La Carta de la Bolsa La Carta de la Bolsa

Un “chiste” que hace temblar a los inversores

Carlos Montero - Jueves, 22 de Febrero

Es probable que la mayoría de los que estén interesados en los mercados financieros hayan leído o escuchado que la causa del último tramo bajista en las bolsas, que amenaza con continuar tras el rebote de la semana pasada, ha sido el repunte de inflación, y el miedo a que éste provoque una subida de tipos por encima de lo esperado por el mercado. Como hemos dicho en otras ocasiones, es un miedo infundado, pues no hay señales, por ahora, de ningún brote inflacionista.

Una de las mejores explicaciones sobre este hecho la publicó recientemente Nicolás López de M&G A.V., que se preguntaba: Inflación, ¿qué inflación?

Desde luego si nos atenemos a la evolución reciente de la inflación los temores del mercado parecen totalmente infundados. El IPC subyacente de EE.UU. está en el 1,8%, muy cerca de su nivel mínimo de los últimos cinco años. El indicador más seguido por la FED, el índice de precios de los gastos de consumo del PIB está en el 1,5%, también cerca de sus mínimos después de que a lo largo de 2017 los precios se hayan desacelerado de forma significativa.

Los mercados se mueven por expectativas además de por la evolución reciente que influye en las expectativas. En las últimas semanas se ha producido un modesto repunte de las expectativas de inflación a largo plazo que en sí mismo no parece suficiente para justificar la caída de las Bolsas. Ha venido acompañado, o tal vez liderado, por un repunte de la rentabilidad de los bonos a largo plazo que en dos meses se ha movido desde el 2,35% hasta el 2,88% actual. Los mercados vieron reforzados sus temores a un repunte de la inflación con la publicación del dato de salarios por hora publicado hace semanas que reflejó un aumento interanual del 2,9%, el más elevado desde 2009. El argumento inflacionista interpreta que la economía norteamericana está en una fase avanzada del ciclo con una situación de pleno empleo que estaría empezando a provocar tensiones en los salarios que, a su vez, favorecerían un aumento de la inflación a medio plazo.

Los salarios por hora están creciendo a tasas del 2,6% en promedio sin que se aprecien tensiones inflacionistas. El último dato en el 2,9% es insuficiente para saber si algo puede estar cambiando.

Las expectativas de inflación a largo plazo han repuntado ligeramente en las últimas semanas pero no parece ser la causa del repunte de los bonos que ha sido bastante más intenso.

La fortaleza del mercado laboral no se ha traducido hasta ahora en tensiones inflacionistas. En un ciclo “normal”, tasas de desempleo tan bajas como la actual habrían llevado a la Fed a una política monetaria claramente restrictiva para frenar el crecimiento e incluso forzar una recesión en la economía. De hecho la Fed está subiendo los tipos y es previsible que lo siga haciendo algún tiempo más pero simplemente para normalizar sus niveles después de una década de tipos cero, y no para provocar una desaceleración en el crecimiento de la economía.

En Europa hablar de riesgos inflacionistas suena a chiste. Es normal que las bolsas europeas hayan caído arrastradas por la americana, pero si en EEUU el argumento de la inflación resulta un poco forzado, en Europa suena a chiste. De momento la inflación sigue preocupando al BCE por lo baja que está y la nula reacción que ha tenido a la aceleración de la economía en los últimos trimestres. En Europa todo lo que sea una inflación y unas rentabilidades de los bonos un poco más altas debería ser positivo para la Bolsa. Personalmente veo más riesgos de una cierta desaceleración del crecimiento en próximos trimestres que de un repunte inflacionista.

La corrección de las bolsas europeas, al igual que en EEUU, ha sido muy generalizada por sectores lo que apuntaría más a una corrección técnica, que a un movimiento de protección ante posibles subidas de las rentabilidades. Valoraciones relativamente bajas como tenemos y buenas expectativas de crecimiento, sólo pueden dar lugar a dos desenlaces: una próxima recuperación de los precios o un inesperado deterioro de la economía que acabe justificando las caídas. Esperemos que sea lo primero.




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