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¿Se aplican realmente los tipos de interés negativos?

Victoria Torre / Self Bank España - Viernes, 29 de Julio

La lucha de los bancos centrales por reactivar la inflación ha fomentado la inyección de grandes cantidades de dinero que han llevado al Euríbor a terreno negativo. Ya hay muchos expertos que alertan de que la política monetaria se está introduciendo en un terreno desconocido, dado que el interés negativo es, a priori, un concepto extraño o, cuando menos, anómalo.
En un entorno con condiciones normales, los tipos de interés son positivos. Esto significa que:

Si alguien invierte, recibe una remuneración a cambio (por ejemplo, cuando se tiene el dinero en una cuenta corriente o en un depósito a plazo).
Cuando alguien recibe un préstamo, tiene un coste, porque además de devolver el principal, debe pagar intereses.


En un entorno de tipos negativos, el mecanismo sería el opuesto:

El que invierte dinero, tiene que pagar por hacerlo.
El que recibe el préstamo, cobra unos intereses por ello.


Por lo tanto, tenemos dos tipos de situaciones en los que puede operar el tipo de interés negativo. Vamos a ver qué está sucediendo en ambos casos:
A medida que nos adentramos en la recesión, los ahorradores pudieron comprobar encontrar una buena rentabilidad era más complicado. Las cuentas corrientes y los depósitos ofrecen cada vez menos rendimiento. El BCE, por su parte, también está cobrando a los bancos por tener el dinero allí depositado, y algunos bancos alemanes empezaron en 2014 a cobrar comisiones a grandes clientes en determinados depósitos.
Ciertos títulos de Deuda Pública ofrecen un interés negativo, lo que significa que los inversores están pagando por invertir (aunque en este caso hay que tener en cuenta también otras variables, como la posibilidad de venderlos en el mercado secundario o de jugar con la cotización de las divisas).
Aquellas personas que tienen un préstamo, los que tienen alguna deuda referenciada al Euríbor han visto cómo el tipo de interés que pagan se ha desplomado en los últimos años, aunque no es previsible que, una vez sumado el diferencial, el tipo de interés que tengan se quede en negativo. En el caso hipotético de llegar a esta situación (que el prestatario tuviese que recibir dinero por el préstamo recibido), podría conducir a litigios, pues los contratos suelen recoger que el prestatario se obliga a devolver la cantidad adeudada y el interés acordado, y, si el interés fuese negativo, se daría la paradoja de que ni siquiera devolvería el principal.




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