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El Mundo se enfrenta a la tercera ola deflacionaria

Carlos Montero - Jueves, 03 de Septiembre

La economía mundial se está llevando la peor parte de la tercera ola deflacionaria en menos de una década. La primera fue la liderada por la crisis inmobiliaria y la financiera de Estados Unidos de 2008-2009, la segunda ola fue la crisis de la eurozona de 2011-2012, y ahora una tercera, con la crisis de los mercados emergentes.

Esta crisis de los mercados emergentes tiene muchas de las características de los episodios anteriores. Todas las crisis de los mercados emergentes comienzan en los mercados de divisas antes de propagarse a los demás activos: los productos básicos, la deuda, las acciones y, finalmente, la economía real. "Esta no es diferente", dice Dominic Rossi, jefe de inversiones de renta variable en Fidelity Worldwide Investment.

"En los próximos meses podemos llegar a tocar un suelo en los precios en términos absolutos para los valores de los mercados emergentes, pero la experiencia del pasado nos enseña que se necesitan años de escasez de capital para restaurar el capital y la disciplina de costes después de años de sobre inversión. Todavía está lejos el próximo mercado alcista en los mercados emergentes, y el período 2002-2007 será archivado como una edad de oro.

Pero esta vez el impacto de la crisis de los mercados emergentes en el mundo desarrollado será un poco diferente. En 1997 se creó una crisis de precios que elevó los niveles de ingresos reales y el consumo real en el mundo desarrollado. En la actualidad, una crisis emergente creará un shock tanto de precio como de volumen debido a su mayor relevancia para el PIB mundial y para las empresas globales que en el pasado.

El efecto neto en las naciones desarrolladas no será positivo. Hay que esperar que el Comité Federal de Mercado Abierto reconozca estos riesgos cuando se siente a deliberar la política monetaria en septiembre. Veremos.

Sea cual sea su decisión, el impacto de esta tercera ola deflacionaria aún tiene que alcanzar a los mercados desarrollados. Ahora estamos viendo unos precios más bajos de la gasolina, pero la caída de los precios de los bienes manufacturados de Asia todavía tiene que llegar. Una política monetaria de Estados Unidos más estricta, y un dólar fuerte, sólo intensificarían estas fuerzas deflacionarias que se aproximan.

El choque en el volumen de la ola deflacionaria se hará visible en los datos del comercio entre los países desarrollados y en desarrollo. El Financial Times señaló recientemente que las devaluaciones monetarias no habían logrado estimular las exportaciones al tiempo que limita las importaciones. Como consecuencia había disminuido el comercio mundial.

Por lo tanto, es fundamental permitir que el déficit comercial de Estados Unidos se expanda y llene el vacío de la demanda agregada que debe surgir de la caída del poder adquisitivo de los países en desarrollo. Una política monetaria más estricta en Estados Unidos tampoco va a ayudar en esto.

En suma, esta tercera ola deflacionaria significará que el PIB mundial continuará operando a un nivel por debajo del producto potencial. Persistirá la presión a la baja sobre los precios y también una contracción de la oferta en los países en desarrollo hasta que los precios se estabilicen. Ahora es inevitable una nueva caída en el potencial de la producción mundial. Con el tiempo vendrá un ajuste en las previsiones del PIB.

Como consecuencia, se está formando un panorama económico de bajo crecimiento nominal y bajas tasas de interés en el mundo en desarrollo, como el que ha sufrido el mundo desarrollado durante algún tiempo.

Una nueva ronda de devaluaciones competitivas no ofrecerá una vía de escape de estos ajustes de oferta. Por el contrario, esto sólo intensificaría estos shocks de precios y volúmenes. Un endurecimiento de la política monetaria de Estados Unidos, y un dólar más fuerte, viene a ser lo mismo. Cualquiera de estas opciones políticas reduciría la demanda agregada en un momento en el que ya es demasiado baja. ¿Por qué hacer el ajuste innecesariamente doloroso?

A principios de este año temía la hipótesis del estancamiento secular, pero esperaba que a lo largo del año esta posibilidad retrocediera ante una recuperación de los consumidores de Estados Unidos. Pero la verdad es que se ha propagado, atrapando a los países en desarrollo en su estela. Esta edad de hielo de las tasas de crecimiento y de interés nominales bajos parece más permanente que nunca.

Así que el dilema para los inversores continúa. Sin embargo, los tipos de interés reales negativos sobre los depósitos bancarios no pueden ser el camino de la prosperidad, la promesa de rendimientos nominales bajos en los valores negociados parece arriesgado.

Mi respuesta a esto es apostar por la innovación en lugar de tener la esperanza de que los políticos acierten. Sólo con la inversión en innovación podemos escapar de este mundo nominal monótono. De lo contrario, realmente dependerá de los políticos."


Fuentes: Dominic Rossi




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