La Carta de la Bolsa La Carta de la Bolsa

65 horas - y II

Santiago Niño Becerra - Martes, 17 de Junio De lo anterior, de lo que decíт­amos ayer, se deduce que la necesidad de factor trabajo es decreciente, que ya no hay una necesidad real de proteger al factor trabajo en particular ni a la población en general porque hay oferta de trabajo de sobra, y porque ya no hay que comprar ninguna paz social; el sistema, este sistema que cada vez se halla más agotado, lo sabe. Antes fue el naciente liberalismo, hoy, la sofisticación semántica ha acuñado el opting out, y el free choice, pero, en el fondo, nada ha cambiado.

Cada vez va a hacer falta menos población ocupada para producir la cantidad necesaria de bienes con la calidad conveniente, por ello, la población activa va a ser mayor en número y, en términos medios y, debido a la expansión de la formación, va a estar mejor cualificada; si la protección social cada vez va a ser políт­tica y económicamente mente menos necesaria, hagan una simple regla de tres: para una empresa, siempre será mejor tener menos trabajadores, más cualificados y altamente motivados (una oferta de trabajo muy superior a la demanda motiva mucho) acompañados de la inversión conveniente aunque tenga que remunerárseles un poco más generosamente, que tener en plantilla muchas trabajadoras y muchos trabajadores que quieran trabajar pocas horas aunque sus remuneraciones sean inferiores y la inversión necesaria raquíт­tica. Desde hace años, pero ahora ya sin duda alguna, la productividad ha ganado a la cantidad, y la crisis del 2010 va a acabar de dar la puntilla a la segunda.

En esta “nueva” concepción quedan una serie de temas colgados, una serie de temas englobados en lo que se ha dado en llamar la “ética de las relaciones laborales”, dos de cuyos temas más emblemáticos son la “conciliación de la vida laboral y familiar” y la “responsabilidad social corporativa”.

A partir de mediados de los años 90, y coincidiendo con la eclosión de la Inteligencia Emocional, es cuando empieza a producirse el desarrollo de una forma de pensar que tiende a poner a “la persona” en el centro de las relaciones económicas y sociales; una de las consecuencias de tal forma de pensar fue la idea de que las empresas debíт­an devolver a la sociedad lo que las sociedad les daba, algo que las compañíт­as podíт­an hacer a través de lo que se dio en llamar la “conciliación de la vida laboral y familiar” y la “responsabilidad social corporativa”; el objetivo de la empresa continuaba siendo obtener la máxima cantidad de beneficios, pero la forma de hacerlo se recubrió de conceptos éticos y de consideración a la persona.

Esa tendencia filosóficas y su plasmación práctica debe ser encuadrada en el períт­odo temporal en el que aconteció: el desarrollo e implementación de las TICs y la tendencia hacia un boom económico generado, sustentado y alimentado por los créditos personales y por el apalancamiento financiero, en una atmósfera de “todo es posible” (la recesioncilla del 2000: un grano de arena en el camino).

El boom ya finalizó y la dinámica ya es otra: ahora estamos preparándonos para una crisis, una crisis fortíт­sima, duríт­sima, en la el objetivo va a ser la supervivencia pura y dura y donde la protección social y la ética de las relaciones laborales va a ir a la baja y se va a batir en retroceso. 

¿La “conciliación de la vida laboral y familiar” asíт­ como otros conceptos semejantes?, pues muy bien para los libros de historia. ¿Las huelgas reivindicativas y los movimientos de presión con los que amenazan, por ejemplo, las y los profesionales de la medicina?; lean lo que sigue. Uno de los episodios más ocultos de la historia y que constituye parte de la explicación -parte- del rechazo, en USA, al afroamericano por parte del wasp se debe a la utilización como esquiroles de muchos de aquellos durante las huelgas reivindicativas de los años 20 y 30; si entonces eso se hizo, ¿por qué no puede volver a hacerse hoy en una atmósfera de modelo de protección social a la baja y de retroceso del Estado social?. Y no se lo crean: no se crean que esta ampliación de las horas semanales “máximas” de trabajo sea debida a la carencia de profesionales existentes en algunas profesiones, hace dos años existíт­a idéntica carencia pero el horno del modelo no estaba, aún, para los bollos de las “hasta 65 horas semanales de cómputo medio trimestral”

(Va en esta líт­nea: se habrán enterado del seguro de nómina que ofrece una entidad financiera del reino. Se contrata un seguro con esa entidad financiera, se paga una prima y, en caso de desempleo o de incapacidad laboral, se percibe una cantidad dentro de unos líт­mites temporales y dinerarios y, previendo que a la persona asegurada, tal vez por la impresión de verse en ese estado, sufra un accidente cardiovascular o de otro tipo, los beneficiarios que la persona asegurada designen percibirán una cantidad. Es un auténtico seguro de paro, ¿no?).

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economíт­a IQS. Universidad Ramon Llull.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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