Clima y ladrillo
Santiago Niño Becerra - Miercoles, 13 de Junio Más de lo mismo (casi).Quienes de Uds. me siguen saben que no hablo de políÑ‚Âtica. Y asíÑ‚Â voy a seguir, aunque hoy vaya a referirme a dos elementos que profusamente han aparecido en las campañas (no sólo hubo una) de las pasadas elecciones del 27 de Mayo: el cambio climático y la construcción.
El clima está cambiando: se está produciendo un progresivo calentamiento que va a tener efectos perniciosos sobre uno de los generadores del PIB del reino: el turismo. De aquíÑ‚Â se salta a las energíÑ‚Âas renovables, a su producción, uso y expansión; y a la denominada tasa ecológica.
Paralelamente, se está poniendo de manifiesto el hipercrecimiento habido en las localidades turíÑ‚Âsticas, el frenético ritmo constructivo, la degradación del paisaje, la densificación, la baja calidad de muchos de los materiales utilizados. A partir de aquíÑ‚Â se introducen los episodios de supuestas -o ciertas- corrupciones, la insuficiencia de los ingresos municipales, los crecimientos demográficos que ahogan los servicios locales.
No digo ni que síÑ‚Â, no que no; además, ya saben: “De aquellos polvos !”. Pero es necesario contar toda la historia porque, auque no siendo cierto, sin esa historia no se hubiese podido decir lo bien que España va, ni lo exitosa que España es como paíÑ‚Âs.
En España se vienen cometiendo tropelíÑ‚Âas urbaníÑ‚Âsticas (asíÑ‚Â, genéricamente) desde hace sesenta años (les sugiero que se documenten sobre los inicios del actual Benidorm allá por el comienzo de los años 50, del nacimiento de la Marbella moderna en los 60, sobre el despegue del Sanxenxo de hoy en los 70, o sobre el siempre cambiante Lloret a lo largo de los 50, 60, 70, y sigan la serie; y cito estas localidades por citar algunas, que bien podríÑ‚Âan ser otras). TropelíÑ‚Âas urbaníÑ‚Âsticas que han ido acompañadas de una recua de secuelas bien conocidas por desagradables y funestas.
Sin embargo, ¡sin embargo!, si esas tropelíÑ‚Âas urbaníÑ‚Âsticas no se hubiesen producido y si sus secuelas no hubiesen existido, el crecimiento económico español no hubiese sido el que ha sido, por lo que el PIB del reino no seríÑ‚Âa, hoy, el que es, ni la renta per cápita de las españolas y de los españoles alcanzaríÑ‚Âa, a finales del pasado mes de Marzo, los 22.979 euros. El crecimiento económico hubiese sido mucho menor, el PIB actual seríÑ‚Âa más reducido, y el PIB per cápita alcanzaríÑ‚Âa una cota inferior. En otras palabras, esas tropelíÑ‚Âas urbaníÑ‚Âsticas y sus secuelas han sido, y son, los costes de que el crecimiento económico español haya sido el que ha sido, de que el PIB actual sea el que es, y de que el PIB per cápita haya alcanzado el nivel que ha alcanzado. Y, ¿por qué ha tenido que ser asíÑ‚Â?.
España llegó a los años 50 como llegó: desestructurada en la inmensa mayoríÑ‚Âa de su territorio y con una mentalidad precapitalista instada en la mayoríÑ‚Âa de sus gentes; una de las consecuencias de tal estado era el más flagrante atraso y la más pura miseria que mostraba gran parte del territorio patrio. Pero algo vino en el auxilio de España: la naciente clase media europea sedienta de sol, de alcohol barato, de tipismo y de sensaciones moderadamente fuertes (Uds. ya me entienden).
Y el tiempo fue corriendo, y el PIB creciendo, y a una tropelíÑ‚Âa urbaníÑ‚Âstica le siguió otra mayor, y a una corruptela otra más grande; y vino el turismo de borrachera, y el turismo sexual, y la especulación del suelo; pero el PIB per cápita ha crecido y alguien ha podo decir lo bien que España va y lo exitosa que, como paíÑ‚Âs, España es.
Resumen del resumen. En España, las tropelíÑ‚Âas urbaníÑ‚Âsticas y sus secuelas se han producido porque España no sabíÑ‚Âa o no podíÑ‚Âa, tanto da, crecer económicamente, aumentar su PIB y mejorar el PIB per cápita, de otra manera. Triste, cierto es, pero como dice un verso de una canción de Joan Manel Serrat, “Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio” (“Cada loco con su tema”, 1983).
Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de EconomíÑ‚Âa IQS. Universidad Ramon Llull.
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.
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