La Carta de la Bolsa La Carta de la Bolsa

“La España furtiva y de la matanza. Ahora ni siquiera hay para eso…”

Luis Alarcón Alarcón - Viernes, 20 de Julio

caza"Ni siquiera hay una vieja iglesia, el almacén que se utiliza para orar, es el sustituto de una iglesia derribada, no sé por qué mente abierta y por el consentimiento del pueblo que sin idea dejó que eso ocurriera, por lo que en estos momentos, en el siglo XXI, no hay nada que visitar, sus cuatrocientos ochenta habitantes no tienen cimientos para enseñar a sus nietos, las muchas tumbas visigodas y romanas, unas abiertas por el ministerio de cultura y la mayoría profanadas no han dejado ninguna historia en el pueblo todo ha sido sustraído de las entrañas de este término para luego ser vendido en el mercado negro y otras utilizadas para construir corrales de ganado, recuerdo que las vasijas de barro eran utilizadas por algunos para jugar a la calva, dejando parte de  la cultura echa añicos. Como decía, el pueblo no tiene mucho de historia, pequeño, con no más de quinientos años desde su primer habitante, con dedicación exclusiva a la agricultura y ganadería, destacando una bodega que ha sido la economía del pueblo y la sinrazón de unos cuantos. Los vecinos también han tenido que sufrir la despropiación de sus tierras más fértiles para la construcción de un embalse que hoy  ni siquiera llega a esas tierras por lo que tampoco llega el turismo por la falta de agua..."

"...Poca gente ha sobresalido por sus hazañas, realmente tampoco había ocasión para demostrar la valía ya que la rutina en los trabajos agrícolas y ganaderos era lo que prevalecía, la fuerza se medía mucho y era envidiado más que aquel que cuya mente era despierta, como aquel que su fuerza casi no se podía medir y cuando iba a meter paja por la piquera enganchó con la orca el rodillo y lo elevó hasta el pajar sin él darse cuenta, había  otro de los cagués, que le contaba al tío Paulino,  que una vez, con el hacha, le dio al rodillo y lo partió por medio, y el tío Paulino ignorando la hazaña y basándose en lo practico, le contestó – pues por cojones se tubo que esportillar el hacha -el hambre perseguía a la mayoría y raro era aquel que la hambruna la cambiaba por el mal comer, por eso el furtivismo prevalecía a la hora de llevarse algo a la boca, tanto en la caza como en la pesca, los cazadores y los pescadores se tiraban al campo para saciar el hambre, se cazaba en todo tiempo y aunque los terrenos no eran cotos privados, todo era libre, no respetaban los días hábiles y raro era el día que la guardia civil no cogía a alguno o por lo menos era perseguido por aquella pareja que siempre iba andando y que todos temían, las escopetas de la fusé eran requisadas y llevadas al cuartel, al furtivo normalmente les sobraba con un par de mandangas que le daba la guardia civil..."

"...Pero vamos a centrarnos en un chaval espabilado que a los catorce años lo apodaron el “indio”  por que se subió en un potro de mula a pelo y desbocado que le hizo llegar a las cuadras después de cansarlo y sin caerse de su lomo.
Era un muchacho inquieto, bastante nervioso, las circunstancias no le dejaron apenas ir a la escuela y aprendió poco menos que las tres reglas, leer y poco más que firmar, es evidente que él tampoco era eso lo que esperaba de la vida, ser un letrado, su perspectiva le iba llevando cada día más al conocimiento de la tierra y de lo que en ella se criaba en estado salvaje..."


"...Antiguamente en cuanto cumplías ocho-nueve años el padre ya te mandaba de rochano con cualquier ganadero del pueblo o con las diez o doce ovejas y cabras que había en cada unidad familiar, apenas casi por la costa, pero al indio, llamémosle así, a esa edad ya llevaba un par de mulas para arar la tierra, su padre, un labriego de esos de surco derecho,  ponía todo el empeño para que su hijo siguiera sus pasos. Muchas fueron las desdichas que tuvieron que pasar el indio y su par de mulas..."

"...Era un constante desvivir, levantándose a las cinco de la mañana para empezar la faena con lo fresco, sobre todo cuando empezaban las faenas de siega, que la mayoría de las veces se dormía en la era, se trabajaba mucho y se comía poco,  por lo que el colesterol no existía en aquellos tiempos, la mies se cogía a mano y para esto valía todo el mundo, viejos, niños, y hasta las preñadas,  ya que más de una,  paria en el piazo, eran tiempos difíciles  y toda mano de obra era necesario, también hay un dicho relacionado con esta época “ el tío Luis    llama a su mujer que acompañaba a un muerto al cementerio diciendo –vamos Teresa-    que no están los tiempo pá enterrar cadáveres – y es que en verdad no estaba. La pérdida de una cosecha por pedrisco ó por agua de lluvias casi torrenciales cuando la parba estaba en la era, auguraba un año difícil y si no se pasaba hambre por lo menos sobrar no sobraba nada..."

"...Después de segar había que trillar, ablentar, envasar el grano y meterlo el atroje y todo esto llevaba más de un mes para luego ser una cosecha demasiado escasa, que aunque la vida no exigía mucho, no era suficiente para todo el año, por lo que había que dedicarse a otras cosas y tener de todo en la casa, gallinas, pollos, huertos donde se sembraban patatas, indispensable también en la dieta de aquellos tiempos, así como el aceite, que el que más y el que menos, tenía alguna finca de olivar. Rara era la vez que se podía comer pollo, en fiestas muy indicadas y el día de Navidad, aunque realmente todo influía, la escasez, el hambre, la edad…"

"... era exquisito y se apreciaba tanto como el mejor caviar de estos tiempos, en cada casa se criaba también alguna cerda de cría que con la venta de los gorrinetes se sacaba también un plus que venía como anillo al dedo, mira si era importante que cuando la gorrina paría,  de tener ocho ó diez a tener tres ó cuatro, era un verdadero varapalo para los ingresos familiares, el día de la matazón era una fiesta, y lo único que se hacía era comer gachas y chicharretas, pero es que el llevarse algo a la boca era una fiesta,  hasta para los más pequeños. El rabo era lo primero que se comía, recuerdo que te daban en trocillo con un poco sal y lo mantenías tanto en la boca que se llegaba a disolver el hueso, pero lo que todo el mundo esperaba eran las gachas de harina de almortas,  con hígado,  hechas en la lumbre,  y luego en la misma sartén todo el mundo mojando, eso antes se sabia apreciar, las cosas simples se valoraban, ó tal vez era, el hambre que se pasaba, el caso es que ahora nunca se reúne la familia, las matazones eran,  sin saberlo,  un acercamiento de la unidad familiar, la lumbre era el mejor rincón para las reuniones, ahora con la televisión nos ha dejado a todos mudos y sin aliento para las conversaciones amenas..."

***

"...No había despuntado el alba y el indio ya llevaba media hora sentado en la piedra de la ladera las hoyas, con la escopeta de perrillos que le había dejado su padre, cargada, con cartuchos que él mismo había recargado, nervioso y con un cabeceo constante de izquierda a derecha, no quería que nada que se moviera le impidiera divisarlo por estar distraído, el tiro no tardó en llegar, el pequeño conejo zurcía despacio con las orejas en alto y el hocico sin dejar de moverlo intentando oler algo que no era del conjunto de su escenario, levantando la escopeta despacio y cuando el conejo ya mordía alguna que otra hierba, el disparo hizo tambalear la paz del amanecer y el conejo boca arriba y con un movimiento acelerado de las patas dejó de ser un animal vivo para pasar después a la esencia de unas exquisitas patatas. No se movió del sitio y en pocos minutos otro conejo pasó corriendo a pocos metros de donde el otro yacía inerte, el tiro tubo que ser mucho más rápido ya que a pocos metro el conejo desaparecería entra la espesura, pero el tiro fue certero, el conejo con un salto más grande de lo normal por la fuerza del impacto del disparo cayó en la misma posición que el otro y para la misma utilidad..."

"...Desarmando la escopeta y metiéndola en un saco junto con los conejos, lo lleno de hierba para disimular la forma del saco y así llegó a su casa como muchos días, ya había comida para dos días, además de haber percibido una cantidad inmensa de adrenalina, como le pasaría a  cualquier cazador después de haber matado dos piezas. Por el camino ya venía pensando que al día siguiente se pondría de espera a la liebre y que con un poco de suerte y con el aire a favor también se traería una para echarle al puchero..."


"...Y así lo hizo a última hora de la tarde, cuando el sol ya apenas se veía por las cuestas de Olivares ya estaba sentado en la cabecera de una parcela sembrada de trigo donde si Dios quería no iba a tardar mucho en aparecer alguna peluda, cuando el sol ya traspuesto y con la visibilidad bastante nula, una liebre salió de la espesura del chaparral a comer los tallos verdes de una siembra de trigo, que por aquellos tiempos se sembraba casi tanto como la cebada, cosa que ahora no ocurre, la liebre a saltitos pequeños levantaba sus grandes orejas y olía el aire para intentar oler algún olor extraño, el indio había acertado como casi siempre y  se encontraba en contra del aire por lo que la liebre no encontró en su delicado olfato nada anormal, por lo que se tranquilizó y no dejó de comer, el indio con el arma levantada y apuntando al animal apretó el gatillo al mismo tiempo que cerraba los ojos, el tiró impactó en la liebre pero no le dio en un sitio vital por lo que después de un gran salto se adentró en el monte bajo de chaparros y romero, con su aguda vista y aunque la visibilidad era casi nula fue descubriendo, pelo en alguna aleaga y sangre en alguna que otra piedra, al cabo de no mas de cincuenta metros de donde le tiro el tiro, la liebre yacía muerta y de la misma forma fue metida en el saco..."

Nota del autor: ¿Y esto a cuenta de qué? se preguntará amigo lector. esto a cuenta de que en la España de hoy no hay siquiera para esto.




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