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Sin crecimiento, todos son problemas. Con crecimiento, los problemas se matizan y olvidan

José Luis Martínez Campuzano - Sabado, 07 de Marzo

ilustracionAdmito que no me gusta mucho el fútbol. Bueno, lo veo. Y admiro el buen juego, venga de quién venga. El problema es esto último: no tener un color de camiseta preferido. Esto puede llegar a ser un verdadero problema, por ejemplo en mi casa donde además de forofos de este deporte hay verdaderos hinchas de un par de equipos. Se pueden imaginar cómo son las veladas cuando juegan los dos equipos en cuestión. Y yo, ahí ¿Qué por qué les cuento todo esto? Porque mi hijo el pequeño ha ganado con su equipo el primer partido de fútbol de la temporada. El primero de más de 10 partidos de desilusiones que fueron generando un creciente malestar entre jugadores y también, ya lo saben ustedes, en una parte de padres. Pero, como si de un milagro se tratara, la victoria ha traído todo tipo de buenos deseos y compañerismo. Los padres de unos vuelven a ser potenciales padres del resto. Todo es felicidad, olvidándonos de los malos tiempos. Es el fútbol sin duda. Y yo, padre del portero goleado, pues ahí.

Ocurre igual con el crecimiento. Sin crecimiento, todos son problemas. Con crecimiento, los problemas se matizan y olvidan. ¿Prioridades? No las hay, salvo dejarse llevar por ese crecimiento tan deseado. Hasta los economistas, forenses del pasado, nos dejamos llevar por el corto plazo cuando las recomendaciones a medio y largo plazo "no venden". Sí, el crecimiento es como ganar un partido de fútbol que nos hace vivir el momento. Luego, en el futuro, ya veremos.

Pero, ¿qué puede ocurrir cuando el crecimiento tan deseado obliga a replegar buena parte del arsenal monetario expansivo aplicado en el pasado? Sí, el crecimiento curiosamente no tiene por qué ser positivo para unos mercados que se han beneficiado de la garantía monetaria implícita desde los bancos centrales. El crecimiento, curiosamente, podría llevar a un ajuste más rápido de lo esperado entre el precio alto de los activos financieros y su valor. Sólo podría, naturalmente. Y es que no espero que los bancos centrales sacrifiquen la "estabilidad financiera" ganada con tanto esfuerzo precipitando su normalización. Pero, la normalización en algunos casos tan significativos como el de la Fed, es sólo una cuestión de tiempo (revisen los comentarios de Stanley Fisher del viernes). ¿Consecuencia para los mercados? Inestabilidad.

Ahora bien,  ¿cómo compaginar esta potencial inestabilidad con el buen comportamiento hasta el momento de los activos de riesgo? De acuerdo, en Europa el QE lo explica todo: bolsa, deuda, crédito y caída del Euro. Hay poca historia a debatir en los mercados europeos, donde cualquier voz discrepante en el análisis es inmediatamente silenciada por el QE.  Lo iremos viendo, poco a poco. Pero, ¿podrá el QE del ECB contrarrestar la inestabilidad exportada desde el debate de la normalización monetaria por la Fed? Es una buena pregunta. Y en el pasado, la Fed siempre ha mandado. Pero, nunca en el pasado hemos tenido al ECB (o a cualquier otro banco central) comprando un volumen de papel como el prometido mensualmente por la Autoridad Monetaria Europea. Sí, promete ser apasionante para el análisis. Pero no lo tengo tan claro en el caso de la gestión de activos, una tarea cada vez con menos alicientes (léase rentabilidad) y mayores penalidades (riesgos).

¿Y Grecia? Pues, ahí. Pero, repito, es en la Fed en quien debemos poner el mayor énfasis a corto plazo. Cada dato se convierte en una fuente interesante de debate sobre si será o no suficiente para hacer que se inicie la subida de tipos. Y esta semana tendremos datos tan importantes como el ISM o los datos de empleo de febrero. En este último caso influidos por el mal tiempo, que puede llevar a reducir el volumen de empleo hasta el nivel más bajo del año. ¿Desaceleración? No lo creo. También mucho énfasis en la evolución de los salarios por hora trabajada, especialmente cuando algunos consejeros de la Fed advierten cada vez de forma más clara que la desaceleración de la inflación es temporal por un shock de oferta en un entorno en que la fuerte demanda impedirá que se indicie al proceso productivo. De hecho, como decía Fisher el viernes pasado,  la proximidad a tasas de desempleo del 5/5.5 % obliga a la política monetaria a recordar que actúa con desfase en el tiempo.

Lo dicho: lo peor que les puede pasar a los mercados financieros es que, al final, los bancos centrales tengan éxito en sus medidas para recuperar el crecimiento e inflación. Aunque sea un crecimiento cíclico, con enormes incertidumbres a medio y largo plazo. Como el resultado del equipo de mi hijo. Pero, es cierto, de vez en cuando es necesario tener alguna alegría....¿no están de acuerdo?.

José Luis Martínez Campuzano
Estratega de Citi en España




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