La Carta de la Bolsa La Carta de la Bolsa

Cuando algo llegue a tal extremo, que te desquicie y provoque obsesión…piensa en lo contrario

Moisés Romero - Miercoles, 15 de Noviembre

Dice el Diccionario de la RAE que la obsesión es el estado de la persona que tiene en la mente una idea, una palabra o una imagen fija o permanente y se encuentra dominado por ella.Leí hace poco una reflexión que enlaza con el momento actual de los mercados: "cuando algo te obsesione, cuando algo llegue a tal extremo sólo hay que pensar en los contrario, por que ahí está la respuesta". Obsesionados por el pasado de la Bolsa, obsesionados por el devenir. Desquiciados, que es cuando los sentimientos llegan a un extremo ¿Por qué no considerar que lo correcto es apostar por lo contrario hasta mantener una postura serena, reflexiva, lejos de la compulsión? Hay lecciones magistrales escritas en el gran Libro de la Historia de la Bolsa, que permanecen vivas con el paso del tiempo. Una de ellas recala en el sentimiento contrario (otros la definen como sensu contrario), de los actores. Cuando la mayor parte de ellos se coloca en el mismo plato de la balanza, el fiel de la misma, el índice, hace justamente lo contrario para sorpresa general y regocijo de los más atrevidos. Cuando la mayoría apuesta con ganas y con mucho descaro por una caída de la Bolsa, el mercado suele subir. Y al revés. Lección magistral que hemos aprendido en muchos ciclos bursátiles ¿Va a ser éste diferente?

En la recta final del año la esperanza para las Bolsas está en el pesimismo general de los gestores, es decir, en la ley del sentimiento contrario. Primero (hace ya diez años) se negaron a reconocer la gravedad del momento; luego (hace dos años) destacaron la excelencia del mercado, en un mundo de tipos de interés cero y falto de alternativas al ahorro y la inversión. Ahora muchos dicen que ESTO NO TIENE ARREGLO, atenazados, entre otros asuntos, por las propagandas desproporcionadas del secesionismo catalán. La síntesis de las consideraciones hechas por personajes de máxima reputación de la vida económica actual apunta al pesimismo, porque la creencia es que lo peor no ha pasado.

Los índices de las Bolsas han tomado buena del asunto, se han situado en un rango corto y débil, con la sensación de que se sientan incómodos en los niveles actuales. La pregunta que se hacen los analistas más fríos es si gran parte de lo peor ha pasado ya o, si por el contrario y como algunos pregonan, los más bajistas, aún caben recortes adicionales en los próximos meses. Muy pocos apuestan por una recuperación sostenida de los índices ¿Serán los resultados de las elecciones catalanas el revulsivo? ¿Se convocarán elecciones generales como pregonan algunos?.

En este encuadre, los mercados deberían comenzar a hacer ya ejercicios de anticipación, como en otros ciclos anteriores. Ello ofrecería visiones paradójicas para un buen número de observadores, que no entenderían lo que está pasando, pero entrarían dentro de las coordenadas de actuación que dictan los Manuales. De ser así, los índices bursátiles girarían al alza a medida que mayor es el deterioro de la situación.

Hay, no obstante, un apunte de valoración imposible. Se trata del miedo (¿cómo medirlo?) de los grandes actores en los mercados ¿Se han consumido ya todas las porciones de miedo en la Gran Caída de 2008? El miedo conduce a la irracionalidad del pánico e impide que los protagonistas de las Bolsas actúen con la movilidad suficiente. La vieja ley del sentimiento contrario arrojará luz en esta dirección, porque apenas hay otras expectativas. Si observamos la economía real y trasladamos su proyección a las valoraciones bursátiles, mejor no salir de casa. Pero la Bolsa es desde siempre anticipación en una adecuada combinación con sentimientos y percepciones, que, con frecuencia, no son los de la mayoría.

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Moisés Romero




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