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El 10 por ciento

Santiago Niño Becerra - Viernes, 28 de Agosto

http://economia.elpais.com/economia/2015/07/26/actualidad/1437936380_722077.html

“Desde hace quince años” dice el profesor David Card, pienso que esa tendencia empezó bastante antes: hacia mediados de los 70: el capital se dio cuenta de que podía diseñar procesos crecientemente eficientes que ahorrasen factor trabajo y que permitiesen reducir costes al pagar menos salarios al ser menor la demanda de trabajo; lo que posibilitó bajar precios de venta para exportar. En esa dinámica de salarios a la baja se mantuvo el consumo interno a base crédito. A partir de ahí el factor trabajo cada vez fue menos necesario, por lo que se remuneró menos, y las ganancias se dirigieron hacia los propietarios de esos procesos y hacia sus gestores: los capitalistas –quienes ya eran ricos– y hacia la nueva clase emergente: los muy altos directivos que posibilitaban el proceso. El resultado visible fue una desigualdad creciente al crecer las rentas del 10% superior y decrecer o estancarse las del 40% inferior, hasta llegar la actual crisis cuando nadie, salvo el 5% de mayor riqueza, ha quedado al margen de recortes de algún tipo que han menoscabado su poder adquisitivo y su posición social.

Dice el Dr. Card: “En realidad, hay mucha más desigualdad de lo que la gente piensa, no creo que la mayoría sepa realmente lo grande que es la diferencia con los más ricos. Las élites deberían pensar en esto mucho más de lo que lo hacen ahora. Hubo momentos como éste en otros periodos de la historia y el resultado no fue nada bueno”. Al leer esto vienen a la mente las revueltas, motines y revoluciones que jalonaron el período 1820 – 1880, unos momentos en los que las diferencias eran más que abismales debido a que entre la miseria más miserable y la riqueza más enorme no había absolutamente nada. Hoy, pienso, son imposible episodios como aquellos; por un lado porque, pienso, algún subsidio siempre seguirá existiendo precisamente para evitar situaciones como aquellas: el peor enemigo es aquel que no tiene nada que perder; por otro porque hoy la capacidad disuasoria y represiva de las fuerzas del orden es inconmensurablemente mayor que en el siglo XIX; por otro más, porque la población ha perdido el espíritu de protesta que caracterizaba aquella sociedad miserable del XIX que cada día se enfrentaba a la supervivencia. Decididamente las revoluciones ya no están de moda.

España, Alemania, … El trabajador: aquella persona que sólo cuenta con su trabajo va estar peor porque sólo puede ofrecer algo que cada vez es menos necesario y de lo que cada vez hay más. El poder de negociación del trabajo va a menos porque la demanda de trabajo es cada vez menor, independientemente de las cantidades que se produzcan. Ante ese panorama tan sólo es esperable una degradación de las condiciones laborales y salariales.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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