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La venta de acciones y bonos de bancos ensombrece la frágil recuperación europea

Francesco Canepa - Viernes, 12 de Febrero

Las prolongadas y fuertes ventas de acciones y bonos de bancos de la zona euro tienen el potencial de hacer descarrilar la frágil recuperación económica al elevar los costes de financiación de estas entidades, frenando su capacidad para dar crédito.

Además, podría neutralizar parte de lo que el Banco Central Europeo (BCE) ha estado tratando de hacer para incrementar el crédito bancario e impulsar la inflación a través del consumo.

Los bancos de la zona euro han visto cómo sus acciones se han desplomado casi un 30 por ciento y cómo sube la rentabilidad de sus bonos desde principios de año, mientras los inversores están preocupados por unos beneficios menguantes y por los niveles de morosidad incómodamente elevados de algunos países.

La ola de ventas hace que para los bancos sea más caro captar capital en el mercado con la venta de acciones o bonos.

Si esta situación fuese duradera, dañaría la capacidad de los bancos para hacer crecer sus balances con nuevos préstamos a empresas y particulares. Esto pondría en peligro el tentativo repunte del crédito derivado de la política monetaria ultralaxa del BCE.

"Esto puede tener un impacto en la economía, que en Europa es dependiente de la banca", dijo Sascha Steffen, profesor de Finanzas de la Universidad de Mannheim.

"Y por supuesto, añade más presión al BCE porque no ayuda a que vuelvan a subir los precios".

El crédito bancario en la zona euro comenzó a crecer de nuevo en 2015 después de haberse contraído durante tres años, pero los datos de diciembre apuntan a una pérdida de impulso.

Los préstamos en términos ajustados concedidos a residentes de la zona euro y sin incluir gobiernos subieron un exiguo 0,4 por ciento, el ritmo más lento en tres meses.

Los grandes bancos de la eurozona por lo general mantienen más capital en reserva del que les piden los reguladores y el BCE les concede acceso a un efectivo sin límite siempre que procuren suficientes garantías. Esto hace menos probable que pueda darse otra crisis bancaria como la que ocurrió en 2008.

Pero la propia magnitud de las ventas en el mercado demuestra que los inversores están perdiendo confianza en el sector.

Un canal de transmisión fundamental es el mercado de títulos AT-1 (siglas inglesas para Additional Tier1), unos instrumentos híbridos que pueden convertirse en capital bajo ciertas condiciones y sobre los que el emisor puede decidir si paga o no sus cupones.

Los bancos se han volcado en la emisión de estos instrumentos en los últimos años para apuntalar sus balances y crear colchones con los que absorber futuras pérdidas. 

Los bancos europeos han emitido bonos AT1 por valor de unos 30.000-40.000 millones de euros en cada uno de los dos últimos años.

Pero después de las fuertes ventas sufridas desde principios de año, la oferta de nuevas emisiones se ha secado y solo el italiano Intesa Sanpaolo y el francés Credit Agricole han vendido nuevos bonos este año.

Si este mercado clave estuviese cerrado durante mucho tiempo, los bancos se enfrentarían a la incomodidad de decidir entre emitir títulos AT1 a rentabilidades prohibitivas, vender capital con fuertes descuentos, o ver cómo menguan sus balances concediendo menos crédito.

Las rentabilidades de los AT1 de Deutsche Bank, entidad que el mes pasado registró la mayor pérdida anual de su historia, han subido una cuarta parte o más desde comienzos de año. Ahora ofrecen rentabilidades de entre el 12,6 y el 15,7 por ciento.

El banco germano intentó calmar a los inversores esta semana asegurando que tenía "suficientes" reservas para pagar los cupones de los AT1. Similares rentabilidades o incluso más elevadas ofrecen bonos AT1 emitidos por el italiano UniCredit o los españoles Santander y Banco Popular tras una fuerte subida desde principios de 2015.

Esto significa que, si estos bancos tuviesen que emitir bonos AT1 en este momento, necesitarían pagar una rentabilidad superior a la que ofrece el mercado para atraer compradores.

La otra opción sería ampliar capital, que diluiría el valor de las acciones existentes y, a diferencia de los bonos AT1, no es fiscalmente deducible.

En líneas generales, los bancos no necesitan refinanciar sus bonos AT1 de manera inminente y pueden conservar capital prescindiendo de dividendos y bonificaciones si fuese necesario como ha hecho Deutsche Bank.

Pero tarde o temprano tendrán que volver al mercado porque necesitarán rellenar sus colchones de absorción de pérdidas para cumplir con los requisitos regulatorios.

Si la confianza del mercado no se restablece rápido, un mayor coste de capital probablemente lastrará la disposición de los bancos a dar nuevos préstamos, anulando así el efecto de las políticas del BCE y estrangulando la naciente recuperación del crédito bancario.

"En el último año, la política flexible del BCE se ha visto acompañada de una flexibilización de las condiciones de crédito de los bancos privados”, dijo Marco Troiano, director en la agencia de rating Scope.

"Si la volatilidad del mercado invierte esta tendencia, los bancos endurecerían el crédito, invalidando parte de los esfuerzos del BCE".




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