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La desigualdad es mala…¿seguro?

Carlos Montero - Miercoles, 28 de Septiembre

Aunque la duda que refleja el titular pudiera parecer un sinsentido a ojos de cualquiera que tuviera un mínimo de conciencia social, vamos a leer el artículo del economista Josué Segura antes de sacar conclusiones anticipadas. Veamos: 

Uno de los discursos más utilizados por políticos populistas es la interminable «desigualdad», el ¿Cómo erradicar con ella? o ¿Por qué es, supuestamente, injusta, como se piensa? ¿Pero en verdad este es el verdadero problema o la pobreza?

Primero entendamos que cada individuo es único, desigual por naturaleza, tanto intelectual, hasta talentosamente, cada una de estas cualidades y/o defectos que nos caracterizan nos llevan a esforzarnos  de diferente forma, en los distintos campos, ya sea para poder producir o para poder vivir de la mejor manera que podamos (por ende vamos a servir a la sociedad de un modo totalmente distinto) dado esto, vamos a obtener resultados disímiles que van a ser recompensados o infligidos dependiendo del beneficio que otros extraigan de ellos.

Otro punto es que, términos como “redistribución de riqueza“, subsidios, impuestos, entre otros más vienen de la mano con la desigualdad, éstos, provistos por un gran intervencionismo estatal,  que nada ayudan para erradicar la desigualdad y al contrario sólo genera más pobreza, inequidad, crisis, conflicto y ¡DESIGUALDAD SOCIAL!

¿Cómo se podría gestar una “desigualdad justa”? En una economía de libre mercado, en la que cada uno obtiene lo que consiguió con su propio esfuerzo, sin que nadie tenga por qué quejarse, ya que todos están bajo “las mismas reglas”, o sea todos son iguales ante la ley y esta desigualdad de manera directa  generaría un incentivo hacia las personas para mejorar y competir sanamente, unos con otros, adquiriendo una baja en los precios de los bienes, beneficiando tanto al pobre como a toda la sociedad. Entonces observemos que la globalización y el libre mercado son los que más han ayudado a reducir la pobreza y la desigualdad a nivel mundial.

La contraparte y peligro surge cuando a ciertas personas no le gusta esta desigualdad justa, atribuyéndolo a una injusticia, robo o mala suerte (fantasma) y los políticos demagogos conscientes de esta envidia, buscan ganarse a este sector mediante falsos preceptos viendo como “única manera para ayudar” a esa situación, mediante violencia física, acción que los socialistas disfrazan llamándola “justicia distributiva” o “justicia social”, que no es otra cosa más que la mentada redistribución de la riqueza, mediante impuestos (quitarle a unos el fruto de su esfuerzo para darle a otros), siendo un robo, un abuso porque expropia al generador para darle al que no produjo nada, convirtiendo el parasitismo en una conducta admisible y cayendo en un problema tremendo, preguntándonos ¿Dónde quedó la justicia?

Y esto no quiere decir que me oponga a la caridad o altruismo. Sin embargo, pienso que para ayudar a otros, no debemos obligar a un tercero a hacerlo y sobretodo obteniendo a la fuerza el producto del trabajo ajeno.

En fin, ya para cerrar, tres últimas preguntas:

¿La desigualdad es lo mismo que la inequidad?

No, esta última, sí es injusta porque supone un trato diferente a las personas por su condición social, preferencia sexual, raza, sexo, etc, etc. Aquí es donde el Estado debería trabajar, generando igualdad de oportunidades para todos, ya cada quien sabrá si las aprovecha o no.

¿Debemos seguir preocupados por la desigualdad?

No señores, aquí los pobres no son pobres porque los ricos son ricos, al contrario necesitamos de más ricos productivos (no ricos parásitos que hacen sus fortunas mediante tranzas con funcionarios públicos corruptos), jóvenes emprendedores y agentes de cambio  que el día de mañana estén ayudando o empleando a quien lo necesite.

Entonces ¿Cómo podemos terminar con la desigualdad?

Fácil, el verdadero trabajo y reto de la política económica y social debe ser enfocarse en reducir la pobreza, mejorando las condiciones de vida de los que menos tienen, garantizando a los individuos vivir bajo un legítimo Estado de Derecho, con igualdad ante la ley y traducido en ¡EQUIDAD!




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