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Dinero fiduciario - 1

Santiago Niño Becerra - Miercoles, 21 de Junio

Hace unos días recibí un mail de un lector.

“Le sigo de forma habitual, escuchando siempre con mucho interés sus apreciaciones. Soy un (gentilicio de una provincia española), autónomo, de (más de 50) años, englobado en el sector de servicios turísticos y pasando las de Caín. He escuchado unas declaraciones suyas en las que valora positivamente la desaparición del dinero en efectivo. Puedo asegurarle que esta medida sería el fin de viabilidad vital de muchos de mis compatriotas.

Me temo que los que deben pagar impuestos en realidad seguirían sin pagarlos. El control total sobre el cash resultaría el corolario de nuestra total pérdida de libertad individual. Pago la cuota más cara de autónomos de Europa, la energía más costosa, la telefonía de menor calidad de servicio, prestación y coste, a la vez que sufro una creciente presión fiscal dentro de un Sistema corrupto y sin futuro.

No puedo entender una medida como la que Vd. propugna sin un cambio profundo y radical en todas las reglas de juego que nos hemos dado.

En fin, no le aburro más”.

Mi respuesta fue:

“En esas declaraciones también habrá oído que la eliminación del dinero fiduciario es la única forma efectiva para acabar con la economía sumergida (junto con la imposición de la trazabilidad de las transacciones) pero que en España eso supondría la desaparición de una parte de la actividad económica que únicamente es viable ‘en negro’. Si ambas medidas: trazabilidad y fin del dinero fiduciario se impusieran en Europa, el fraude fiscal sería marginal.

De lo que Ud. dice y de lo que yo digo se deriva que España tiene un problema gordo: una parte de su actividad económica se desarrolla sumergida lo que deriva en fraude en un país que tiene un problema crónico e histórico de insuficiencia recaudatoria tanto a nivel fiscal como de la Seguridad Social, pero realizar los cambios necesarios para que emerja supone el fin de una parte y la pérdida de competitividad de otra parte de la que sobreviva, es decir, más desempleo y no mejora de la recaudación.

En este dilema España tiene las de perder porque su nivel de fraude fiscal prácticamente duplica el de Europa, y Europa no va a permitir que las cosas continúen así en uno de sus miembros, y menos en un país del euro”.

Su respuesta:

“Evidentemente, un tipo de mi perfil, con una esperanza de vida de 90 años hasta 2050, con 30 años cotizados por cuenta propia y a punto de echar al cierre por falta de faena, es un estorbo para el Sistema. Muchos no hacemos falta, vamos, ni para hacer picadillo. A mí esta crisis me huele a azote maltusiano. Compré un piso en el centro de Alicante con un coste total de 320.000 euros; hoy, a precios de mercado está en 130.000, lo que debo de hipoteca. Le he dicho al (nombre de un banco) que las pérdidas a medias, que el error fue de ambas partes. Me dicen que nanai. Los he demandado: todas las cláusulas abusivas fuera y devolución íntegra de intereses pagados (13 años) por manipulación de Euríbor. Oiga, como no me salga bien igual me llevo a alguien por delante. Las cesiones de crédito a través de la titulización de activos provocó el exceso de liquidez que hizo saltar el mercado inmobiliario por los aires. Yo no he vivido por encima de mis posibilidades; he sacado adelante a dos hijos con carreras de (nombre de una titulación universitaria) que se marchan para Irlanda. Muchas gracias por su atención”

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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