La Carta de la Bolsa La Carta de la Bolsa

Constitución Europea

Santiago Niño Becerra - Viernes, 05 de Octubre ¿Se han dado cuenta de que ya nadie habla de este tema?

Quienes piensen que esa-cosa-llamada-Constitución-Europea, en cualquiera de sus formatos o presentaciones, es un tema políт­tico, una cuestión políт­tica, se equivocan. El proyecto de Constitución que Europa puso en marcha, que luego detuvo y que ahora, de alguna manera, intenta resucitar, sea con el formato que sea, y contenga lo que contenga el documento al que se llegue, lo que en el fondo, fondo es, es un marco que garantice que las actuaciones que tengan que llevarse a cabo, se lleven a cabo; y no es políт­tica su intencionalidad, en absoluto, es económica, puramente económica, pero como tal cosa no se debe decir -se puede, pero no se debe-, se viste con los ropajes de la políт­tica y asíт­ es posible venderla entre la ciudadaníт­a.

Lo que buscaba el antiguo proyecto constitucional y lo que busca el acuerdo de míт­nimos al que se ha llegado es un manual de actuación para casos de emergencia. Es ahora, cuando estamos a las puertas de una crisis económica tremebunda cuando más interés se está teniendo en que ese acuerdo se lleve a término; ¿por qué?, pues porque cuando dentro de dos años, cuando ya sea evidente que la crisis está a la vuelta del calendario, tengan que tomarse una serie de decisiones -impopulares, evidentemente- que necesitarán acuerdo, no sólo consenso, decisiones que tendrán que ser de aplicación general y sin excepciones, exista un papel que justifique, ante quienes puedan peguntar, que las cosas tienen que hacerse asíт­.

Dicen quienes de esto saben, que las reformas han de hacerse cuando las cosas van bien, cuando el ciclo está ascendiendo; no cuando van mal o cuando las cosas están bajando. La Constitución, y todo lo que la acompaña, tuvo que haberse abordado en los 60, pero, entonces, las circunstancias desaconsejaban algo asíт­ (¿qué circunstancias?, ¡piensen!). En los 90 empezó a hablarse del tema, pero entonces las cosas ya no eran como antes: entonces no toda la ciudadaníт­a “iba a más” y la inmigración representaba un porcentaje sobre la población total infinitamente superior al que representaba hacíт­a treinta años.

Francia y Holanda dijeron que no porque una mayoríт­a de su ciudadaníт­a intuyó que con el documento esa ciudadaníт­a no iba a estar mejor de lo que estaba sin el documento y porque la cosas, ya, no iban a mejor. Ahora el mensaje oficial es el de que “Todo y en todas partes va bien”, sin embargo esa ciudadaníт­a no acaba de verlo y es ahora cuando se ha pisado el acelerador para sacar adelante algún tipo de papel con el nombre de Acuerdo Europeo o con el nombre que sea.

Tendremos ese papel, antes del 2009, ¡se lo aseguro!; porque es necesario que lo tengamos, porque para esas fechas ya se habrán tomado decisiones que deberán ser aceptadas por todos y aplicables a todos; a toda Europa; aunque todos sepamos que no exista una sola Europa y aunque todos tengamos muy claro que, aunque el concepto haya sido aparcado debido a su incorrección políт­tica, estamos yendo hacia una Europa de geometríт­a variable.

¡A ver!, que levanten la mano las europeas y los europeos que se leyeron el texto del proyecto de Constitución. ¿Lo ven?; ¿han visto el número de manos?. Ahora que levanten la mano quienes están al tanto de los vericuetos diplomáticos que están siguiendo las negociaciones para llegar a un consenso que derive en algún tipo de acuerdo normativo de aplicación europea.

Ya nadie habla del nuevo proyecto de Constitución Europea (o como quiera llamarse); ahora los tiros van por otro lado porque la preocupación es otra. Ahora se habla de bajar los tipos de interés.

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economíт­a IQS. Universidad Ramon Llull.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




[Volver]