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Italia: ¿hacia una confrontación “a la griega” con la UE? Italia y Europa han llegado a un punto de inflexión

Nicolás López/M&G Valores - Sabado, 09 de Junio

La política enseña su peor cara. En Europa, Italia es la referencia más preocupante. Tras meses de incertidumbres después de la derrota de Renzi en el referéndum de reforma constitucional, una coalición de partidos populistas ha alcanzado una mayoría parlamentaria. Por primera vez uno de los grandes países fundadores de la UE va a estar dirigido por un gobierno de claros tintes anti-europeístas. Ambos partidos cuestionan abiertamente los beneficios de pertenecer a la eurozona y de una forma más general la globalización, algo común a todos los partidos populistas. Sus programas combinan la retórica habitual anti-inmigración, anti-corrupción y anti-establishment con propuestas radicales para reducir el paro y redistribuir la renta. El problema es que estas medidas implicarían un aumento del gasto público de unos 100.000 millones de euros o un 8% del PIB.

La larga decadencia de la economía. Italia arrastra un problema de deuda pública desde hace mucho tiempo. Entre 1970 y 1990 su ratio de deuda pública/PIB pasó del 30% al 130%, Eran los tiempos de la lira y la inflación elevada, los tipos de interés altos y las devaluaciones periódicas para devolver la competitividad. En los años 90′ se hizo un esfuerzo de reducción de la deuda para cumplir con los objetivos de Maastricht para entrar en el euro. Aun así, fue junto a Grecia el país que entró en el euro con una deuda más elevada, por encima del 100% del PIB. La década 00′ fueron años de crecimiento más bien modesto que apenas logró reducir la deuda. Así, cuando llegó la crisis en 2008 Italia y Grecia tenían la deuda más elevada, sobre el 100% del PIB, frente a un 65% de promedo en la UE o a tan sólo el 36% en España gracias al boom económico de esos años.

Ese elevado endeudamiento público ha jugado un papel importante para explicar el mal comportamiento relativo en los últimos años. Aunque el PIB de Italia tocó fondo en 2013 junto al resto de periféricos, su crecimiento desde entonces está siendo anémico en comparación al de España o incluso Portugal. Su ratio Deuda/PIB se ha estabilizado en el 130% gracias al gran esfuerzo de control del déficit realizado (actualmente es del 1,8% del PIB), pero el débil crecimiento impide su reducción. En definitiva, la combinación de débil crecimiento y elevado endeudamiento es el gran problema de Italia que ha alimentado el triunfo de partidos populistas. Sus soluciones mágicas chocan de lleno con los principios europeos y han hecho saltar la alarma en los mercados sobre la sostenibilidad de la deuda italiana.

...Y la inestabilidad política crece en varios frentes. Entre los factores que explican las turbulencias de los mercados en los últimos meses la inestabilidad política está convirtiéndose en uno de los más relevantes. La celebración de la reunión del G7 este fin de semana viene cargada de tensiones por las recientes decisiones de Trump en materia arancelaria. El frente abierto con China hace unos meses corre el riesgo de extenderse también en a sus aliados europeos y americanos con el riesgo de deteriorar las expectativas de crecimiento global. Varios países latinoamericanos están viendo como sus divisas se deprecian en un momento delicado en  el que estaban saliendo de un período de recesión. En el caso de México y Brasil, con elecciones en julio y octubre, los mercados temen la llegada al poder de gobiernos poco propicios para seguir con las reformas que necesitan sus países. Pero quizás lo más relevante para nosotros sea la llegada al poder en Italia de un gobierno que parece rechazar los principios básicos de la Unión Europea pudiendo llegar a plantear una amenaza similar a la de Grecia: o se negocia una reducción de su deuda o plantean la salida del euro.

La tensión China-EEUU. Detrás del conflicto comercial entre China y EEUU está la convergencia entre las tradicionales prácticas comerciales proteccionistas de China (amparadas en el argumento de ser un país en vías de desarrollo que necesita proteger su industria) con la pretensión de Trump de acabar con el déficit comercial estadounidense por las bravas. Guerras comerciales ha habido muchas en el pasado y cuando tienen lugar entre países aliados se puede asumir que su causa es puramente económica y se acabará llegando a una solución. Pero si se trata de dos superpotencias rivales estratégicos entonces los riesgos son mucho mayores. En los últimos cinco años las relaciones chino-norteamericanas han cambiado significativamente. China ha girado de nuevo hacia un mayor autoritarismo –un proceso que culminó con la eliminación del límite temporal al mandato del Presidente- y ha impulsado su política industrial estatal con su plan “Made in China 2025”. EEUU ve con preocupación movimientos como la construcción de islas en el mar de China o el plan “One road, one belt” que interpreta como movimientos de dominio sobre la región. En consecuencia, puede adivinarse que detrás de la pretensión un tanto extravagante de que China reduzca su superávit comercial con EEUU en 200.000 millones en dos años o las restricciones de inversiones chinas en EEUU hay factores de índole estratégica que apuntan a un conflicto prolongado en el tiempo en el que las cuestiones económicas no se resuelven nunca.




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