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Estado, ¿de qué nación?

Santiago Niño Becerra - Martes, 19 de Mayo Otro modelo productivo, hoy, aquí y ahora, no es posible. Implantar un nuevo modelo productivo, implementarlo, aceptarlo, asumirlo, no es cuestión de un par de declaraciones en el Parlamento ni se consigue eliminando tres desgravaciones a un sector agotado. La historia me da la razón: España no entró en la Revolución Industrial (su revolución industrial) hasta 1960: más de un siglo después de que lo hicieran la mayoría de los países que hoy son algo en Europa y 150 años más tarde que lo hiciese quien la inventó.

Pienso que fue muy triste lo que sucedió en el Parlamento del reino el pasado Martes 12: una pelea entre el jefe de un Gobierno al que se le han agotado las medidas y el líder del principal partido de la oposición que no tiene ninguna. Al primero se le han agotado porque las que tuvo las gastó, y no sirvieron porque no pueden servir: ¿qué puede hacer el Gobierno del Reino de España antes una crisis sistémica?. El segundo no tiene ninguna porque las que tuvo las usó cuando su partido gobernó.

Si falso es que el segundo fuese el responsable de la crisis, también lo es que el primero no sepa salir de ella. España hizo lo que hizo porque no podía hacer otra cosa. Hubiese sido genial que España hubiese tenido una Nokia, y una tasa del 65% de penetración de Internet de alta velocidad, y cinco millones de habitantes con una alta cualificación, y que su PIB hubiese tenido una estructura sustentada en el alto valor añadido, pero no ha sido así porque España escogió en el siglo XVI ser lo que es (¿realmente lo escogió?). Cuando el Gobierno del que hoy es el principal partido de la oposición se buscó el crecimiento, como hicieron todas las economías, se hizo como se podía hacer, y de aquellos polvos son estos lodos.

Luego empezó a gobernar quien hoy gobierna y fue más de lo mismo, con otro color, eso sí, al igual que cambio de color hubo en la oposición. El Gobierno, ¿qué iba a hacer si lo que había que hacer era continuar creciendo?. Lo dicho: no es que no sepa, es que ni siquiera se pude saber si sabe.

Lo criticable, lo inadmisible, fue aquel “España va bien” por encima de todo y contra todo y aquel otro “La economía española juega en la Champions” más allá de cualquier duda no razonable. España iba bien según se quería que fuese, y en la Champions que la economía española estaba jugando era una competición muy particular, muy del pasillo de casa. El resto ya es historia.

¿Las soluciones?, más de lo mismo y menos de todo. Unos diciendo que así sí, y otros que así no. En el fondo ambos, el Martes, estaban en campaña electoral y hablaron para un público que, desgraciadamente, dudo que entienda que significa un “cambio de modelo productivo”. Pienso que hablaron de eso porque no se puede hablar de otra cosa. Que España hable hoy de que ha de modificar su modelo productivo equivale a que se hable en el MIT de la cuadratura del círculo: es imposible cuadrar un círculo, de la misma forma que España no puede, hoy, cambiar su modelo productivo.

Mañana, tal vez; tras la crisis, por encima de todo avanzando a toda máquina, pero no hoy. La pregunta es si será posible un cambio de esa naturaleza.

(La Comisión Europea ha decidido que los países miembros de la UEM hagan un test sobre el estado de sus instituciones financieras. La idea es buena, sobre todo si se hace con más seriedad a como se ha hecho en USA: ¿sabían que los testeadores negociaron con los testeados como se dirían las cosas?; el problema entiendo, es que no va a haber normas de obligado cumplimiento, es decir, que cada país va a aplicar el formato de test que quiera, del modo que crea conveniente, y con la intensidad que considere oportuna, tan sólo habrán suavísimas indicaciones que hasta, puede, que no sean de obligado cumplimiento.

Para mi, lo verdaderamente grave, lo gravísimo, no es que esos tests no vayan a dar resultados homogéneos, sino que Europa ni siquiera cuando las cosas están mal de cojones es capaz de ponerse de acuerdo en algo, en algo que pueda tener ciertas consecuencias, se entiende.

Se acabará superando ese sentimiento, ¡seguro!, pero aún tenemos que estar muchísimo peor. Puede que sea triste, pero es así).

(¿Ya se ha completado el paso de “EL milagro es posible” a “EL milagro ha llegado”?. Los “rayos de esperanza”, los “brotes verdes”: el deseo, la necesidad: ¡que poderosa es la mente!; convenientemente estimulada es capaz de ver lo que quiere ver; lo que sucede es que ese estado de cosas no dura siempre, pero bueno).

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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