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Lo que no tienen los pobres - 2

Santiago Niño Becerra - Miercoles, 22 de Febrero

En clave española, el problema no está en que las tres personas más ricas de España aumentasen su ya enorme riqueza el 3% en el 2015, el problema está en que la riqueza del 30% de las personas de renta más baja cayó el 33% en los años de crisis.

Tampoco, y tomando el estudio que hace unas semanas y como cada año por estas fechas presentó el Ayuntamiento de Barcelona sobre la distribución de la renta por barrios considerando la renta media de Barcelona como 100, el problema, pienso, no es que el barrio de Pedralbes tenga una renta de 250, el problema es que el barrio de Ciutat Meridiana la tenga de 34.

Continuando con España y hablando de empresas, el problema no es que el directivo medio de las compañías que cotizan en el IBEX tenga una remuneración que equivalga a 96 veces el salario de un trabajador de base, el problema es que los salarios reales más bajos han caído el 28% entre el 2008 y el 2014. O que, hablando de pensiones, el problema no reside en que el Sr. José Ignacio Goirigolzarri se fuese del BBVA, en el año 2009, con un fondo de pensiones de 68,7 M €, sino que en 11 regiones españolas el 50%, o más, de las pensiones se hallan bajo el umbral de pobreza de esas regiones.

El problema está en que los que menos tienen, tienen muy poco. Del estudio ‘Riqueza en el mundo 2016’ elaborado por Crédit Suisse, la riqueza en España asciende a 4,1 B € y se distribuye del siguiente modo: la Clase Alta controla el 69,4% de esa riqueza, la Clase Media el 30,5%, y la Clase baja el 0,1%. Afinando un poco más, la Clase Media-Alta ostenta la propiedad del 16%, la Media-Media el 9,7% y la Media-Baja el 4,8%. (La riqueza media de cada español adulto es de 108.000 euros, a partir de aquí que cada cual compare con su situación).

Es decir, el problema de la pobreza en España no viene determinado porque 500.000 personas tengan una base imponible de 3.000 euros al mes o más, pero si viene influido porque 5,8 M de españoles la tengan por debajo del salario mínimo.

Por todas esas razones, y por muchas más, en España hay 9 millones de personas en riesgo de pobreza, 2,5 millones de personas ocupadas, es decir, trabajando, que son pobres y el 30% de los niños se hallan en riesgo de exclusión social; en resumen, hoy en España una persona de cada cinco es pobre.

¿Qué solución se puede dar a esto? La única solución permanente y eficiente sería reducir drásticamente el desempleo con contratos suficientemente remunerados. Pero para ello sería preciso que aumentara la demanda de trabajo remunerado con salarios suficientes. Para lo que es imprescindible que crezca el valor añadido de los bienes y servicios fabricados en España. Lo que necesita elevadas inversiones y requiere el cambio de modelo productivo español orientado al medio y bajo valor añadido que no necesita de altas inversiones.

Es una vía muy cara y a muy largo plazo y propia de los años 80 y 90; hoy la tendencia va por la implementación de tecnología a medida que desciende su precio y la robotización de procesos y rutinas, lo que hace descender la demanda de trabajo en una atmósfera de oferta de trabajo que no desciende, por lo que la salida por ahí se antoja casi imposible para una mayoría de la población.

Por todo ello la implementación de la Renta Básica se hace, pienso, ineludible e imprescindible. Su función es garantizar un mínimo y, por tanto, evitar profundizar en la degradación social. Sin embargo la Renta Básica no resuelve las causas de la pobreza: en el fondo la Renta Básica supone la asunción de una realidad imposible de cambiar: que cada vez se precisa de menos personas para generar el PIB que en cada momento sea necesario porque la tecnología adquiere un mayor protagonismo y permite flexibilizar producciones en tiempo, lugar y cantidad.

Por parte de los detractores se argumenta que la Renta Básica es prácticamente imposible de financiar, lo que no es cierto. Pero al margen de ello y en el fondo, la Renta Básica es un tema de voluntad y de concienciación por parte de quienes controlan la riqueza, tanto personas físicas como compañías, de que la Renta Básica conviene aunque sólo sea por un tema de orden público.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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