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Automóvil

Santiago Niño Becerra - Viernes, 03 de Octubre El automóvil, tal y como hoy lo conocemos, mejor dicho, tal y como hasta ahora lo hemos conocido, nace en 1913, con el Ford T y, como todas las cosas, no nació cuando le dio la gana, ni porque síт­, sino cuando le tocaba: cuando fue necesario.

La II Revolución Industrial hacíт­a veinte años escasos habíт­a comenzado y la base de capital era suficiente como para abordar el asalto a la productividad, lo que se hizo en la década de 1920, pero para eso hacíт­a falta cambiar el modo en que las cosas eran hechas.

Inversión masiva (en términos de la época) y profundos cambios organizativos (Taylorismo) posibilitaron que la productividad comenzase a crecer, es decir, utilizando conceptos de entonces, a “aumentar la producción”. Pero para que esa mayor producción pudiera tener salida habíт­a que: 1) ofrecerla a precios atractivos, 2) conseguir que la mayor cantidad posible de gente pudiera tener un ingreso (no “toda la gente”, eso vino después), y 3) posibilitar la compra favoreciendo el pago.

Lo primero dio lugar al Ford T: una baratija automovilíт­stica teniendo en cuenta los precios de los automóviles de aquellos años. Lo segundo se consiguió reorganizando la producción y empleando a quienes fueran necesarios y pagándoles según rendimiento, claro. Lo tercero posibilitando el crédito y permitiendo el endeudamiento. Como muestra, fíт­jense en lo que sigue:

“Mientras que para producir un modelo T se requeriríт­an 7.882 tareas distintas, tan sólo para 949 de ellas se requeriríт­an hombres de fuerte complexión fíт­sica, hombres fíт­sicamente casi perfectos. Para el resto de las tareas, 670 de ellas podríт­an ser realizadas por hombres sin piernas, 2.637 por hombres con una sola, 2 por hombres sin brazos, 715 por hombres con uno solo, y 10 por hombres ciegos”. Son palabras que Henry Ford escribió en sus memorias: “My Life and Work”, 1923.

El gran invento de Henry Ford fue diseñar un automóvil para la masa, con equipamientos para la masa, con precios para la masa y que fuese pagado con arreglo a las posibilidades de pago de la masa, de-la-masa; es decir, de cada individuo. Ya hemos llegado. El automóvil comenzó a convertirse en lo que hoy conocemos ! en el momento en que cada individuo comenzó a ser necesario.

Para que cada individuo se desplazara, para que gastase, para que se moviese de un sitio a otro, para fomentar el ansia de libertad humana (a lo que se ayudó, en USA, creando unas redes patéticas de transporte público), es decir, fomentando su individualismo, lo que llevaríт­a a cada individuo a incrementar su consumo y a cerrar el cíт­rculo: la masa produce - la masa consume - la masa produce - !! (Lo único que hizo Keynes -y fue la monda- fue proyectar y sofisticar unos principios que ya estaban en el aire desde que empezó a crecer la productividad). Pero el automóvil y su filosofíт­a supusieron algo que hoy ya no se da ni volverá a darse nunca más.

A finales del siglo XIX, en 1913, en la década de los años 20, durante la Gran Depresión, se daba por hecho algo que hoy sabemos que “ha dejado de ser cierto”: los recursos no son inagotables; además, desde finales de la década de los años 20 -desde que la productividad comenzó, verdaderamente, a crecer-, hasta 1973 -momento en el que se constató la falacia de lo dicho en la primera parte de este párrafo-, “todo iba a más” porque se estaba en la fase de alcanzar metas: “más - con más - para más”, algo que ya hace años ha dejado de ser cierto.

¿El automóvil?, pues pura y simplemente ha dejado de ser necesario: cada vez es menos útil: las TICs posibilitan que los desplazamientos se reduzcan, su tecnologíт­a es superineficiente: el 70% de la energíт­a que consume la disipa en forma de calor, su uso puede ser causa de daños fíт­sicos y psicológicos, contamina un montón y, lo más importante: “lo individual” cada vez se va a llevar menos.

Estamos yendo hacia una época de gasto eficiente, de consumo necesario, de productividad aplicada a la eficacia, de tratamiento colectivo de trabajos y problemas, de desplazamientos imprescindibles, entonces, ¿para qué necesita una familia de tres miembros tener cuatro vehíт­culos?.

¿Cómo dicen, que lo necesita el PIB porque el automóvil genera una gran cantidad de PIB?, pues entonces, Señoras y Señores, es el PIB quien tiene un gran problema.

(¿Las previsiones de Faconauto de que en el 2013 se venderán en el reino 1,8 millones de vehíт­culos?, pienso que es el sueño de una noche de Verano. Las míт­as: 0,3 millones, si llega, y, de estos, ni uno ensamblado en España).

(El Plan: levanta dudas: “Investors are worried that economic conditions and earnings will still deteriorate even with this rescue plan. (!)The weakening global demand is becoming more of a concern to many investors”. Lo dice Masaru Hamasaki, un estratega financiero de Toyota Asset Management Co. in Tokyo, que maneja 3.300 millones (http://www.bloomberg.com/apps/news?pid=20601087&sid=a44qZeyMHWEo&refer=home).

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economíт­a IQS. Universidad Ramon Llull.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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