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Charleston

Santiago Niño Becerra - Martes, 04 de Agosto

A raíz de la reciente matanza de nueve afroamericanos en una iglesia de la localidad de Charleston, Carolina del Sur, USA, el pasado 17 de Junio ha vuelto a abordarse un tema que no por no tratado hasta la saciedad deja de tener puntos controvertidos: la Guerra Civil de Estados Unidos.

La Guerra Civil ha sido pintada en innumerables ocasiones como una cruzada de liberación emprendida por unas gentes buenas y angelicales –los Estados Unionistas del Norte– para abolir la horrenda práctica de la esclavitud vigente en los demoníacos trece Estados del Sur que configuraron una Confederación y se independizaron de los del Norte. Ojalá la cosa hubiese sido tan simple. La verdad es mucho más mundana y productiva y pone sobre la mesa un hecho casi siempre obviado: como todas las guerras, la Guerra Civil de Estados Unidos tuvo una causa exclusivamente económica.

Salvo excepciones, en numerosas zonas de los Estados del Norte las manufacturas y una industria incipiente habían ido tomando forma desde el primer tercio del siglo, no así en el Sur donde, salvo excepciones, la economía estaba basada en el monocultivo del algodón que, en gran medida era exportado a Europa, en concreto a Inglaterra. El Norte, para simplificar, Industrial precisaba de una zona donde expandirse así como de mano de obra barata, y de ambas cosas había en abundancia en el, para simplificar, agrícola extensivo y esclavista Sur. A eso añadan unos problemillas derivados de unos préstamos que el Sur tenía contraídos con el Norte. Cierto, la guerra la inició el Sur, pero en una época en la que por pisar a alguien el ofendido podía retar a duelo al ofensor, la guerra fue la salida lógica, una guerra que el Sur tenía perdida desde el mismo momento en que la inició por la apabullantemente mayor capacidad económica del Norte. El resto es política.

En 1877 los antiguos esclavos eran ya libres, el antiguo Sur malo posibilitó la victoria del Partido Demócrata en el Congreso, y nadie en el buen Norte dijo ni pío a que en el Sur se aprobaran las leyes Jim Crow que impusieron el apartheid de los ya formalmente libres afroamericanos en los estados sureños.

En términos económicos la segregación está hoy archiresuelta en USA, pero en términos sociales y convivenciales queda la tira por resolver. Y arriar una bandera en muy poco, pienso, va a contribuir a mejorar las carencias en esos ámbitos.

(Si quieren poner en un brete a una/un ciudadana/o estadounidense pregúntenle por qué los padres de la Constitución de Estados Unidos no incorporaron la prohibición de la esclavitud en el redactado original de 1787. La respuesta: porque aquellos antiguos colonos y tras su guerra de liberación ya ciudadanos, la necesitaban para cultivar sus extensísimas fincas, tanto en el entonces inexistente ‘norte’ como en el entonces también inexistente ‘sur’).

(Los británicos resolvieron fácilmente la falta de algodón provocada por el bloqueo de los puertos del Sur por parte del Norte desarrollando e intensificando su cultivo en Egipto. Y el experimento francés –europeo– de  instalar a un Habsburgo como emperador en México aprovechando la atención que USA tenía que dedicar a su guerra para que contrapesara el creciente poder USA en Latinoamérica salió, como es sabido, rana).

 

Para saber más:

http://www.encyclopedia.com/doc/1G2-3406400170.html

http://www.historycentral.com/CivilWar/AMERICA/Economics.html

https://en.wikipedia.org/wiki/Jim_Crow_laws

(En mi libro ‘La Economía. Una Historia muy personal’ abordo el tema)

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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