La Carta de la Bolsa La Carta de la Bolsa

“Era el encargado de comprar y vender electricidad en el mercado. Especulé en Bolsa. Hoy soy electricista…”

Moisés Romero - Martes, 25 de Septiembre

"La culpa la tuvo el asesor de mi padre, ya jubilado en uno de los grandes bancos españoles. Y precisamente compré un put sobre ese banco. Llegué a doblar mi inversión, pero el asesor dijo que esperara y la operación me costó el doble de lo que puse. Hice otras operaciones más. Una espectacular contra el Ibex, pero me pasó lo mismo. Aterricé en una compañía energética. Durante meses me encargué se seguir los precios de la electricidad por todo el mundo. Llegó la Crisis y mi empresa se fue al garate. Como yo. Estuve unos años desempleado. Ahora trabajo con Mariano, de ayudante de electricidad. Un día escribiré un libro. Tengo mucho que contar. Me paso horas y horas en el ordenador de mi casa. Los ojos se me ponen rojos y mi mujer me llama la atención. Me gustan los futuribles (seguro que quiso decir los futuros, opciones, warrants y otras drogas duras), pero no tengo un euro. Sólo hago simulaciones..." me contaba hace unos días Matías, ayudante del electricista que vino a casa a cambiar el cuadro eléctrico.

Ya les he contado en una ocasión que a mi hijo mayor comenzaron a gustarle las cosas de la Bolsa hace años, con sus primeros beneficios. Pasó página y cambio de discurso cuando le zurraron la primera tanda. Con el tiempo, ha normalizado sus criterios y sentimientos acerca de este mercado, al que mira con entusiasmo, pero más alejado, con más recelo. Hace unos días me acompañó al traumatólogo. En uno de los muchos atascos, que comienzan a proliferar por Madrid (¿Es esto de los atascos un indicativo de mejora de la actividad, del pulso económico en la región, a buen seguro que sí) comenzó a bombardearme con preguntas, muchas de ellas sin respuesta, sobre el presente, pasado y futuro de la Bolsa. La Bolsa ha estado en los telediarios y en los periódicos, con su frenética locura, que muy pocos han sabido explicar "¿Si intuyes que la Bolsa va a bajar, por qué no vendes futuros?", me pregunta. "Porque me dan miedo las máquinas, nadie puede competir con las máquinas. Sólo las máquinas compiten una con otras, a ver cuál de ellas es más rápidas a la hora de ejecutar una orden?"...

-."¿Máquinas? ¿Qué máquinas?"

-."Potentes ordenadores, de ultimísima generación, que fundamentan sus estrategias y actuaciones con algoritmos hechos a su medida, al antojo de sus ingenieros. Cada máquina es un algoritmo"

Mi hijo es Ingeniero y sabe, trabaja y diseña con algoritmos. Lo entiende rápido. En una parada obligada, en una retención, mira el gráfico de su pequeña cartera en su ordenador personal

-.¡"Buen porrazo, pero conservo las ganancias desde el año pasado ¿Y si vendo, cuánto tengo que pagar a Hacienda?"

-.Yo no vendería. No creo en un crash del mercado y le explico:

Hace tiempo que la Bolsa actual es un tejemaneje de unos cuantos y de otras tantas máquinas enchufadas al Sistema, porque el inversor final no ha existido (ahora asoma) atrapado por las garras de la Crisis. El inversor final, que dispone de liquidez, aún tiene miedo. Otros inversores finales están atrapados a precios sensiblemente más elevados que los actuales y no tienen capacidad de reacción: sólo le queda rezar o dejar las acciones de herencia a sus nietos. Por último, el inversor final metódico y riguroso, el inversor final de siempre, no entiende la forma de actuar de los mercados en la actualidad y como no entiende ni sabe, prefiere permanecer al margen.

Una Bolsa, en manos de unas cuantas máquinas manejadas por licenciados, que no han cumplido aún los 30 años. Máquinas que hacen trading minuto a minuto, segundo a segundo. Escucha esta cita de Bloomberg: Los mercados financieros han llegado a depender demasiado de matemáticos que usan modelos para prever los cambios de precios y deberían insertar el “sentido común” en la ecuación, dijo Paul Wilmott, autor británico e instructor en materia de financias cuantitativas.

Wilmott ha advertido que los llamados “quants” que usan las matemáticas para pronosticar cómo los mercados se comportarán pueden pasar por alto errores en los modelos, lo que conduce a hacer predicciones equivocadas. En una columna en el New York Times el 28 de julio, Wilmott también dijo que la llamada contratación de alta frecuencia, en que los fondos de cobertura de riesgo y otras firmas usan computadoras avanzadas para comprar y vender miles de acciones por segundo, amenaza desestabilizar el mercado.

“Hay demasiada matemática en este negocio”, dijo Wilmott.

twitter.com/moisesssromero @MoisesssRomero

Moisés Romero




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