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La desigualdad – y 3

Santiago Niño Becerra - Jueves, 05 de Marzo

Se le denomina ‘desigualdad’, pero en el fondo se trata de una distancia: la que separa a la riqueza apabullante de la pobreza y miseria.

El informe de Oxfam de Enero del 2015: “Riqueza: tenerlo todo y querer más”, ya sé que se ha comentado en variadas ocasiones, pero lo utilizo como base para una reflexión, bueno, dos. (El informe lo tienen aquí:  http://www.oxfam.org/sites/www.oxfam.org/files/file_attachments/ib-wealth-having-all-wanting-more-190115-es.pdf ).

Hay gráficos y datos para parar un tren, y a cual más demoledor. Reproduzco el que sigue por lo apabullante:

 

 

Su lectura es obvia: en algún momento del año que viene un 1% de la población mundial ostentará la propiedad, controlará una cantidad de riqueza, igual a la que ostente y controle el 99% restante. Ese 1% será, evidentemente, el 1% más rico de la población.

Es decir, el año que viene, no el siguiente, ni el próximo (aunque a los efectos daría lo mismo), 72 millones de personas dispondrán de una cantidad de riqueza que equivaldrá al que dispongan 7.128 millones. Pero la cosa no acaba ahí.

En el 2016 se invierte la proporción. Hasta el 2016 la riqueza ostentada por el 1% más rico de la población era creciente, pero menor que la ostentada por el 99% restante que iba en declive, pero a partir de próximo año el 1% de la población más rica irá controlando más y más riqueza de forma creciente.

De hecho, proyectando estas líneas –no, no es correcto hacer eso, pero los políticos lo están haciendo a cada instante– lo que sale es que en el 2032 el 1% más rico de la población mundial dispondrá de casi el 68% de la riqueza y el 99% tan sólo del 32%. Evidentemente puede continuarse proyectando. ¿Si yo pienso que esa tendencia se va a cumplir? Sí, pienso que los tiros van ir por ahí porque la tendencia es hacia la concentración de la renta, de la producción y del capital. Y sí: se trata de un escenario Elysium.

 

***

 

Bien, tras estos tres días en los que hemos estando vueltas al tema, ¿qué puede concluirse?.

El problema, ya saben, reside en los bajos ingresos de ese 99%, menores a medida que se va decreciendo en su escala. El factor trabajo cada vez será menos necesario, es decir, más excedentario, por lo que su remuneración será decreciente; a la vez la importancia del capital crecerá y este tenderá a concentrarse porque irá absorbiendo a competidores que no podrán hacer frente a los nuevos requerimientos productivos. La evolución tecnológica acelerará y agravará el problema al sustituir un creciente número de puestos de trabajo con una creciente cualificación, lo que pone de manifiesto que la desigualdad es problema de la formación sólo en parte.

Resolver el tándem ‘desigualdad-pobreza’ a fin de eliminarlo en este Sistema pienso que es imposible porque las características del Sistema Capitalista no favorecen tan resolución ya que, ni es importante para él ni es necesario el resolverlo. Y revertirla es imposible porque las revoluciones ya no están de moda.

La tendencia, continúo pensando, apunta hacia una escisión social quienes dispongan de capital y concentren riqueza: los insiders y quienes no sean necesarios o lo sean muy parcialmente: los outsiders. Entre ambos, pero en contacto con los primeros, quienes sean precisos y casi imprescindibles para que los primeros continúen su proyección. En medio prácticamente nada.

Paliar esa situación podrá hacerse a través de instrumentos tipo la Renta Básica, pero no usando herramientas convencionales basadas en políticas redistributivas de orientación fiscal porque estas eran las convenientes en una situación en la que se buscaba el pleno empleo del factor trabajo, lo que ni ahora ni en el futuro, pienso, se va a dar.

En cualquier caso piénsese que históricamente eso ha sido lo habitual. De hecho, lo vivido entre 1950 y 1973 ha sido la excepción. Y ahora estamos viviendo de los últimos girones de aquel modelo.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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