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El lío ideológico

Droblo - Martes, 06 de Diciembre

Mucha gente piensa que Merkel es muy de derechas pero lo cierto es que sus políticas (que incluyen muchas ayudas sociales y derechos como la baja maternal por un año) no parecen más “derechistas” de las que hace el “socialista” Hollande en Francia. De hecho, de los 11 años que Merkel lleva en el poder, 7 los ha ejercido en coalición de gobierno con los socialdemócratas. Supongo que muchos creen que Merkel es tan de derechas por su actitud en Europa pero no actúa por ideología, lo hace así porque cree que de este modo está defendiendo los intereses de su país, del mismo modo que nadie duda que Syriza sea de izquierdas aunque privatice empresas. Lo hace porque es una condición para que siga llegando el dinero eurozonero y cree que sería peor para Grecia no recibirlo.

Además, el SPD alemán ha declarado muchas veces estar a favor de la política de Merkel en la Eurozona por lo que no creo que Alemania actuara de forma distinta si el canciller fuera de su partido. El consenso cree, y yo también, que a España (y a Italia y a Portugal etc.) le vendría muy bien que Alemania cambiara su política económica (aumentando por ejemplo su gasto público él que puede) pero por desgracia ellos, gobierne Merkel, el SPD o el AfD, harán la política que mejor creen para su país, como la hacen los EUA, Rusia, China, Suiza y todos los países que pueden. Y eso no depende de ideologías sino de nacionalismo.

El mayor problema que tiene Merkel es precisamente a su derecha, un partido –AfD- que está en contra de los cuantiosos créditos de Alemania a sus socios y, sobre todo, de su política de emigración. Este es otro punto desconcertante porque en España la postura “de izquierdas” es dejar entrar a los emigrantes y la Alemania de Merkel es, con diferencia, el país que más ayudas está ofreciendo y que más personas está recibiendo. Por supuesto siempre podemos pensar que hay malísimos intereses ocultos (muchos han decidido eso ya) pero los hechos son que está haciendo lo que se supone que haría un gobierno de izquierdas y el hacerlo le está costando muchos votos por su ala derecha.

La emigración es precisamente uno de esos temas que a muchos les sirve para dilucidar si un político es un “populista” de derechas o de izquierdas. Y tiene cierto sentido porque si comparamos programas económicos a veces cuesta. Por ejemplo, entre IU y el FN francés de Le Pen hay numerosas coincidencias: anti€, muy críticos con la UE, a favor de nacionalizar la banca… y en general promueven más gasto público y más intervencionismo. Ah, y son pro-rusos.

Y es que el tema de Rusia también es curioso, Putin es la antítesis de una ideología de izquierdas democrática occidental: dirige su país como un dictador, recela de la libertad de expresión, consiente la homofobia y maneja su gran ejército como un imperialista: tan pronto se anexiona Crimea como arma a un bando de la guerra civil ucraniana como bombardea en Siria. Y no digo que no esté actuando, como Merkel o Tsipras, en beneficio de los intereses de su país como buenamente cree, sólo digo que si lo que hace Rusia lo hicieran los EUA, las personas de izquierdas lo encontrarían criticable pero como lo hace Rusia, les parece bien. En resumen, que Putin gusta en España a la gente de izquierdas únicamente por ser la antítesis de los EUA y seguir vivo el anti-americanismo que nació hace décadas cuando la ayuda norteamericana dio oxígeno a la dictadura franquista.

Y todo este lío ideológico sólo con personajes europeos, si ya nos ponemos a analizar por qué todavía hay tantos izquierdistas españoles que admiran a Castro, un dictador –bueno, dos porque encima un hermano sucede al otro- con presos políticos que en el siglo XXI aún cree en el partido único, a la vez que se pasan la vida criticando a Franco, un personaje que murió hace 41 años, el asunto es aún más complejo. Pero no pensemos que el follón lo tienen sólo las izquierdas, los de derechas tampoco deben tener las cosas muy claras cuando en Japón un gobierno derechista es con diferencia el más intervencionista del mundo convirtiendo al banco central en un ministerio más (e intentando con él incluso imponer a los inversores la rentabilidad del bono a 10 años que emiten en “subastas”) o sin irnos tan lejos, en este país donde siguen votando al PP a pesar de aumentar la deuda, subir impuestos (incluso a las empresas como acaba de hacer, algo más propio de UP) y mantener la estructura de subvenciones heredada prácticamente intacta.

Normalmente son claras las diferencias económicas entre una política de derechas y una de izquierdas porque es fácil diferenciar cuales son las prioridades presupuestarias de unos y otros pero en épocas de crisis, las actitudes de todos los gobiernos de cualquier ideología se parecen mucho porque la prioridad es no quebrar (y todos entienden que eso implica ayudar al sector financiero) y crear empleo como sea. Por supuesto hay matices pero al final si se miran las medidas tomadas en los últimos años por los gobiernos de nuestro entorno, sería difícil diferenciar cuales se supone que son de izquierdas y cuales de derechas.

Deberíamos exigir que antes de nada fueran eficaces. Sin embargo, a nivel de calle seguimos utilizando esas definiciones como si alguien no pudiera ser ecologista, ateo y gay, por ejemplo, y ser de derechas y otro no pudiera ser taurino, católico y escéptico del cambio climático y ser de izquierdas. Y desde luego no me parece normal que un español crea más o menos en la inocencia de Dilma Rousseff en función no del conocimiento del caso ni de la persona sino de su ideología política. Que nos encasillen es molesto pero hacérnoslo nosotros mismos y crearnos criterios previos auto-imponiéndonos una actitud amistosa o crítica -en función de nuestra sospecha sobre una posible afinidad o rechazo ideológico- sobre noticias y personajes de todo el planeta, es demasiado simplista y no encaja en un mundo tan complejo.

Droblo




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