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España, pero no sólo

Santiago Niño Becerra - Viernes, 27 de Septiembre

Tras el descalabro experimentado por la economía española durante los años 2008 y 2009, el fugaz y falso sueño del Plan E y sus ecos del 2010, y la lenta pero imparable caída del 2011 y 2012, ¿hacia qué escenario se encamina la economía y la sociedad españolas?

De entrada hacia el que nos dibujen y nos indiquen: la española nunca fue una economía líder, pero ahora es una economía totalmente seguidora. A España le dicen lo que tiene que hacer y cómo tiene que hacerlo, y España no puede apartarse ni un milímetro de esa senda porque su economía no tiene la más mínima significación en el contexto internacional, ya que ni es necesaria para nada esencial ni puede aportar nada que sea esencial.

En esas circunstancias, España tiene que ser un país estable, entendiendo por estabilidad la ausencia de tensiones. En otras palabras, que el desempleo del factor trabajo sea muy elevado, el subempleo clamoroso, la tasa de pobreza de escándalo, y las coberturas del modelo de protección social escasas, dará exactamente lo mismo siempre y cuando la población española en general y la declinante clase media en particular no protesten, o protesten simbólicamente, y España vaya pagando los intereses de su deuda.

Pienso, ya saben, que todas las economías se enfrentan a unos años -muchísimos-  de crecimiento tenue, crecimiento que en el caso España va a afectar mucho más negativamente a su población y a su tejido económico que a otros países. A pesar de que el mensaje oficial es el de que a base de abaratar el factor trabajo -facilitación y abaratamiento del despido, reducciones salariales, disminución de la cuota empresarial a la seguridad social, …- la contratación aumentará porque la economía necesitará crecer menos para que haya demanda de trabajo, pienso que la ocupación, si lo hace, mejorará muy escasamente porque las necesidades de factor trabajo no van a aumentar debido a que no lo hará el consumo, y el escaso empleo que pueda crearse será parcial y estará subremunerado. Las exportaciones, ya; el problema es que para exportar alguien en algún lado del planeta tiene que consumir, y no hay exportaciones para todos.

Por el lado del Estado, todo a menos. Una menor actividad económica y/o más pobre dará lugar a una menor recaudación fiscal, lo que llevará a un menor gasto público al ser menores los ingresos públicos. Pero la película sigue: pensiones más bajas, menor gasto en educación pública, sanidad pública con menores dotaciones, mantenimientos en carreteras más pobres, … tan sólo servirán para compensar volúmenes más elevados de intereses de una creciente deuda pública, en un entorno posibilista de ‘menores gastos – menor necesidad de ingresos públicos – posibilidad de reducciones impositivas sobre los grandes niveles de ingresos personales’.

Pienso que España se está dirigiendo hacia un escenario congelado. Un escaso crecimiento en zonas con posibilidades y un muy escasísimo o nulo en el resto; elevadísimos niveles de desempleo estructural; servicios y bienes públicos escasos y, en proporción, caros; altas tasas de pobreza, … Congelado porque otra cosa no va a ser necesaria: nunca volverá a ser necesario que en España se construyan 800.000 viviendas anuales. Pero todo en calma y sin tensiones.

Sólo hace falta que se instaure algún subsidio general que permita lo superbásico, mucho deporte gratuito por la tele, algún reality con tirada, y algún mecanismo adicional para mantener calmada a la población.

En España, sí; pero no sólo.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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