La Carta de la Bolsa La Carta de la Bolsa

“El mercado comienza a considerar que la Deuda Global no se pagará nunca y que mal de muchos…”

Daniel Gutiérrez - Miercoles, 20 de Agosto

"Aparentemente el título de este artículo puede parecer apocalíptico, pero no es así. Cuando una cifra, un fenómeno, una moda, una situación o lo que fuera se globaliza deja de ser un problema para convertirse en un compañero de viaje más con el que hay que aprender a convivir. Es lo que sucede desde hace mucho tiempo con la bicha de la Deuda Pública y de su impacto catastrófico, cuando nadie lo espere, en los mercados financieros. Mentar a la bicha de la Deuda Pública faraónica que acumulan las principales economías del Planeta Tierra supone que muchos participantes en los mercados tiriten de miedo. Pero deberían perder el miedo, porque no hay marcha atrás ¿Ya nadie se acuerda de Maastricht y de otros cientos de tratados más que han quedado viejos, en el olvido? ¿Ya nadie se acuerda de las múltiples reuniones y de otros tantos comunicados oficiales diciendo que van a hacer esto o aquello, que hay que cortar aquí y pegar allí, pero que nunca se cumple? Hace unos días estuvieron en nuestra compañía una serie de analistas financieros nacionales y extranjeros para conocer las tripas de la empresa y actuar en consecuencia, es decir, para recomendar comprar nuestras acciones o vender, que todo puede ser...

Tras la presentación, hablamos de España: les preocupó la ingente Deuda Pública. Les facilité el cuadro adjunto, que es el que sustenta este breve comentario. O lo que es lo mismo, el Mundo Global está endeudado hasta las cejas, no sólo España ¿Qué sucederá? Que se convertirá en Deuda Perpetua en muchos casos o en quitas, al modo de Grecia, en otros, aunque lo más seguro es la traslación del problema a los próximos siglos, es decir, alargar la vida de la misma. Por eso, los mercados ya han aprendido a convivir con el asunto mientras los medios de comunicación y algunos analistas y observadores siguen rasgándose las vestiduras..", me dice el presidente de una de las grandes del Ibex.

 

La deuda mundial ha batido un nuevo récord al alcanzar los 100 billones de dólares (unos 72 billones de euros) al cierre de 2013. Según los datos del Banco Internacional de Pagos, el importe ha crecido un 30% desde el comienzo de la crisis. Los culpables han sido los gobiernos, especialmente los de los países desarrollados, que dispararon su deuda un 80% en la crisis para mantener el gasto público.

En concreto, las administraciones públicas son responsables del 43% de la deuda existente en todo el mundo. Deben 43 billones de dólares, un 80% más que antes de la crisis y han sido pioneras en sustituir los tradicionales créditos bancarios por bonos de menor interés, según el informe trimestral del Banco Internacional de Pagos (BIS por sus siglas en inglés).

Las deudas de las empresas no financieras también han crecido con fuerza en la crisis, en torno al 80%, aunque partían de un nivel mucho más reducido. Los bancos, por el contrario, dispararon su deuda en los años previos a la crisis, pero desde 2007 se ha rebajado ligeramente, un 5%, según el BIS.

Europeos compran deuda europea


Pero ¿quién ha comprado esta nueva deuda? En general, el BIS aprecia que la crisis financiera global ha frenado el proceso de globalización de años anteriores, aunque este proceso no ha sido igual en todo el mundo.

Por ejemplo en Europa, la mayor parte de la nueva deuda lanzada en los años de la crisis la han comprado los resistentes, que, paralelamente, han reducido su exposición a la deuda extranjera. En 2006, antes de la crisis, los no residentes poseían el 57% de la deuda exterior, mientras que en 2012, el porcentaje se redujo al 47%. En Reino Unido, ocurrió lo mismo: el porcentaje de deuda en manos de extranjeros se ha reducido en 10 puntos, hasta el 35% del total.

En Estados Unidos y los países emergentes se ha producido la situación contraria, ya que los extranjeros han subido su exposición desde que comenzó la crisis. En ambos casos, la deuda en manos extranjeras ha subido ligeramente, especialmente en los emergentes, donde se situaba en 2012 en el 12% del total, casi el doble que antes de la crisis.




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