La Carta de la Bolsa La Carta de la Bolsa

Este es el secreto para tener éxito en las bolsas en el presente y en el futuro

Carlos Montero - Miercoles, 21 de Julio

En el mundo de las inversiones hay que entender la diferencia que existe entre aquellas que proporcionan flujo de efectivo y las que te hacen ganar por ganancias de capital. Diversos autores de finanzas personales y del mundo del “emprendedurismo” han abordado este tema, pero me parece que no con la claridad que deberían, sobre todo, a la hora de entender los riesgos de cada uno. El flujo de efectivo es aquel que se obtiene por la inversión de cierto capital que brinda rendimientos de manera periódica. Aquí hay que hacer una separación clara entre la llamada “renta fija”, que abarca instrumentos que pagan rendimientos constantes durante un determinado período, y el flujo de efectivo variable, entendido este último como aquel del que no podemos conocer de antemano su rendimiento.

En la renta fija se incluyen sobre todo instrumentos de deuda gubernamentales o privados. Es necesario, sin embargo, que los inversionistas sepan que producto de las políticas expansionistas de los bancos centrales – que tienen como objetivo principal mantener deprimidas al mínimo las tasas de interés-, los instrumentos de renta fija están pagando en todo el mundo rendimientos cercanos a mínimos históricos.

Por otra parte, el flujo de efectivo variable es, justo por lo explicado arriba, mucho más atractivo.

Sin embargo, lo que muchas veces no nos dicen quienes recomiendan este tipo de inversiones, es que son las más riesgosas de todas. La expectativa de rendimiento, en este sentido, es muy alta en razón justo del riesgo que implica emprenderlas y hacerlas prosperar.

Estadísticamente la gran mayoría de emprendimientos termina fracasando. Su flujo de efectivo es variable porque está en función de las ventas que es capaz de generar: si no vende lo suficiente tu inversión, no hay ganancias. Punto.

Por eso, una inversión de flujo de efectivo puede ser desde una máquina expendedora hasta un local comercial, un departamento, una casa, un pequeño negocio o una gran empresa, y para hacerlos crecer como inversión, es necesario que haya una reinversión constante de una parte de las utilidades.

Si ya fuiste capaz de encontrar una “veta” exitosa de negocio que te genera utilidades, ¡sigue por ese camino! Lograr un negocio exitoso, es como encontrar una mina de oro, y sólo hay que explotarla al máximo reinvirtiendo en ella misma una y otra vez.

Ahora bien. En lo que toca a las ganancias de capital, en concreto dentro del mercado financiero, se obtienen mediante la aplicación del más antiguo pero también el mejor consejo de negocios que haya escuchado: “compra barato y vende caro”. Esto aplica a acciones, divisas, materias primas, criptomonedas, o lo que sea.

Esta sencilla frase en el mundo real es más difícil de aplicar de lo que aparenta, sobre todo, porque las finanzas no son sólo un juego de habilidad, sino también, uno en el que las circunstancias fortuitas nos pueden afectar en cualquier momento, para bien y para mal.

Por lo anterior, nunca debemos apostar todo nuestro capital ni siquiera a la que escuchemos que es “la mejor” de las inversiones, porque a causa de los referidos hechos fortuitos y circunstancias inesperadas e imprevisibles, puede convertirse de la noche a la mañana en la peor de todas.

Lo sano e inteligente entonces, es concentrarnos en comprar activos cuyos fundamentos de oferta y demanda sean tan sólidos en el presente y con buenas expectativas a futuro, que las probabilidades apunten a una apreciación “sí o sí” de las mismas a lo largo del tiempo.

En suma: en un mundo en el que las políticas expansionistas de los bancos centrales prácticamente nos obligan a abandonar la tradicional “renta fija”, nuestros esfuerzos – y recursos- como inversionistas deben concentrarse en inversiones de flujo de efectivo variable y en obtener ganancias de capital.




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