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La desigualdad – 1

Santiago Niño Becerra - Martes, 03 de Marzo

Empecemos por el final: la creciente desigualdad en la distribución de la renta y la riqueza ES una consecuencia. Es consecuencia de un sinfín de razones que se resumen en una sola causa: cada vez es menos necesario que no haya desigualdad.

Sigamos en el final. Hace un par de días estaba hablando con un directivo de una gran compañía. Me decía: ‘Bueno, las empresas vuelven a dar beneficios’ (en la que él desempeña sus funciones da beneficios); a lo que yo le respondí ‘Pero bastantes de esos beneficios son ingeniería contable-financiera; y a la par que eso sucede más del 27% de la población española se halla en riesgo de pobreza’. Esbozando una sonrisa me miró y dijo: ‘¿Y a quién le importa la población que está en riesgo de pobreza?’.

Evidentemente la precrisis que empezó en el 2007 y que a partir del 2010 se ha convertido en una crisis desbordante ha contribuido a que se dispare la pobreza y la población en riesgo de pobreza y de ahí que crezca la desigualdad, pero, por favor, no nos equivoquemos: la crisis ha sido la manifestación del agotamiento del modo como el Sistema Capitalista estuvo funcionando desde los años 50, un modelo que precisamente hizo lo posible por reducir la pobreza y la desigualdad.

En otras palabras, al agotarse el modelo que hemos estado utilizando en los últimos casi 60 años se agotaron los instrumentos que habían sido implementados para reducir la pobreza y la desigualdad, características ambas que son consustanciales al Sistema Capitalista, unos instrumentos que pueden ser resumidos en dos grandes grupos: las medidas fiscales redistributivas y el proporcionar un empleo a la mayor cantidad posible de personas.

Es decir, con la crisis el Sistema Capitalista está adoptando la forma y la postura que le son propias, adaptadas al momento, claro: que cada cual, en el marco legal existente, se apañe como sepa y que llegue donde pueda. (Un marco legal que es influido por el poder económico a través de los lobbies).

¿Por qué el Capitalismo ha retornado a posiciones típicas de los años 20?, pues porque ya no precisa redistribuir y necesita cada vez menos ocupar a personas para realizar tareas. Lo primero porque tras años de bienestar la capacidad reivindicativa de la población se ha hundido y porque la capacidad represiva de las fuerzas del orden se ha sofisticado enormemente; lo segundo porque la tecnología ha convertido y está convirtiendo aceleradamente en innecesaria a una creciente proporción de la población activa lo que lleva al abaratamiento progresivo del precio del trabajo no superesencial.

El desempleo estructural aumenta; las condiciones de trabajo se degradan –horas trabajadas no remuneradas, salarios por hora decrecientes, tendencia hacia la generalización del contrato por obra y servicio, alimentación y alojamiento a cambio de trabajo–; los ingresos públicos de unos Estados en declive cada vez alcanzan menos para atender las necesidades crecientes de las crecientes zonas empobrecidas de la población; por lo que la pobreza aumenta.

Pero a la vez cobra pujanza la característica básica del Sistema Capitalista: la tendencia hacia la concentración; lo que en los 75 primeros años del Sistema adoptó la figura de ‘acumulación’. Si cada cual ha de apañarse como sepa y cada cual ha de llegar adonde pueda, los más hábiles, listos, despiertos, arriesgados, duros y combativos llegarán más lejos imponiéndose a quienes lo sean menos y, por tanto, concentrando producción, recursos, renta y riqueza. Entre 1950 y 1980 esa característica fue frenada, en parte por el Estado, en parte por el propio Capitalismo: la población tenía que estar contenta y sentirse segura a fin de que produjese, consumiese, se reprodujese y pagase impuestos, y había que adoptar un perfil bajo a fin de no despertar tendencias opositoras a la ostentación; pero hoy nada de eso es preciso, por lo que la tendencia a la concentración explota.

En ese escenario, el Estado ya no es necesario a no ser que sea para apoyar y canalizar operaciones destinadas a mejorar tal tendencia hacia la concentración, caso de los rescates a la banca y a otras compañías sistémicas y las compras de deuda por parte de los bancos centrales con el argumento –cierto– de que las quiebras de esas entidades tendría efectos de hecatombe, aunque sin mencionar que sin esos rescates, sin esas ayudas, el poder económico se resquebrajaría (y todo el entramado económico colapsaría).

Y ahora, ¿qué?. La teoría oficial, la vigente en todo el planeta, pero más en países como España dice que si se vuelve a crecer con fuerza el desempleo caerá, por lo que la renta aumentará, lo que hará descender la pobreza y, por tanto, la desigualdad se reducirá. Veamos este gráfico referido a España.

 

Fuente: El País Domingo 01.03.2015

 

España tiene hoy la mayor tasa de desempleo en época de paz (ya, lo de siempre: hay gente que trabaja en negro, vale, y la hay que está subempleada involuntariamente; se estima que más o menos el número de unos u otros es el mismo). En algún momento entre el 2009 y el 2010 España alcanzó una tasa de paro equivalente a la de mediados de 1993. En el instante en que eso sucedía, el Índice Gini español, el parámetro que mide la desigualdad en la distribución de ingresos, era un valor que volvió a alcanzarse … entre mediados del 2009 y el 2010. Y recordemos que la tasa de actividad en España es bastante baja, lo que implica que si fuese mayor el desempleo sería superior.

España ha recorrido un camino de ida y vuelta en que tuvo un período de mejora entre el 2003 y el 2007 cuando el Índice Gini alcanzó su valor menor: 30,6 (Dinamarca 26,9) con una tasa de desempleo del 8,3% (Austria, hoy, 4,8%). Pero esa mejora tuvo un precio que ahora se está pagando: un endeudamiento de las familias de 800 mM€ que ahora deben a quienes se los prestaron, y una sombra de la que ningún político habló: desde el 2003 la tasa de riesgo de pobreza nunca ha descendido en España por debajo del 23%, en el 2007 fue la menor: el 23,3%; hoy es del 27,7%.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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