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Output gap

Viernes, 14 de Octubre de 2011 Santiago Niño Becerra

La definición de la cosa que da título al escrito de hoy vendría a ser la brecha que existe entre la producción, el valor, el PIB ¡exacto!, que en un momento una empresa, una región o una economía en su conjunto genera y el que podría generar si la capacidad productiva de esa empresa, región o economía estuviesen plenamente utilizadas, es decir, si fuese plenamente eficiente.

Como es una diferencia, el output gap puede ser positivo o negativo, y ambas cosas son malas: si tal diferencia es positiva ello quiere decir que esa unidad productiva está funcionando pasada de vueltas, es decir, sobre utilizada, lo que puede tornar esa economía inflacionaria; si es negativa que está siendo subutilizada, pudiendo ser sintomático, en el límite, de una situación deflacionaria. El concepto de output gap es feo porque, en cualquier caso, muestra ineficiencias, distorsiones, disfunciones, malos rollos.

El output gap, al ser, en el fondo, PIB, puede ser relacionado con diferentes macroagregados a fin de obtener relaciones entre las diferencias entre el PIB real y el potencial y la variable que convenga. El gráfico que viene a continuación es una elaboración personal realizada a partir de uno que publico La Vanguardia el 27.03.2011, y recoge el output gap de España en relación a la tasa de desempleo del factor trabajo entre 1965 y el 2011. Lo que yo he hecho es generar curvas con trazos continuos en las sendas crecientes y con trazos discontinuos en las descendentes en los escenarios que en la economía española pueden trazarse en ese período de tiempo.

De entrada lo que pueden observarse son cuatro sendas diáfanamente resaltadas con los números 1 a 4. Reparen en que las tasas de desempleo que mostrarían una teórica situación de equilibrio: output gap = 0, han ido variando con el tiempo: si en la década de los 60 y 70 se hallaba cerca del 7%, paso a ser de más del 18% en los mediados 80- mediados 90, para pasar a casi el 13% en los 90- 2000, volviendo a crecer a más del 18% en las estimaciones para la década del 2010. ¿Qué se puede deducir simplemente de esto?, pues la gran dificultad que la economía española tiene para mantener la ocupación que crea, ocupación que aumenta en momentos de crecimiento y que se hunde en momentos de no-crecimiento.

También de entrada podemos ver la enorme variación del output gap en cada una de las sendas, razón, sabemos, del modelo productivo español: o con una sobreutilización de recursos o con una subutilización de los mismos. Respecto al factor trabajo lo anterior pone de manifiesto algo ya sabido: España ocupa población activa cuando crece basándose su crecimiento en el PIB generado por la población ocupada; cuando esa situación se da la vuelta ...

Entrando en detalle fíjense en lo que ha sucedido en España en estos últimos cincuenta años. A finales de los 60 la economía española se hallaba en equilibrio con una tasa de desempleo de entre el 2% y el 4%, de hecho hasta 1974 para alguien que no conozca la Historia de España la situación podría ser hasta buena, claro que eso supondría dejar a un lado el enorme subempleo con el que estaba ocupada la mano de obra en España y el nivel de emigración que aquejaba a la población española y que aportaba pingѼes divisas a una economía atrasada y dictatorializada.

Durante las crisis del petróleo España estaba ocupada en otros menesteres, por ello cuando llegó el despertar fue traumático: de tener un output gap positivo de más del 4% y una tasa de paro del 3% en 1974, España pasó, once años después a tener un output gap negativo de casi el 3% y una tasa de desempleo de más del 20%. ¡Sencillamente brutal!. ¿Qué sucedió?, pues que en esos años despertaron todos los espectros que durante décadas España había estado arrastrando pero que el paternalismo represivo y la represión paternalista habían anestesiado. No viene ahora a cuenta hablar de eso, pero pienso que la verdadera transición española comenzó en 1985.

Desde mediados de los 80 España va poniendo en orden su sistema productivo y va mejorando su eficiencia, aunque se pasa de rosca debido a sus limitaciones, principalmente la reducida capitalización de unas empresas cuyo tipo de actividad raramente justificaba la inversión, máxime cuando el factor trabajo era abundante y la competencia baja lo que permitía trasladar a los precios finales cualesquiera tensiones que pudieran generarse. 1990 significó un final de muchas cosas resumidas en el boom que supuso la capitalidad cultural de Madrid, la Expo de Sevilla, las olimpiadas de Barcelona, boom que tampoco tuvo un reflejo decidido en el desempleo: con tanta parafernalia y el paro tan sólo mejoró siete miserables puntos. Después de eso el derrumbe a los infiernos.

Luego ya saben: el “˜España va bien y más que bien”™: de un output gap del -3% y una tasa de paro de más del 21% en 1993, aun output gap del 5% y una tasa de desempleo ligeramente superior al 8% en el 2007, cifras, las del 2007 que no son buenas: no-son-buenas: el crecimiento fue desequilibrado y la tasa de paro horriblemente alta máxime considerando que la economía española se movía con una tasa de actividad del 59%; en cualquier caso lo peor no es eso. Esa maravilla de evolución España la consiguió a base de crédito, a base de aumentar su deuda privada hasta límites mareantes, y estuvo sostenida sobre subsectores económicos generadores de bajo valor.

A partir de aquí, adiós. Observen el camino 2007- 2012: ¡tremendo! y ello considerando que en medio tenemos los Planes E, y el hecho de que cuando este gráfico fue publicado no se tenían las previsiones actualizadas para el 2011 y el 2012; yo pienso que la caída va a ser mucho mayor, pero bueno, con esto vale.

Reparen dónde estaba la economía española en 1966, reparen donde está en el 2011. ¿Saben la impresión que me produce a mi este gráfico?, pues que hemos tirado cincuenta años por la ventana, aunque puede que no y lo que suceda es que España no podía hacer otra cosa que lo que ha hecho.

Y para meditar los años en que España alcanza su output de equilibrio o uno cercano a él: 1965, 1966, 1972, 1979, 1980, 1987, 1999, 2002 y 2003. Si no se acuerdan, cojan un libro de historia.

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS. School of Management. Universidad Ramon Llull.

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