La Carta de la Bolsa La Carta de la Bolsa

20 D

Santiago Niño Becerra - Lunes, 21 de Diciembre

Bueno, ya está. La ciudadanía ha votado a quienes han creído convenientes, los resultados son conocidos, y dentro de cuatro días en España habrá Gobierno. Perfecto, ¿… y?.

En la campaña ninguna formación política, ninguna ha hecho referencia a la única verdad que planeaba sobre el desenlace de las elecciones –de estas y de cualesquiera otras que se celebren en España o en cualquier otro país–: que hoy da exactamente igual lo que las ciudadanías voten y los resultados que salgan ya que lo importante no es decidido en el país en que tienen lugar las elecciones.

Los gobiernos salidos de unas elecciones –no importa que su pureza democrática sea absoluta– independientemente de su color y de los rostros de sus componentes están hipotecados, desde el mismo momento en que finalizaron las elecciones, por una serie de decisiones, acuerdos, compromisos y estrategias que ya se tomaron y adoptaron antes de su victoria por lo que tienen que cumplirlos inexorablemente so pena de que al país en cuestión le pasen cosas feas. Lo sucedido en Grecia es el ejemplo más reciente.

Independientemente del Gobierno que finalmente tenga España, España va a tener que pagar, en el 2016, 30 mM€ de intereses de su creciente deuda pública; lo que crezca va a tener que ser destinado al servicio de la deuda; el déficit de la Seguridad Social va a continuar subiendo y mermando la cada vez más raquítica caja de reserva de las pensiones; va a seguir monitorizada por los MiB del BCE por el rescate de su banca al que fue obligada a pedir; va a tener que subir impuestos y recortar gasto público; y todas aquellas promesas que se hicieron en campaña pasarán a llenar el baúl de los recuerdos (Karina).

Lo Conveniente está más allá de candidatos y de elecciones y se halla por encima de los partidos. Los gobiernos son elegidos por votación popular, como tiene que ser, pero esos gobiernos salidos de las urnas deben hacer eso que es conveniente y que no tiene porque coincidir con los intereses, inquietudes y preferencias particulares de quienes votaron, incluso de quienes les votaron. Es decir, los gobiernos: todos y los de todos los países, zonas, áreas y lugares, no son más que ejecutores de eso que es conveniente para que las cosas sigan su curso.

Si esto lo tuvieron en cuenta ayer, perfecto.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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