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Revolución 415

Santiago Niño Becerra - Jueves, 18 de Diciembre

Como están utilizando un artilugio que dispone de Internet, vayan a unas cuantas webs de noticias, económicas, pero no sólo. Enciendan su receptor de TV y vayan mirando informativos de diferentes canales. Salgan a la calle y observen a su alrededor. Cómprenlos o vayan a una biblioteca y ojeen diversos periódicos. Luego busquen un banco tranquilo y pregúntense: ¿por qué no estalla una revolución?.

Para ciertas capas sociales estamos en una situación equivalente a 1830. Desempleo enquistado con nulas posibilidades de lograr una cierta estabilidad laboral. Para muchas familias el subempleo enraizado se halla en sus hogares: hoy su trabajan dos miembros de la familia, mañana uno en negro, pasado otros dos a tiempo parcial, una semana ninguno. Remuneraciones a caballo de una pensión, de salarios parciales de días o semanas, de una renta de inserción, de la simple ayuda familiar o de la caridad. Y unas expectativas nulas, o cómo máximo de mantenimiento de su actual situación. En España más, pero vuelvan a mirar: Europa, USA, Latinoamérica, ... ¿Por qué no estalla una revolución?.

La realidad, las expectativas, pueden ser para numerosas personas semejante, guardando todas las distancias que quieran, a la existente en 1830, pero lo cierto es que no estamos en 1830. Hoy existe un modelo de protección social, en retroceso, a la baja, en declive, con crecientes carencias, con limitaciones en ascenso, pero es infinitamente más de lo que existía en 1830 ya que entonces no había nada que mitigase una miseria imposible hoy de imaginar. Hay más.

En 1830 la capacidad de captación de información de las monarquías reinantes y de sus fuerzas del orden era mínima, limitada a una red de informadores, a las detenciones arbitrarias e indiscriminadas, y al uso aún más indiscriminado de la violencia de todo tipo. Pero con todo su poder los Estados de aquel entonces podían encontrarse con una ciudad jalonada de barricadas de un día para otro. En París saben mucho de eso.

Pero hoy la cantidad de información que una agencia de seguridad interior o exterior puede tener de las personas que quiera y de la calidad que precise es casi infinita. Sitúense: hoy es posible reconstruir la vida de una persona en Londres, por ejemplo, desde que se levanta hasta que se acuesta con un detalle total de lo que ha hecho, de cómo lo ha hecho, y de dónde lo ha hecho. Internet, sí, pero también son las cámaras que tapizan calles y plazas, los pagos que se realizan, los transportes públicos que se utilizan, los lugares a los que se accede. Pero eso es necesario que sea así porque ese proceder brinda seguridad.

Sumen las dos cosas: la protección y la seguridad; el resultado se llama disuasión. Y añadan entre paréntesis el hecho de que haga muchos años que no haya dictaduras, ni golpes de estado en países con una estructura relativamente organizada, ni guerras en países con un cierto peso internacional: un período así desacostumbra a cualquiera a montar barricadas.

Por tanto, todo consiste en que quienes están mal siempre tengan algo que puedan perder si no se portan bien; todo consiste en que quienes están mal perciban un elevado, potente, y completo sentimiento de seguridad.

No estamos en 1830. Por eso las revoluciones no están de moda.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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