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Los mercados asiáticos sufren complejo de inferioridad

Redacción - Sabado, 25 de Febrero

Por regla general, las empresas con acciones de dos clases suelen tener un crecimiento más lento de las ventas, una inversión más débil y bajas valoraciones. Entonces, ¿por qué las Bolsas de Hong Kong y Singapur quieren permitir este tipo de estructura? Visiblemente afectados por la decisión de Alibaba Group Holding Ltd. (NYSE: Alibaba Group Holding [BABA]) de cotizar en Nueva York en lugar de en Asia, tanto Hong Kong Exchanges & Clearing Ltd. como Singapore Exchange Ltd. están barajando la posibilidad de permitir estructuras de acciones de doble clase.

Este tipo de estructura permite a los fundadores de Alphabet (NASDAQ: Alphabet Class A [GOOGL]) y Facebook (NASDAQ: Facebook [FB]) y pronto, Snap Inc., mantener el control de sus empresas a pesar de poseer un pequeño porcentaje de sus acciones. Estas modificaciones ayudarían a Hong Kong y Singapur a atraer importantes empresas y garantizar la existencia de estos centros financieros, según afirman los defensores de la idea.

 

2 razones por las que mantenerse alejado de la salida a Bolsa de Snap Al igual que cuando una persona se somete a una operación de cirugía estética para atraer a otra, estas ciudades se están engañando a sí mismas pensando que necesitan cambiar cuando en realidad lo que necesitan es una dosis de autoestima. Los defensores de la estructura basada en dos tipos de acciones argumentan que los fundadores y los gestores experimentados saben mejor que los accionistas lo que verdaderamente necesita la empresa. Los responsables de la empresa se centran en los intereses a largo plazo para el negocio, lo que proporciona unos buenos rendimientos a los accionistas. Sin embargo, si fueran los accionistas los que tuvieran el control de la empresa, probablemente se dejarían llevar por las tendencias del mercado, lo que daría lugar a unos resultados poco estables.

Suena muy bien, pero la realidad no es así.

Considere un índice ponderado de capitalización de mercado de 84 empresas con al menos 10.000 millones de ventas anuales y una estructura de doble clase, y compárelo con otro índice de las 793 empresas de 10.000 millones de dólares en las que una acción equivale a un voto. A primera vista parece que ambos índices son muy similares.

Si tenemos en cuenta los datos de los últimos 3 años, las compañías con acciones de una sola clase disfrutaron de un mejor rendimiento durante la mayor parte de 2014, y las de doble clase mejoraron en 2015 hasta mediados de 2016. Desde entonces ambas han seguido más o menos el mismo ritmo. Sin embargo, hay un problema con esa comparación.

Solo tres grandes empresas - Berkshire Hathaway (NYSE: Berkshire Hathaway Class B [BRK.B]), Alphabet y Facebook - representan alrededor del 30% del índice de doble clase, lo que distorsiona la imagen. Si sacamos de la comparación a esas 3 empresas, que solo suelen surgir una vez por generación, el grupo de las empresas con acciones de doble clase ya no parece tan bueno.

Si usted hubiera invertido en empresas con acciones de doble clase hace tres años, habría sufrido pérdidas durante el 65% de los días de negociación, en comparación con el 22% de las empresas con solo una clase de acciones.

Durante todo ese periodo de tiempo, el índice las acciones de dos clases nunca habría superado al de una clase. Eso es consistente con el informe de 2004 de la Oficina Nacional de Investigación Económica, según el cual las compañías con dos clases de acciones, por regla general, suelen tener un crecimiento más lento de las ventas, una inversión más débil y bajas valoraciones.

Resulta difícil comprender por qué las Bolsas están interesadas en fomentar esta práctica. Posiblemente lo único que pretendan es aprovecharse: la mayor parte de sus ingresos los obtienen a través de la compensación y la liquidación, mientras que los honorarios por la colocación de acciones tan solo representa una décima parte de sus ingresos.

Tal vez la única razón sea el egoísmo puro y duro. A los alcaldes de las ciudades parece no importarles gastar miles de millones en costosos proyectos de tranvías con el único fin de hacerse la foto de inauguración en vez de invertir mucho menos dinero en sistemas más eficientes como los autobuses.

Del mismo modo, los ejecutivos de los mercados de valores parecen estar dispuestos a reducir los derechos de los accionistas para poder hacer sonar la campana en las salidas a Bolsa de empresas como Ant Financial, United Co. Rusal o Saudi Aramco.

Hong Kong y Singapur deben resistirse a esta tentación y centrarse en desarrollar estrategias que beneficien a todos los inversores y no solo a unos pocos. Darle a un grupo de accionistas más influencia en la gestión de la empresa sin obligarlos a pagar por los privilegios va en contra del concepto mismo de democracia de los accionistas.

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