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¿Por qué no soy un inversor virtuoso?

Carlos Montero - Martes, 02 de Septiembre

Malcolm Gladwell en su best-seller Outliers afirmó: No importa lo talentoso que sea, convertirse en un músico virtuoso, en un gran maestro de ajedrez o en un deportista de élite requiere aproximadamente 10.000 horas de práctica.

Hagamos cálculos llevo unos 25 años trabajando en los mercados financieros a una media de 8 horas diarias, lo que supone un total de 52.000 horas de práctica…¿soy entonces un inversor virtuoso? Obviamente no.

¿Por qué la regla que funciona en otras actividades no tiene validez en el mundo de la inversión? Probablemente por lo que el psicólogo Daniel Kahneman define como problema de retroalimentación inmediata.

Kahneman explica que aprender a conducir por ejemplo es una actividad donde la retroalimentación de la experiencia es clara e inmediata. Cuando usted toma una curva sabe inmediatamente si ha tomado el giro de forma adecuada o ha aplicado los frenos con demasiado fuerza. Por el contrario, el capitán de un gran barco experimenta un largo retraso entre sus acciones y los resultados, por lo que la habilidad es más difícil de adquirir. Esta divergencia en el mundo de la inversión es aún más importante, como afirman los analistas de Couchcanadianpo.
Los errores de inversión como no tener una cartera bien diversificada, no considerar el componente riesgo en las inversiones, no interpretar correctamente los inputs del mercado, pueden ser subsanados con el tiempo y la experiencia. Ahora bien, en decisiones estrictamente operativas existe el gran hándicap de la falta de “retroalimentación inmediata”.

Por ejemplo, si usted elabora una cartera de valores con una perspectiva de largo plazo puede ser que el resultado en los primeros meses de evolución sea negativo pues las circunstancias no se ajustan en ese momento a su plan estratégico. Ahora bien, lo acertado en la elaboración de esa cartera no debe basarse en el rendimiento semanal, mensual o semestral. Puede ser que tenga una rentabilidad muy mala con respecto al índice y al resto de competidores a seis meses, pero cuya rentabilidad anual en un lustro o en una década supere ampliamente sus indicadores de referencia. ¿Cómo voy a mejorar con la experiencia si el resultado de mis actos no se verán hasta dentro de cinco años? Simplemente, no se puede.
Como afirman los analistas a los que hacíamos antes referencia es como si golpeáramos una bolsa de golf y no supiéramos donde cae hasta dentro de cinco años. ¿Cómo sabríamos si tenemos que corregir el swing o no?

Por tanto, la experiencia en la inversión tiene un papel claramente inferior en el aprendizaje que en otras actividades. Los traders de corto plazo sí tienen ese proceso de retroalimentación. El problema con esta forma de invertir es que el grado de aleatoriedad es tan elevado en las bolsas en periodos cortos, que de poco nos servirá la experiencia para intentar anticipar el movimiento del precio de un activo.
Si la experiencia fuera un componente decisivo a la hora de alcanzar el éxito en los mercados (volverse un inversor virtuoso), los movimientos de los precios estarían tan condicionados que se generarían grandes distorsiones, y probablemente variaciones en los precios de los activos contrarios a lo que pudieran predecir esta masa de inversores cualificados.

La experiencia en los mercados financieros tiene un papel mucho más residual que en otras actividades del ser humano. El control emocional por ejemplo es bastante más importante para el éxito duradero en los mercados.




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