin embargo, veo que los gobernantes están extrañamente callados ante la caída  de la natalidad en España (año 2008=520 mil niños, año 2015= 420 mil). No dan casi ayudas a la natalidad. ¿Se han dado cuenta de que es mejor dejar que el país pierda población? Esa caída en la natalidad provocará una pérdida del valor de los inmuebles, entre otras cosas. La mayoría de la gente de mi edad con la que hablo no quiere tener hijos porque no sabe si les podrá dar lo que necesitan debido a los bajos salarios que tenemos los jóvenes,  o sí los quiere, dos como máximo, pero lo postergan hasta que tengan una situación estable que pienso, a muchos no les llegará.

Creo que se viene un cambio enorme a nivel social. Incluso en lo religioso. Es curioso cómo ha cambiado el mundo. Creo que una persona cuando llega al final de su vida quiere estar rodeado de nietos que le den alegría, jugar con ellos, recogerlos en el colegio...disfrutar de esas cosas que da la vida. Pero tener hijos para verles sufrir en el futuro es algo que me duele mucho y no quiero que pasen por lo que yo he pasado y sigo pasando. Además, no podría estar nunca con ellos para jugar, no tendría tiempo, no me puedo permitir estar sin formarme continuamente pues me quedaría atrás y me podrían despedir. ¿Cree usted que el gobierno debería promover la no natalidad, alertar de que los niños que hoy nacen van a estar en paro o en el precariado el día de mañana?”

Mi respuesta fue:

“No. Pienso que Ud. ha llegado al fondo de una cuestión que es permanente orillada y obviada: cada vez es necesario menos factor trabajo para generar PIB, incluso hoy ya es posible en ciertas actividades generar PIB con cero horas de trabajo humano. Su profesión, evidentemente, le ha ayudado para clarificar temas.

Hoy pienso que no tiene sentido promover la natalidad ni que esta aumente por el excedente de población económicamente no necesaria que se está formando, a eso añada el hecho de que la disponibilidad de recursos de primera fase, es decir sin transformación, está disminuyendo. Lo que si debería fomentarse es desarrollar formas de vida más saludable en línea con la medicina preventiva a fin de evitar en lo posible el recurso a procedimientos sanitarios de elevado coste.

Cuando habla de los nietos, me ha venido a la mente el cambio de modelo familiar que se produjo en USA durante la Depresión. Hasta los años 30 era bastante habitual encontrar viviendo en una misma casa a tres generaciones, pero la crisis forzó la atomización de las familias, un cambio que llegó para quedarse. Con la tecnología, pienso sucederá algo parecido: se producirán cambios irreversibles que alterarán nuestras formas de hacer, ese el de jugar con los nietos puede que sea uno de ellos. Se de más parejas que me han comentado lo mismo que Ud. dice: que han renunciado a tener hijos. A mediados de los 90 Lester Thurow definió a los hijos como 'centros de coste'; entonces sus palabras sonaron a dislate, pienso que ya hemos llegado ahí.

De hecho pienso, he escrito y he dicho, que hoy están naciendo bebés que no van a trabajar jamás porque su teórica actividad nunca será necesaria; personas que consumirán unos recursos que serán escasos. Y de eso solo se habla aún desde la emotividad y la demografía. Algo no estamos haciendo bien”.

Algo no estamos haciendo bien.

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