La Carta de la Bolsa La Carta de la Bolsa

Cuando todo se derrumba a tu alrededor, es importante tener la sensación de cierto control

Carlos Montero - Martes, 12 de Noviembre

"Hay una enfermedad financiera que ataca muy frecuentemente a los inversores: la “parálisis”. Esta ocurre cuando el tomador de decisiones -que puede ser cualquiera de nosotros-, en vez de poner manos a la obra para invertir, prefiere no actuar y esperar el “mejor momento” o a estar “completamente seguro” de que su decisión es correcta. Por lo general, ese momento no llega o lo hace demasiado tarde, con lo que se pierden rendimientos y oportunidades valiosos", no pueden ser más ciertas estas palabras pronunciadas en un reciente análisis el economista Guillermo Barba. He visto tantas y tantas veces esa "parálisis" en el mercado de operaciones, que conozco perfectamente su faz. He comprobado como gestores con décadas de experiencia en los mercados, se quedaban fríos y quietos como estatuas, cuando la bolsa se ha precipitado, y los valores han llegado a niveles que anteriormente consideraban claras oportunidades de compra. Estas oportunidades siempre son sobre el papel. Una vez que las acciones llegan a esos niveles, lo de "claro" se desvanece.

Barba añade a este respecto:

La inversión como la vida misma son siempre arriesgadas. Viajar en auto, en avión, en camión, o hasta caminar por la calle, por poner simples ejemplos, tienen diferentes riesgos que no pueden eliminarse nunca por completo. También el no hacer nada y quedarse en casa puede implica riesgos y costes.

En suma, tenemos que aprender a vivir siempre con el riesgo, mitigarlo, y ponernos en marcha. Es tan importante el camino de la vida y de la inversión, como el fin o la meta a los que queremos llegar. Iniciar un viaje no nos garantiza llegar a nuestro destino, pero si algo es seguro, es que si no damos el primer paso y luego los subsecuentes, no llegaremos a ninguna parte.

Desde luego, no se trata de arriesgarse por arriesgarse, sin medir consecuencias, sino de ser responsables en todos los sentidos.

De la misma manera en que sería un gran peligro y una irresponsabilidad para cualquiera jugar y saltar a la orilla de un barranco, uno no debe poner su vida financiera entera en activos y mercados que no se conoce o que son en extremo arriesgados y volátiles (como las criptomonedas). Pero al mismo tiempo, si ya se hizo la tarea de investigar, asesorarse profesionalmente, etc., dejar nuestro dinero “debajo del colchón” o estacionado en el banco, es una idea tan mala como aquella.

Por desgracia, en mi vida como asesor financiero, me he dado cuenta que esta “parálisis del inversionista” es muy común.

¿Y qué puedo hacer para evitar esta parálisis? A mí me funcionaba lo siguiente:

Establecía diferentes escenarios operativos, y fijaba un determinado posicionamiento (acciones/bonos/liquidez), en cada uno de ellos. Cuando se producía el peor de ellos, no invertía todo lo que tenía establecido sobre el papel, sino el 50% de esa posición. Dejaba otro 25% por si el escenario empeoraba aún más de lo previsto (es habitual que lo haga), y otro 25% para cuando se comprobara que lo peor ya había pasado. De esa manera, psicológicamente estaba más dispuesto a aprovechar las oportunidades de inversión, porque siempre me quedaba el "as en la manga" de un 50% en caso de que estuviera equivocado. 

La psicología en el mercado es fundamental, y la sensación de tener cierto autocontrol en las posiciones cuando todo a tu alrededor se derrumba, es una disposición correcta para aprovechar las grandes oportunidades de compra que se producen en estos momentos. Cada uno tiene que establecer cuál es la estrategia que les hace sentir que tienen ese autocontrol.




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