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¿Dónde está el queso?

Carlos Montero - Jueves, 27 de Agosto

La rata gira a la izquierda en el laberinto y alcanza el queso. Es recompensada. Y la siguiente vez, y la siguiente vez. Adivine qué dirección cogerá la próxima vez: Correcto, girará a la izquierda para conseguir el queso, y la siguiente también, y la siguiente.

Otra rata gira a la derecha en el mismo laberinto y en lugar del queso recibe una descarga eléctrica. Y la siguiente vez, y la siguiente. Adivine hacia donde no girará la próxima vez: Efectivamente, a la derecha.

Así comienza una interesante reflexión el analista Joshua M. Brown en su blog, comparando el experimento anterior con los mercados financieros. Brown prosigue:

En un mercado alcista, los inversores están condicionados para mantener sus inversiones y comprar más porque siguen siendo recompensados. Esto es cierto para los inmuebles, los productos básicos, los activos de riesgo. Compro acciones, suben, me siento bien, compro más acciones, suben, me siento bien, compro aún más acciones, suben, me siento bien…

Cuanto más tiempo se prolonga esta tendencia, más arriesgado es el condicionamiento. Pero luego, poco a poco, la gratificación instantánea comienza a disminuir. Es imperceptible al principio. Terminarán recuperándose, siempre lo hacen. Pero las acciones dejan de recuperarse. El bucle de retroalimentación positiva se rompe. Compro acciones, no suben, compro más acciones, siguen cayendo…

Esto es la primera fase donde surge la duda, y el condicionamiento desaparece. Vienen menos compradores porque la recompensa no es instantánea. ¿Dónde está el queso?

Se dice que los techos son un proceso, mientras que los suelos son un hecho. Y es cierto. Los mercados suben hasta llegar al punto máximo de la colina, y después, de forma gradual, se deslizan por la pendiente mientras que el entusiasmo de los inversores desaparece.

Una de los hechos menos entendidos sobre los desplomes de la bolsa en 1987 y 1929, fue que no comenzaron en máximos históricos. De hecho sucedieron varias semanas después de que se hubieran alcanzado los máximos. Los meses de septiembre y octubre los mercados estaban como en animación suspendida. Los inversores compraban más acciones, pero no se materializaban las ganancias automáticas de meses atrás. ¿Dónde está el queso?

El resto es historia. En el caso de 1987, los máximos del Dow Jones se alcanzaron en julio, y después de semanas y semanas en que los inversores se sentaban preguntándose donde está el premio de sus últimas compras, el bucle de retroalimentación positiva falló y no cumplió su parte del trato.


Esto nos lleva al presente. El S&P 500 se encuentra tan sólo a unos pocos puntos porcentuales de los máximos de todos los tiempos. Y aunque son niveles elevados, es importante tener en cuenta que los principales promedios no han avanzado desde Acción de Gracias de 2014. Esto después de años de rentabilidades anuales de alrededor del 20%. No hemos caído, es cierto, pero con cada semana que pasa son más los inversores que se preguntan ¿dónde está mi queso?




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