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La sociedad actual, cada vez más digital, exige una innovación constante y aunque la transformación digital aporta soluciones, va tan rápido que también puede generar incertidumbre

José Luis Martínez Campuzano - Sabado, 23 de Octubre

La crisis sanitaria deja detrás mucho dolor e incertidumbre que poco a poco estamos superando con las vacunas y con el comportamiento responsable de todos. Pero la Covid también nos ha permitido conocer las oportunidades de la digitalización, imprescindible para que todo funcionara durante el confinamiento. La transformación digital que se observaba en la sociedad antes de la enfermedad ha dado un saldo de gigante y ahora hay unanimidad sobre su papel fundamental en la recuperación. El INE publicó el lunes la encuesta sobre el uso de TIC y el comercio electrónico por las empresas durante 2019 y el primer trimestre de 2020. A pesar de ser datos obsoletos previos a la pandemia sí reflejan con claridad la importancia que ya tenía para las empresas españolas el uso de canales digitales en su operativa.

https://www.ine.es/prensa/tic_e_2019_2020.pdf

 

Casi el 35 % de las empresas realizaba compras por comercio electrónico y un 25,5 % vendía a través del mismo canal, con una tendencia creciente más acentuada en el caso de las ventas:

 

En el primer trimestre de 2020 un 64,7 % de los empleados usaba ordenadores con fines empresariales y un 78 % de las empresas estaban conectadas a internet o tenían una página Web. Tendremos que esperar unos meses para confirmar como estas cifras se han disparado en el último año.

Detrás del desarrollo económico y social está la innovación, que impulsa la productividad de las empresas y mejora las condiciones del trabajo y nuestra calidad de vida. Sin ninguna duda, toda la sociedad se ha beneficiado siempre de la innovación, si bien el modelo seguido hasta ahora se ve cuestionado por la revolución tecnológica actual, que buscar ir más allá de la tradicional premisa de ‘hacer lo mismo, pero mejor’. Aunque en el pasado la innovación haya podido ser rompedora, nunca lo ha sido tanto como ahora, cuando nos proporciona productos y servicios que antes ni imaginábamos al alcance de uno o varios clics gracias a Internet, que nos conecta más y mejor, y lleva años transformando los modelos de producción.

La sociedad actual, cada vez más digital, exige una innovación constante para dar respuesta a los desafíos que van surgiendo. Y aunque la transformación digital aporta soluciones, va tan rápido que también puede generar incertidumbre. Entre otros temas de debate, destacan el desarrollo de la inteligencia artificial, el cambio de perfiles de trabajo que se demandarán en el futuro y la necesidad de que nadie se quede al margen de los beneficios que conlleva. El Fondo Monetario Internacional (FMI) habla de la “revolución inclusiva” como el objetivo a perseguir para lograr una sociedad más digital, preludio de mayor crecimiento económico y prosperidad. La digitalización se considera un factor clave para el desarrollo de los países emergentes. En los países más avanzados la digitalización supone una oportunidad de crecer más y mejor.

En un reciente foro de debate europeo se defendía que la digitalización es una herramienta clave para la recuperación y sentaba las bases para un crecimiento sostenido y para mejorar la competitividad. La responsable de sostenibilidad del Banco Europeo de Inversiones (BEI) añadía que las tecnologías digitales pueden desempeñar un papel importante en la sostenibilidad y la inclusión. No es extraño que sostenibilidad y digitalización absorban un porcentaje importante de los fondos europeos y supongan la base en su implementación por los gobiernos para llegar al objetivo de transformar la economía europea.

Las empresas lo tienen claro. Y el resto de la sociedad también. La comunicación digital ha sido clave en un contexto de obligado distanciamiento social por la pandemia. Muchas personas han descubierto de golpe todas las posibilidades que brinda internet, ya sea para realizar trámites administrativos, como bancarios o sanitarios, entre otros muchos, que nos hacen la vida más cómoda. En su relación con los bancos lo que al principio se impuso como un efecto secundario de la crisis sanitaria ha pasado a ser una oportunidad para muchos que valoran la comodidad, seguridad y flexibilidad que ofrece la innovación financiera. Y es que la digitalización, como cualquier innovación, requiere de aprendizaje y adaptación, características intrínsecas del ser humano.




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