La Carta de la Bolsa La Carta de la Bolsa

Los nuevos inquisidores

Antonio Castelo Fernández - Miercoles, 29 de Julio

Amigo Moisés. Como dice el analista jefe de un banco de inversión, estoy totalmente de acuerdo con el artículo de hoy sobre los “nuevos inquisidores” de bancos y cajas de ahorro. Basta contemplar sus “casi” gratuitas ofertas y múltiples anuncios en prensa, radio y televisión, buses, marquesinas y farolas públicas incluidas. Hay un famoso “inquisidor” al que, como concurre con el cada vez más creciente y asequible -entre 20 y 60 euros según el “tratamiento a seguir”- sector de “tetas y culos” en posturas un tanto insinuantes, solo le falta anunciarse en los limpia parabrisas y ventanillas de los numerosos vehículos aparcados en las calles de Madrid. entre ellos el mío. Te puedo asegurar que estoy hasta los mismísimos  “bemoles”  -por no decir hasta los “cojones”- de quitar y quitar tan gorrinos “anuncios”.

También estoy totalmente de acuerdo con el real y demoledor artículo que, en “La Carta de la Bolsa” del pasado 5 de marzo,  publicó el economista Miguel C., bien documentado artículo que, en su parte final, dice:   “La relación de despropósitos es muy, muy amplia. El populismo llega a la Bolsa, lo peor que puede ocurrir. Populismo intervencionista, sin pies ni cabeza” .... “En casos extremos, la intervención estatal puede llegar a la estatificación de todos los elementos de producción, como en la experiencia marxista de las décadas pasadas....”

Para terminar y hablando de populismos o separatismos -que tanto monta monta tanto- te hago llegar “mi discurso final” con el que termino el ya formateado libro del que te hablé en su día. ¿Vale?

Un abrazo y hasta la próxima, si ha lugar. Que igual sí.

“Mi discurso final”

 

    Estoy por asegurar que más de uno pensará que en mis comentarios y escritos sobra lo de la “porca política”, que diría algún que otro siciliano o napolitano. Pues es posible. Pero… a quienes así piensen les invito a que reflexionen sobre la siguiente pregunta: ¿Me pueden informar de algo que en “este país” no esté mediatizado, politizado o controlado por los partidos políticos? Pues si hay “algo” que no lo esté me lo hacen saber. ¿Vale?

Yo, entre tanto y moleste a quién moleste, sigo con mi “discurso final”.                                      

    Me propuse, en casi todos los escritos, romper a hablar convencido de que la libertad de expresión solo se conquista ejerciéndola. Hay momentos, en la vida, en los que callar se convierte en una culpa y hablar en una obligación. Y digo “obligación” porque están en auge los partidos populistas que, prescindiendo de todo respeto a los valores democráticos, llegan a actuar contra la propia sociedad, el mismo pueblo, obedeciendo a intereses de países dictatoriales que pretenden la sumisión correspondiente.

     Así, “su democracia”, se convierte en un sistema de autodestrucción e indefenso. O sea, en una dictadura pura y dura que no solo pretende dictarnos su historia sino, también, hasta nuestra memoria. ¿Está claro?

     Por lo que a mi respecta les diré que me importa un bledo ser rebatido. Es más, les diré que acepto las críticas, los improperios y hasta los insultos. Pero… ¿saben una cosa? Que desde los agitados años que van desde la ruinosa “segunda” república -mi santa madre no tuvo otra ocurrencia que parirme en octubre de 1931, en plena apoteosis republicana- hasta la “tercera” que se nos avecina, debo decir que estoy repetidamente vacunado. Vamos, que me resbala e importa un bledo “digan lo que digan los demás”.

     Lo que no me resbala y me importa son las constantes cesiones a los disgregadores nazionalismos; craso error en el que, reiteradamente, vienen incidiendo tanto populares como socialistas. Tan reiteradamente “incidiendo” hasta el extremo de que el considerado segundo idioma del mundo -o sea, el español- esté  marginado o “casi” prohibido no solo en los colegios públicos de Cataluña sino, también, en la rotulación de locales y centros comerciales, vías e infraestructuras públicas incluidas.

     En resumen. Unos políticos permisivos que siguen manteniendo un “perfil bajo” y complaciente ante el permanente envite del “cutre” nazional/separatismo catalán -y próximamente con el vasco- que refleja, en ambos partidos, una actitud acomplejada y vergonzante.

     Con un “troceado” mapa autonómico tan propenso al secesionismo; “lanzadas” las nazionalidades, cantones, caciques o tribus, me sigo preguntando:

         

    ¿Que porvenir le queda a “este país” antes llamado España?




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