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Las enfermedades raras necesitan tratamientos inusuales

Carlos Montero - Viernes, 28 de Noviembre

“Las crisis son los paros cardiacos del sistema financiero. Pueden ejercer efectos devastadores sobre la economía. El papel del médico económico es mantener al paciente con vida, evitar que el sistema financiero colapse y sostener la demanda. El tiempo para preocuparse por el estilo de vida de un paciente no es durante un ataque al corazón. La necesidad es mantenerlo vivo”. De esta manera tan gráfica comienza un interesante artículo Martin Wolf donde habla sobre la “deficiencia crónica de la demanda” en las principales economías del mundo, origen de las crisis financieras y de la pobrísima recuperación posterior. Wolf señala:

¿Qué van hacer las economías ante el grave problema de la deficiente demanda que ha afectado a Japón desde principios de los 90, y a las demás economías desde 2008?Las enfermedades raras necesitan tratamientos inusuales

Las crisis financieras, al igual que los ataques al corazón, tienen efectos duraderos. Uno es el daño al propio sector financiero. Otro es la pérdida de confianza en el futuro. Otro es responder a la pregunta de qué hacer con la deuda acumulada en el período previo. Lo que sucede entonces es una “recesión de balance”, un período en el que el foco se sitúa en el pago de la deuda y en facilitar el desapalancamiento financiero. La reestructuración de la deuda sería una solución para realizar ese desapalancamiento, pero es un proceso extremadamente difícil ya que los prestatarios se niegan a admitir la derrota.

Sin embargo, existen aún posibilidades más inquietantes que los problemas de sobreendeudamiento. En mi libro, The Shifts and the Shocks, sugiero que una serie de cambios en la economía mundial creó la demanda crónicamente débil actual en ausencia de incrementos del crédito. Entre ellos estaban el exceso de ahorro en las economías emergentes, los cambios en la distribución del ingreso, el envejecimiento, y la disminución estructural en la propensión en invertir en países de altos ingresos.

Aunque un país individual puede ser capaz de importar la demanda que le falta a través de sus exportaciones, cuando se ven afectadas enormes partes de la economía mundial se necesitan soluciones alternativas. Existen tres opciones: Convivir con la debilidad crónica de la demanda, ejecutar indefinidamente políticas agresivas de fomento de la demanda (como está haciendo Japón), o corregir las debilidades subyacentes estructurales.

La política monetaria hiperagresiva ayuda mediante  la imposición de tipos de interés reales por debajo de cero, pero pone en riesgo la deuda. Todavía es más heterodoxa la financiación del déficit fiscal. Esta es una forma más directa (y probablemente más eficaz), de utilizar el poder de un banco central para crear dinero con el fin de ampliar la demanda de forma indirecta. Esa monetización directa del déficit parece especialmente sensible en Japón.

La alternativa es hacer frente a las causas de la estructuralmente débil demanda. Una política sería redistribuir los ingresos de los ahorradores a los consumidores (gravando el ahorro). Otra sería promover el gasto (bajando los impuestos al consumo). En suma, los ahorros improductivos deben desalentarse.

La otra alternativa son los cambios estructurales. La solución es estimular el mercado laboral, la innovación y la inversión. Pero estas políticas diseñadas para promover los cambios estructurales no deben simultáneamente debilitar la demanda. Esto es lo que está pasando en las reformas del mercado laboral, con reducción de salarios para una gran proporción de la fuerza laboral, que implica menor capacidad de consumo. Las reformas deben tener el fin de promover la demanda.

La crisis ha dejado un legado sombrío. La zona euro ha hecho un peor trabajo que EE.UU. Pero los orígenes de la crisis se encuentran en las debilidades estructurales a largo plazo. La política tiene que abordar estas deficiencias para que la salida de la crisis no sea el billete de entrada a la siguiente. Las repuestas deben ser poco ortodoxas, ya que las enfermedades raras necesitan tratamientos inusuales.




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