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Consumo y Producción

Santiago Niño Becerra - Jueves, 30 de Abril Hace unos días un ex alumno me remitió un mail relatándome un hecho sucedido meses atrás, cuando el consumo, aunque ya no era lo que había sido, aún era lo que tenía que ser. Lean: no tiene desperdicio.

“En septiembre de 2008, unos familiares míos muy próximos decidieron celebrar sus bodas de plata con un tour organizado por el centro de Alemania. Para ello, acudieron a una agencia de viajes bastante conocida por el gran público, a informarse sobre la oferta, condiciones y precios.

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Una vez habían decidido qué oferta contratar, la señorita que les atendía les ofreció la posibilidad de financiarlo, “en cómodos plazos, y a un interés del 2%”.
“Gracias, pero preferimos pagar al contado”, respondió el marido, ante lo cual, la señorita insistió, repitiendo que “se trata sólo del 2% de interés”, con un tono de voz que empezaba a parecerse al que se usa para comunicarse con un “bicho raro”. Mi pariente agradeció a la señorita su ofrecimiento, pero rechazó de nuevo la oferta, aunque esta vez, por curiosidad, decidió leer el pie de la página donde se describía la oferta. Ponía, entre otras cosas que ahora no vienen al caso, lo siguiente:
“Coste de la financiación: 2 por cien MENSUAL.”
Sorprendido, mi pariente comentó a la señorita: “Oiga, que esto no es el dos por cien, que esto es el dos por cien mensual, o sea, aproximadamente el 24% anual de interés”.
“Sí, bueno, el dos por cien mensual, pero el dos por cien, a fin de cuentas, no es tanto dinero de más al mes. ¿Qué más le da?”, respondió la señorita.
“Pues mire, comprenderá usted que no me dé igual”, - respondió mi pariente, entre atónito e irritado-. “Oiga, y los clientes, cuando contratan esto, ¿saben cuánto están pagando?”.
La señorita, de la que he llegado a la conclusión de que no creo que tuviera mala voluntad, sino que simplemente no entendía por qué su cliente rechazaba tan “suculenta” oferta, espetó tan tranquilamente: “Algunos ni se lo leen, otros sí, pero hacen el siguiente razonamiento: La cuota mensual que he de pagar son X euros. La pregunta es: como al contado no puedo, si me lo ofrecen a plazos, con mis ingresos, ¿lo puedo pagar?. Si la respuesta es afirmativa, entonces da igual el tipo de interés, eligen la financiación sin dudarlo un momento”“.
Unos días antes, una ex alumna me había remitido otro mail cuyo texto, en apariencia, no tenía demasiado que ver con el que les acabo de transcribir. En apariencia:
“Mis padres, como le comenté en su día, la crisis les ha tocado mucho, tanto que esta semana que se plantean cerrar definitivamente. Se dedican a la automoción y sobretodo trabajaban con (nombre de una compañía ensambladora de automóviles). Por ahora lo que harán es echar a todo el mundo (gran parte ya está fuera) y quedarse solamente con el contable y el que está como director. Las instalaciones por ahora las aguantarán (vienen a ser; la naves y las máquinas). Lo que tienen pensado es seguir en contacto con las empresas a la espera que nos den algún proyecto y sería tan fácil como llamar a la gente para ponerles en marcha rápidamente y cumplir con el cliente.
No se lo negaré, estoy bastante triste por mis padres y por todo ya que lo han creado sin ayuda de nadie y a base de trabajar y trabajar. Según ellos dicen no pasa nada ya que tenemos capital para seguir viviendo pero si continuamos con la empresa parada y pagando sueldos pero sin beneficio ninguno, todo lo ganado se esfumaría muy rápido”.

Decía que, en apariencia, ambos textos eran muy diferentes, ya ven que no, que uno liga con el otro, y que el segundo lo hace con el primero. Del de mi alumno destaco “espetó tan tranquilamente”, del de mi alumna “todo lo ganado se esfumaría muy rápido”. No se hallan tan alejados ambos textos, ¿verdad?.

No cambio de tema. El Señor José Luís Leal (Ministro de Economía en el tercer y cuarto gobierno de UCD) realiza una foto excelente de la situación laboral en el reino (El País 29.04.2009, Pág. 24), y lo hace en un solo párrafo. Finaliza ese párrafo con una frase demoledora: “Es evidente que algo fundamental falla en nuestro modelo económico”. Pienso que lo que falla es algo que tiene muy mala solución: de cara a lo que viene: a la crisis sistémica que ya tenemos encima, cada vez va a ser necesaria menos población ocupada porque la actividad se irá derrumbando, y de cara a lo que vendrá después -estancamiento y recuperación- aún menos porque el referente será la productividad. El Señor Leal habla de que el modelo laboral español es dual, pienso que va a serlo mucho más, el español y todos.

Sigo sin cambiar de tema. Me lo estoy oliendo y miedo me da: van a arrinconar a los jóvenes. De cara a la crisis -al hundimiento-, después -en el estancamiento- y más después -en la “recuperación”-, el poco empleo que haya va a ser para los “mayores”, dándose por supuesto que a los jóvenes “ya les mantendrá alguien”. Prolongar la edad de jubilación, al margen de que va a ser un espejismo -nadie necesario “se jubilará”: lo jubilará la vida- encierra la trampa de que bloquea el camino a los jóvenes, de entrada a todos: tanto a “los buenos” como a “los malos”, aunque tiene la ventaja de su baratura; pero su mayor desafección política e institucional hace que los Gobiernos se inclinen por los mayores, más estables y previsibles. Error terrible distinguir entre “jóvenes” y “mayores”, no lo es hacerlo entre “buenas/os” y “malas/os” teniendo en cuenta que el número de auténticamente necesarias/os tiende a la baja. Si Ud. lectora/or es una/un joven, proteste, proteste mucho desde ya; se lo recomiendo.

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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