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Seis millones

Jueves, 17 de Enero de 2013 Santiago Niño Becerra

Podía leerse en la portada de El País del 30.12.2012: “Rajoy, contra el fantasma de los seis millones de parados”.

Los seis millones de desempleados se ha convertido en la nueva barrera a no traspasar, al igual que se convirtieron los cuatro, y los cinco. Pienso que ya no hay líneas rojas y que el número de parados ha pasado a ser ‘un algo’ que es función de variables que nadie controla, aunque, puestos, controlables lo son, pero nunca por un país en solitario y siempre asumiendo las consecuencias.

De entrada, continúo pensando, hay que aceptar cosas: que la estructura del PIB español es, en términos generales, muy intensiva en actividades que ocupan a mucho factor trabajo; si esas actividades desaparecen y no son sustituidas por otro que precisen tanto factor trabajo como aquellas que desaparecieron, el desempleo que su desaparición creó no será absorbido.

Además hay que aceptar que España trajo a un montón de inmigrantes a fin de que realizasen -en condiciones no siempre legales- las fases más penosas y peor valoradas de aquellas actividades intensivas en factor trabajo, inmigrantes que ahora no son necesarios a menos que se pusieran en funcionamiento nuevas actividades que los necesitasen.

Más además, esa estructura de PIB determina que España necesite crecer muchísimo (en base a lo que hoy se crece) para crear ocupación neta: el 2,0% como mínimo, y todas las previsiones apuntan a que eso no va a suceder en los próximos cinco años, por lo que la disminución del número de desempleados por la vía del crecimiento es imposible.

También pienso que, de una p. vez habría que conocer como se distribuye el empleo y el paro en España, pero de verdad. Se dice: ‘Si, las estadísticas dicen que hay muchos parados, pero mucha de esa gente está trabajando en negro’. Vale, ¿cuántos?. Investíguese, estímese, calcúlese, y lléguese a una cifra y a una distribución zonal que permita tomar decisiones. Por otra parte, calcúlese también el paro encubierto que existe en España: personas que queriendo trabajar 40 horas a la semana tan sólo les ofrecen contratos de 15, o de 20: la diferencia de horas, Señoras y Señores del Gobierno, es paro puro y duro. Y calcúlese también el subempleo que existe en este país: personas como aquella ingeniera agrónoma de la que les hablé que se ven forzadas a trabajar como, en el caso de mi ejemplo, azafata de congresos: ¡y suerte que encontró eso!.

Con ese mapa (y no tengo claro que el Gobierno no disponga ya de él) podrán adoptase medidas, medidas para, como desea evitar el Sr. Presidente del Gobierno, evitar que la cifra de desempleados llegue a los seis millones y que, supongo también desea, descienda. Sinceramente, pienso que es imposible evitar que el paro llegue a esa, ahora, mágica cifra: la OCDE estima que en el 2013 podrían alcanzarse en España los 6,3 M, y yo creo que en el 2014 podría llegarse a los 7.

Las posibilidades de reducir el número de desempleados, decía, son escasas, y lo son porque la demanda de trabajo no va a crecer sino pasan cosas que, hoy no son previsibles que pasen: volver a construir 700.000 viviendas al año; que se dispare el gasto medio por turista y día en términos reales; que el sistema financiero vuelva a dar créditos a mansalva; que el consumo público y privado crezca como la espuma; que, mágicamente, la deuda total se reduzca, …

En base a ello, y poniendo como objetivo estratégico la reducción del número de desempleados, pienso que las medidas que podría adoptar España (haciendo abstracción, naturalmente, de las reacciones de las instituciones internacionales), pasarían por:

- Modificar las definiciones de ‘población activa’, ‘desempleo’, ‘subempleo’, y ‘paro encubierto’. Por ejemplo, si hoy se entiende por población activa el número de personas con edad comprendida entre los 16 y los 65 años que manifiestan que desean trabajar, podría pasar a ser: ‘número de personas cuya edad se halla comprendida entre los 16 y los 65 años que en cada momento sean necesarias para contribuir a los procesos productivos”.

- Disminuir la oferta de trabajo a través de considerar qué únicamente las personas con ciertos requerimientos serán parte de la oferta de trabajo, por ejemplo, tener un nivel determinado de conocimientos de Inglés. Lo anterior podría venir acompañado de expulsiones masivas de inmigrantes que se hallen desempleados y que no sean necesarios.

- Emigraciones masivas de ciudadanas y ciudadanos españoles a países en los que exista demanda de trabajo, y no sólo personas con una muy alta cualificación, sino todo tipo de personas con unas ciertas habilidades que se hallen desempleadas. Tales procesos migratorios deberían ser publicitados y favorecidos por el Gobierno a base de establecer trabas a la percepción de prestaciones sociales.

- Repartir el tiempo de trabajo: puestos en los que estén trabajando personas 8 horas diarias, obligar a que sean sea ocupados por dos personas con una remuneración equivalente a la mitad de la correspondiente a la jornada completa; tal obligación se haría extensiva tanto al sector público como al privado.

Vayan pensando en estrategias y alternativas, todo sea para evitar, tal y como desea el Sr. Presidente del Gobierno que se alcance esa maléfica cifra.

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