El no lo sabe, pero tiene razón
Santiago Niño Becerra - Martes, 19 de Junio Si entre Uds. hay algún ecologista alucinará pepinillos cuando lea lo que sigue.En relación al medio ambiente, al calentamiento global, a la mierda que cada segundo arrojamos a nuestro alrededor, USA tiene razón: la solución es tecnológica. Yo añadiríÑ‚Âa, “fundamentalmente”, pero síÑ‚Â, es tecnológica; lo que sucede es que Mr. Bush no lo sabe; lo dice, pero no lo sabe (y, evidentemente, no lo cree).
El G 8, en su pasada cumbre, o cuando sea, podrá discutir sobre lo que quiera; los movimientos verdes podrán manifestarse hasta la saciedad demandando políÑ‚Âticas energéticas amables con el medio ambiente; los Estados podrán cumplir, o no, con lo que se acuerde; pero con respecto al tema ambiental hay dos verdades, sólo dos. A saber: 1) el tema de la contaminación es una cuestión de productividad, y 2) el medio ambiente es uña y carne con el sistema económico vigente.
Nuestro sistema económico es contaminante, y lo es no por sadismo, sino porque asíÑ‚Â fue diseñado, no directamente, claro, pero la contaminación fue el subproducto de un tinglado técnico muy, pero que muy ineficiente que se puso en marcha allá por los finales del siglo XVIII. Se fueron produciendo cosas, pero como la eficiencia era reducida, y como el objetivo era producir y consumir lo máximo posible al menor coste posible, uno de los resultados fue una creciente contaminación.
Ahora alguien se preguntará: “Y aquellas gentes, ¿no se dieron cuenta?”; pues no, y la causa radicó, también la productividad. Por ineficiente que fuese la I Revolución Industrial, las ganancias de productividad obtenidas en relación al Sistema Mercantilista fueron tan espectaculares que a todo el mundo le dio la sensación de que aquello era Hollywood; y como entonces la Tierra era muy, pero que muy virgen, y como las ciudades de la época estaban tan guarras y asquerosas, casi nadie se extrañó de que a la porqueríÑ‚Âa ya existente se fuese añadiendo un poco más.
La siguiente oleada de mejora en la productividad llegó en los años 20, los del Charleston. AhíÑ‚Â la cosa medioambiental ya estaba mucho peor que cien años antes, pero, atención ahora, las bases del sistema ya estaban totalmente diseñadas y no habíÑ‚Âa vuelta atrás. Y cuando el tema medioambiental empezó a ponerse realmente feo, en los 60, fue cuando empezaron a publicarse los primeros estudios en relación al desastre que se nos veníÑ‚Âa encima. Y hasta hoy.
En el fondo, fondo, las porqueríÑ‚Âas que el sistema productivo lanza al entorno planetario son fruto de la ineficiencia: el sistema productivo aprovecha una parte muy reducida de los inputs que utiliza; y las porqueríÑ‚Âas que la gente lanza a su entorno son consecuencias de la educación recibida y del deficiente diseño de los bienes y servicios que maneja. ¿De verdad, de verdad queremos reducir las porqueríÑ‚Âas generadas y la cantidad de las mismas que arrojamos?, la solución está en incrementar la productividad de los inputs, de los bienes y de los servicios que utilizamos y manejamos, lo que, indefectiblemente pasa por mejoras superespectaculares de la tecnologíÑ‚Âa que usamos y por cambios radicales en el sistema de vida que llevamos.
Claro que eso tendríÑ‚Âa consecuencias tremebundas, tanto que ya no estaríÑ‚Âamos en el sistema económico que conocemos; estaríÑ‚Âamos en otro que no sé si será mejor o peor; en cualquier caso eso sucederá, y, como dice Mr Bush, la tecnologíÑ‚Âa deberá jugar un papel archidecisivo.
Entonces, ¿por qué se critica al Presidente USA cuando dice lo que dice?, pues porque lo que dice es feo, políÑ‚Âticamente incorrecto y con consecuencias tremendas; y en eso se incluye lo que dice respecto a que los paíÑ‚Âses subdesarrollados también deben entrar en las reducciones: los desarrollados contaminaron, pero los subdesarrollados no deben utilizar ese pasado para contaminar porque su mierda nos afecta a todos. ¿Qué eso hará que crezcan menos o que no crezcan?, pues, con nuestro actual sistema, que se jodan (pensarán muchos), y no por que síÑ‚Â, sino porque la cosa ya ha llegado a un punto de no retorno y las excepciones, como los experimentos, tienen que aplicarse a la gaseosa.
En fin, cosas que pasan.
Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de EconomíÑ‚Âa IQS. Universidad Ramon Llull.
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.
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