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¿Ha sufrido Grecia un golpe de estado?

Carlos Montero - Miercoles, 15 de Julio

Una de las expresiones que más se están escuchando en Europa en los últimos días es “golpe de estado en Grecia”. El hashtag #ThisisACoup (esto es un golpe de estado), ha liderado las tendencias en Twitter en medio mundo. ¿Pero realmente Grecia ha sufrido un golpe de estado? El analista Felix Salomon cree que sí. En un interesante artículo en fusion.net argumenta esta afirmación.

Grecia eligió a su gobierno con un mandato claro para rechazar las demandas de austeridad. A continuación realizó un referéndum nacional que finalizó con un NO rotundo a las demandas específicas de austeridad. El pueblo griego ha hablado, y sin embargo, de alguna manera, ahora han sido aceptadas todas aquellas demandas de austeridad, y el primer ministro griego Alexis Tsipras está siendo descrito como “un perro apaleado” cuya única opción era someterse a la voluntad de los acreedores.

Las demandas que se hacen a Grecia son casi ridículas de detallar. Cubren cosas como abrir los comercios los domingos, regular los periodos de rebajas, la propiedad de las farmacias, la leche, las panaderías, junto a problemas mucho más grandes como las reformas de las pensiones.

Si la soberanía nacional significa algo, seguramente significa que los países lleguen a tomar sus propias decisiones en cosas como las panaderías. Así que está claro que Grecia ha renunciado a su soberanía nacional, y cuando se cede parte de la soberanía a un grupo de líderes que no fueron elegidos por su propia gente, una palabra totalmente apropiado para definirlo es "golpe de Estado".

Dicho esto, el primer ministro elegido democráticamente de Grecia no va a tener ningún problema para conseguir que este acuerdo sea aprobado por el gobierno democráticamente elegido de Grecia. Podría perder el apoyo de una gran parte de su propio partido, y podría enfrentar la ira de su pueblo, pero al final casi nadie en Grecia quiere abandonar el euro.

Tsipras se enfrenta a una elección entre dos resultados inaceptables, y eligió la opción que permitiría a los bancos de Grecia reabrir, y cumplir con los atrasos de pago del país al FMI. En otras palabras, Grecia al menos tendrá una economía que funcione…por ahora. Toda nación renuncia a cierta cantidad de soberanía nacional cuando se integra en una unión política mayor, como la UE o la zona euro.

El verdadero problema de este acuerdo no es que Grecia tenga que firmar ciertas condiciones antes de recibir miles de millones de euros. La moneda única europea siempre ha puesto condiciones. El problema, más bien, es la naturaleza de esas condiciones. El euro fue concebido como una moneda única europea, algo que uniría al conjunto del continente tanto económica como políticamente. Ahora, sin embargo, el euro está destruyendo sus componentes por separado.

Como Wolfgang Münchau explica en el Financial Times, el euro no ha sido una buena noticia económica para casi ninguno de sus componentes. Como algunas excepciones, como Alemania, los países de la zona euro se han visto obligados a vivir con una combinación de una moneda sobrevalorada y/o medidas de austeridad, mientras que para los alemanes, el euro está infravalorado con respecto a su antigua moneda, y están felices de exportar al resto de sus socios.

En los primeros años del euro, que fueron buenos, la política prevaleció sobre la economía. La unidad política en Europa fue vista como el objetivo final. Y cuando los países empezaron a sufrir económicamente, los políticos y banqueros centrales europeos, les prestaron dinero a tasas por debajo del mercado. Cuando el vencimiento de esos préstamos empezó a llegar, todo se fue al traste.

En este momento, nadie está contento con el euro. El pueblo griego por supuesto, pero los alemanes son tan infelices como ellos, al seguir prestando miles de millones de euros a Grecia a pesar de que todo el mundo sabe que nunca van a ser capaces de devolverlos. Otros países, como los finlandeses, se oponen aún más.

El problema es que no hay manera legal o práctica de disolver el euro. Cuando los problemas surgen, los líderes europeos siempre terminan pateando la lata hacia adelante, y retrasando el problema por algunas semanas, meses o años más.




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