La Carta de la Bolsa La Carta de la Bolsa

Draghi y su equipo de “magos” deberían recorrer Europa en coche. No tendrían dudas sobre la necesidad de subir tipos

Moisés Romero - Miercoles, 20 de Septiembre

La mayor parte de los bancos centrales actúan tarde y mal en los diferente escenarios económicos. Por eso, las burbujas explotan, porque son incapaces de evitar su formación y, en sentido contrario, se suceden las depresiones y el caos económico. La utilización de herramientas del pasado, su uso y abuso, aceleran ambos movimientos. Los bancos centrales se muestran incapaces de seguir la evolución del día a a día, atrapados, como están, en sus series estadísticas de antaño. Están ahora obcecados, entre otras cosas, en subir los índices de inflación, cuando los mercados ya saben que es misión imposible: los parámetros de ayer no sirven hoy. Un ejemplo ¿cómo medir en la renta de las personas la compra de un Iphone a un precio igual o superior a 1.000 euros? ¿se han dado cuenta del resurgir de la inflación subyacente, la que mide los precios de los servicios, bares, restaurantes, cafeterías, terrazas? ¿qué hay de la lucha a brazo partido por buscar alojamientos en alquiler sin que ello suponga un serio quebranto a los ingresos mensuales de individuos, familias o empresas? ¿y de la presión impositiva en los precios de los carburantes y el aumento obligado el consumo? Hay más ejemplos de la que ya algunos denominan como nueva inflación.

La irrupción violenta de la teconología en el entramado económico, social y financiero ha sido de tal calibre, que ha arrinconado en términos de PIB a sectores antes tan relevantes como los bancos, la construcción o las telecomunicaciones. En términos de Bolsa, los grandes gurús han fracasado con sus políticas de inversión tradicionales basadas en el los PER y otros fundamentos de nuevo cuño. Pocos, muy pocos han sido capaces de proyectar las valoraciones piramidales de compañías como Tesla, Amazon, Apple, Facebook...

Draghi y su equipo de magos deben abandonar sus despachos por unas semanas y recorrer Europa en coche. Las autopistas de Francia e Italia están al borde del colapso. Entrar o salir de las grandes ciudades supone esfuerzos hasta hace poco impensables. Se pierde tiempo, dinero, paciencia y salud. Lo mismo sucede con las visitas a las ciudades con mayores registros de turismo. En España, la proyección es muy similar.

Lo que sucede en este mes de septiembre en Europa confirma un crecimiento mayor del que auguran algunos y el mantenimiento de altas tasas de inflación subyacente. Hay, en este encuadre, formaciones de burbujas en el sector inmobiliario, principalmente en las mejores zonas de las principales ciudades. El consumo es, ademas, muy alto respecto a unos salarios débiles. Se explica, así, que la Nueva Economía, que ha emanado de la anterior Gran Crisis refleje sus propias referencias: los coches son utilitarios en su mayoría por toda Europa. Ya no hay BMW, ni Mercedes, ni coches de gran cilindrada a mansalva, pero las autopistas están abarrotadas. Los ciudadanos comen pasta, bocadillos, y evitan restaurantes, aún notando en sus bolsillos que los bocatas y la pasta de hoy ya no tienen los precios del pasado.

Un largo paseo por Europa, convencería a Draghi y a su equipo de magos de que los tipos de interés negativos o 0 deben salir ya de esa zona, porque los peligros de burbujas y otros no recogidos en las estadísticas previas son muy elevados. Volvemos a estar en el mundo de jauja. Los mercados, no obstante, ya apuestan por alzas claras en los tipos de interés:

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Moisés Romero




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