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¡Qué confundidos estamos con la felicidad!

Carlos Montero - Jueves, 20 de Junio

Imagínate a ti mismo durante la noche. Los niños están con los suegros (así que no hay presión de la niñera), fuiste un poco loco y optaste por la segunda botella de vino y ahora estás en la ópera disfrutando de uno de tus artistas favoritos. Mueve la cabeza y sumerge tu cabeza en esta gloriosa música, saboreando cada momento: ha pasado un tiempo desde que recuerdas una velada tan agradable. Y cuando la ópera llega a su fin, la persona sentada a tu lado se tira el pedo más ruidoso y atroz que jamás hayas experimentado. 

El economista ganador de un premio Nobel, Danny Kahneman, usa este ejemplo (bueno, él eligió el "horrible sonido de un chillido" sobre la flatulencia) para mostrar cuán equivocados podemos estar con respecto a la felicidad. La heurística psicológica conocida como la regla del pico-final nos hace "juzgar una experiencia basada en gran medida en cómo (nosotros) nos sentimos en su punto máximo (es decir, su punto más intenso) y en su final, en lugar de basarnos en la suma total o el promedio de cada momento de la experiencia". Así que mientras viajas a casa en Uber, tu recuerdo de la noche mágica se ve empañado por el pedo. 

Entonces, ¿qué es la felicidad? Kahneman cree que la respuesta está en la tensión entre "lo que experimento" y "lo que recuerdo". Y este enigma aparece en muchos de nuestros re-marcos existenciales: si vivimos en el momento o demoramos la gratificación, nos centramos en el proceso.  

¿Unas vacaciones te hacen feliz? 

En su Ted Talk 2010, el enigma de la experiencia y la memoria, Kahneman presenta un experimento mental legítimo acerca de uno de los mayores "conductores" (mi palabra, no la suya) de la felicidad: las vacaciones. Nos invita a imaginar nuestras próximas vacaciones sabiendo que: 

Los psicólogos miden un momento de nuestras vidas como tres segundos: un mes consta de 600,000 momentos y, en promedio, experimentamos 600 millones de momentos en nuestras vidas. 

Entonces, si regresamos a esas vacaciones, ¿queremos sentirnos bien durante 300,000 pequeñas ráfagas de vida? ¿O juzgar una cena de cinco estrellas que "recordarás" en los próximos años? Aquí es donde el yo que recuerda puede comenzar a desviarnos. Es difícil recordar pequeños incrementos de tres segundos, por lo que nuestra mente construye narraciones en torno a "futuros recuerdos anticipados", o lo que Kahneman llama la "tiranía del yo que recuerda". Por lo tanto, el yo recordado se convierte en la cola que mueve al perro en el que "arrastra lo que experimenta el yo a través de experiencias que el yo que experimenta no necesita". 

El yo que recuerda realmente se preocupa por la "satisfacción con la vida", que en gran parte está impulsada por criterios sociales y "comparaciones con otras personas". Mi colega, Ephrat Livni, describió de manera sucinta esta dicotomía: “La satisfacción es retrospectiva. La felicidad se produce en tiempo real ". 

Kahneman sostiene que esto es particularmente grave con el dinero: 

Este enfoque en la comparación nos aleja del ser experimentado. Piénsalo, a nadie le importarán los tres segundos más felices de tu vida. Kahneman le dijo a Tyler Cowen que esta realización lo empujó fuera del campo de la felicidad. Estaba frustrado de que las personas actuaran de manera irracional y se pusieran a su manera cuando se trataba de la felicidad. Un ejemplo: a pesar de la evidencia convincente de que pasar tiempo con amigos hizo felices a las personas, no priorizaron ese comportamiento. 

¿Debes elegir recuerdos o experiencias? 

Comprendí esta tensión con nuestro reciente traslado a California y mi experiencia con el surf. Al construir mis futuros recuerdos anticipados, tuve esta visión de mí bronceado y atravesando las olas como Kelly Slater. 

Resulta que para un simple mortal como yo, el surf no es definitivamente algo para ser recordado. Por el contrario, es el yo experimentado no es tan satisfactorio. Debido a que el deporte depende tanto de la madre naturaleza, el surf se ha convertido en una actividad diferente a la que imaginé: mucha gente sentada sola (a menudo en la oscuridad) esperando coger alguna ola ocasional. A menudo es frío y solitario, pero con el tiempo he conseguido descubrir la belleza en esa quietud. Es muy grtificante esos tres segundos de la presencia calmante de la madre naturaleza. No me malinterpreten, los (raros) días de Kelly Slater son muy divertidos, pero lo que me trae de vuelta cada día es esa simple serenidad. Cada momento es una bendición.  

Fuente: RadReads 




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