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Los países, como los individuos, deben ser tratados como fines, y no como medios

Carlos Montero - Lunes, 03 de Agosto

En el artículo del pasado viernes recogíamos un interesante estudio del profesor de la Universidad de Columbia y experto en crisis económicas Jeffrey Sachs. En él se afirmaba que la UE liderada por Alemania, había cometido un error histórico en la crisis griega.

En el final del artículo se señalaba que Grecia no ha podido compensar la caída de la demanda interna con incremento de las exportaciones como sí hicieron España, Irlanda y Portugal. De hecho, sus exportaciones cayeron en 3.000 millones de euros desde 2008 a 2013. Esto se explica por tres razones:

En primer lugar, debido a que los paquetes de rescate europeos no recapitalizaron el sector bancario griego (la atención se centró en el rescate de los bancos alemanes y franceses), los potenciales exportadores no pudieron obtener el crédito de funcionamiento requerido para incrementar su actividad externa. En segundo lugar, la base económica de Grecia es demasiado estrecha para apoyar un aumento significativo de las exportaciones a corto plazo. Y en tercer lugar, los obstáculos fiscales administrativos obstaculizaron la respuesta de los exportadores, sobre todo porque los aumentos de impuestos en los paquetes de rescate hicieron aún más difícil para las empresas pequeñas y medianas crecer y establecer nuevos mercados en el extranjero.

En la opinión de Jeffrey Sachs, la respuesta política de los socios de Grecia, liderados por Alemania, ha sido muy poco profesional. Su enfoque ha sido extender nuevos préstamos para que Grecia pueda pagar sus deudas existentes, sin restaurar el sistema bancario del país, o promover la competitividad de sus exportaciones.

Los 110.000 millones de euros que se le concedieron a Grecia en el primer rescate de 2010, se destinaron a pagar las deudas del gobierno con los bancos alemanes y franceses. Como resultado, Grecia debe una parte cada vez mayor de su deuda a los acreedores oficiales: FMI, Fondo Europeo de Estabilidad Financiera, y al Banco Central Europeo.

Año tras año, los acreedores de Grecia han prometido que los paquetes de rescate provocarían un rebote significativo en la producción del país, en el empleo y en las exportaciones. En lugar de ello, el país ha experimentado una depresión comparable a la disminución de la producción y empleo que sufrió Alemania entre 1930-1932, los años que precedieron a la llegada de Hitler.

Muchos alemanes pueden despreciar al actual gobierno griego de Syriza, que se comprometió a poner fin a la política de austeridad impuesta por los acreedores, pero cuatro gobiernos consecutivos - de centro-izquierda, tecnocrático, de centro-derecha, y de izquierda– la implementaron. Todos estos gobiernos fracasaron.

Quizás el gobierno de centro derecha de Antonis Samaras entre 2012-2015 fue el que estuvo más cerca de tener éxito, pero no pudo sobrevivir políticamente a la severa austeridad que fue obligado a imponer por los acreedores.

Para superar una crisis económica, el acreedor debe ser inteligente y mesurado. Tiene derecho a exigir fuertes reformas de un gobierno deudor mal administrado; pero si el deudor es presionado demasiado, la sociedad se rompe, dando lugar a inestabilidad,  violencia, golpes de Estado, y un sufrimiento humano generalizado. Aunque el deudor sea el máximo perdedor, los acreedores también pierden ya que no se les pagan.

La fórmula del éxito es hacer coincidir las reformas con el alivio de la deuda, de acuerdo con las necesidades reales de la economía. Un acreedor inteligente de Grecia haría las siguientes preguntas: ¿Cómo podemos ayudar a que por el sistema bancario de Grecia vuelva a circular el crédito? ¿Cómo podemos ayudar a Grecia para que estimule las exportaciones? ¿Qué se necesita para promover rápidamente el crecimiento de las pequeñas y medianas empresas griegas?

En cinco años Alemania no ha hecho ninguna de estas preguntas. De hecho, con el tiempo, las preguntas han sido sustituidas por la frustración alemana por la supuesta indolencia e incorregible corrupción griega. Se ha convertido en algo personal por ambas partes. Los acreedores no han logrado proponer un enfoque realista sobre la deuda griega, tal vez por el temor de Alemania a un contagio a Italia, Portugal y España.

Cualquiera que sea la razón, Alemania ha tratado mal a Grecia, sin ofrecer el alivio de la deuda que se requiere. Y si lo hizo para asustar a Italia y España, se debe recordar el imperativo categórico de Kant: Los países, como los individuos, deben ser tratados como fines, y no como medios. 




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