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La huida

Santiago Niño Becerra - Viernes, 28 de Octubre Hace unos días recibí un mail: enorme; su texto es lo que sigue. ¿El título de hoy?, tiene que ver: "The Getaway" (Sam Peckinpah, 1972).

“Me llamo (nombre de persona), soy estudiante de (nombre de unos estudios superiores) en (nombre de una ciudad española), y le leo desde hace un tiempo. Me gustaría aportar ciertas experiencias por si fuera de interés, que siguen el hilo sobre casar “productividad y eficiencia”. Lo que le explico a continuación es algo que realiza una de las mayores proveedoras mundiales de (nombre de una compañía de un subsector industrial), se lo explico con detalle:

Se enamoró de mí una (ciudadana de un país del Norte de Europa) que lo dejó todo hace 1 año para venir a (nombre de la ciudad referida) conmigo. Dejarlo todo incluye que te asignan una paga si eres estudiante, y si eres bueno tienes acceso fácil a masters de renombre. Ella lo tiene en pausa, entre otras muchas cosas. Ella estudió “negocio internacional”. Y después de 9 meses enfrentándose al desempleo que hay aquí, la contrataron en (nombre de la empresa anterior). Su rol es “control de proveedores y facturas”, y gestiona las cuentas de los principales clientes del norte de Europa en un proceso vital para la compañía.

Hasta hace unos meses existía en (nombre de otro país del Norte de Europa) una oficina donde un equipo del país (con salarios del país) y sin formación universitaria, hacían este control de facturas. Supongo que para reducir el activo no corriente, movieron esta oficina a una zona franca (de la ciudad española citada). Aun así mi novia tuvo que ir 2 meses a (el país nórdico donde se hallaba la oficina) a hacer la formación: estuvo codo con codo con los empleados del país, un personal entre 40 y 50 años que sabían que iban a ser despedidos o recolocados, desmotivados y deprimidos.

Esos empleados dejarán de cobrar 2500 al mes… el equipo de (la ciudad española) cobra 960.

Los compañeros de ella, aquí en (la ciudad española), se están marchando de la oficina. Demasiado trabajo, un sueldo ridículo,... además se trata finalmente de un trabajo mecánico para el cual están todos sobre cualificados. Mi novia habla español, inglés, danés, sueco y alemán… y no es la excepción porque el resto de compañeros también.

El ambiente en la oficina es difícil: la jefa es una persona joven con un MBA que está presionada por “los de arriba” para demostrar que la externalización es posible y rentable. Gritos, peleas, tensiones, son el pan de cada día en la oficina. En (el país donde se hallaba la oficina) había música en las oficinas, informalidad, incluso bajaban a un parque para hacer una barbacoa todos juntos; del jefazo al último. Libertad horaria siempre que cumplas tus 8 horas. Etc.

Aquí parece que si no se es más serio que un funeral no se es productivo. Y yo entiendo lo que ella me explica porque trabajé mis añitos en (nombre de una entidad financiera española), en una oficina, y también en (nombre de una empresa auditora), y si no te afeitas bien un día te pegan un rapapolvo.

Mi novia entró cuando el proceso de externalización estaba en sus inicios: formación de 2 meses en (el país), aprendiz junto a la gente experta, a pesar de todo… pero ya se han marchado unos cuantos de su quinta, y ahora los que entran hacen la formación en 1 semana. Luego se acumulan los errores, las facturas,...

No pretendo decir nada, sólo describirle esta parcela de la realidad: una de las mayores empresas del mundo es un caos, improvisa, no calcula bien qué necesita, sus trabajadores se largan y empieza a sufrir los defectos de una plantilla mal confeccionada. Y yo me pregunto…¿realmente sale a cuenta? Mi novia y yo nos marcharemos a (nombre de una ciudad del Norte de Europa) en 1 año, porque aquí no me salen ni prácticas ni nada, y allí (las personas con la formación de mi lector) cotizan bien, además de que ella tiene su futuro. Pero casi todo el resto de la plantilla se marchará también en este tiempo. Están todos hartos”.

Mi respuesta fue breve:

“No esperen un año: váyanse ya.

No es que salga a cuenta, es que han de mantener márgenes, y como la tendencia va por ahí las empresas tienden a funcionar peor.

Pregunta. Cuándo su pareja decidió venir a España, ¿sabía cómo estaban aquí las cosas?, ¿sabía cómo se funciona por aquí?. No me refiero a si había estado de vacaciones, sino a si sabía de la realidad española.

Insisto: váyanse ya: el Otoño y el Invierno van a ser terribles, en todas partes, pero más en sitios como este”.

Y mi lector volvió escribirme: un mensaje, si cabe, más profundo:

“Vino hace dos años para estudiar un Erasmus, aprendió algunas cosas pero la realidad de lo que es España ... la ha ido aprendiendo lentamente desde que se instaló aquí en septiembre del año pasado. Yo imaginaba que con sus estudios y lenguas algo saldría. Le repetía una y otra vez “tranquila, eres genial, algo te saldrá”. Y silencio. De esta forma la realidad económica se convierte en una tragedia personal: ella acaba pensando en trabajar de camarera, y yo tirando del carro cada mes al límite (tengo una pequeña empresa).

No, no sabíamos a qué nos enfrentábamos. Hace un año eran los brotes verdes, y los de las (empresas de su subsector para las que él trabaja) venían a clase a darnos charlas y master class, y nos repetían que a (los titulados en su área) se nos busca como locos y que antes de acabar de estudiar ya estaremos todos colocados. Ayer en una clase éramos 20, preguntan cuántos estamos trabajando con nuestra titulación: 4 levantan la mano. Y todos estamos buscando trabajos, prácticas, lo que sea.

Es un espectáculo ver a mi novia mirando las noticias por la tele, “qué mal”.. “qué mal” repite, “son como niños” me dijo ayer cuando un político replicaba a otro. En (nombre de su país de nacimiento) tampoco son perfectos, claro, pero… Creo que yo estoy acostumbrado a cómo son las cosas aquí, lo que le explicaba del ambiente en las empresas, y las noticias, el fraude fiscal y la corrupción, y todos esos males que ya conocemos. Pero ella está chocando de frente con toda esta idiosincrasia. Yo no supe explicárselo, o tal vez no era consciente. Hoy por hoy yo soy más optimista que ella y pienso que en unos años tal vez algunas cosas se arreglen,... algunas cosas, no sé.

He dicho que en un año nos vamos, pero he redondeado. Ella ya tiene programadas las vacaciones y calculado despedirse en abril. Yo estoy reduciendo mi empresa a la nada y por ahora me preocupa la universidad: terminar lo que me queda para titularme. Sólo si “nos echan” nos iríamos antes, y ya estamos preparados también para esto. ¿No querían movilidad del mercado laboral?

Si me permite una reflexión, opino que si las empresas pretenden mantener márgenes despidiendo, reduciendo costes, y funcionando peor,... es como cortarse un dedo porque uno se siente gordo y quiere perder peso. Y vale la metáfora para los recortes en educación, por lo que me toca sufrir”.

Demoledor.

(Se habrán enterado. El Vaticano ha lanzado la propuesta de creación de un Banco Central Mundial. Las razones argumentadas han sido varias, yo me quedo con una: superar una estructura, un orden antiguo, y sentar las bases de uno nuevo. Mi sugerencia: sigan ese tema, es fundamental, y no tanto porque lo haya dicho el Vaticano como por lo que representa: recuerden: en una crisis sistémica se produce un cambio de modelo, pero, además, ahora nos encontramos en la fase descendente del sistema: del nuestro, en un período semejante a los años comprendidos entre 1760 y 1780, y en momentos así se prepara la estructura del sistema nuevo: la hiladora mecánica de James Hargreaves, la Guerra de la Independencia USA. Insisto, no pierdan de vista esta sugerencia del Vaticano).

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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