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Las dos mitades en las que se divide nuestro cerebro y cómo influyen en las decisiones de inversión

Redacción - Lunes, 10 de Noviembre

Las observaciones de Benjamin Graham sobre el Señor Mercado se adelantaron a su tiempo y pusieron parte de los cimientos para el desarrollo del pujante campo de las finanzas conductuales hace unas décadas. Usando herramientas tomadas del campo de la psicología los primeros teóricos del comportamiento, como Daniel Kahneman, demostraron que los inversores distan mucho de ser racionales en la práctica. De hecho, cuando los inversores se enfrentan a la complejidad y la incertidumbre, las pruebas demuestran sistemáticamente que recurrimos a reglas generales o atajos para la toma de decisiones, según explica Fidelity Worldwide Investment.

Las investigaciones sugieren que nuestro cerebro tiene dos sistemas cognitivos para la toma de decisiones: el Sistema 1, de pensamiento rápido (conocido como sistema X), y el Sistema 2, de pensamiento lento (conocido como sistema C). “El Sistema 1 es automático y a menudo inconsciente, y responde al entorno lo más rápido posible, especialmente en momentos de peligro. Es la parte más antigua de nuestro cerebro desde el punto de vista evolutivo la que determina si luchamos o huimos. El Sistema 2 se activa para resolver problemas que requieren cálculos o reflexión. Es la parte más nueva de nuestro cerebro desde el punto de vista evolutivo. El gran problema es que los inversores suelen recurrir al Sistema 1, que es automático y emocional, durante los periodos de tensiones e incertidumbre, en lugar de usar el Sistema 2, reflexivo y racional”.

 

En su primera obra, The Intelligent Investor (1949), Benjamin Graham creó la analogía del Señor Mercado para demostrar cómo la volatilidad puede ser el mejor aliado de un inversor o su peor enemigo. El Señor Mercado es un socio comercial imaginario que todos los días le ofrece comprar y vender acciones. Algunos días es extremadamente optimista sobre algunos negocios y cotiza precios muy altos. Otros días se parece a un maníaco depresivo y está dispuesto a librarse de acciones de calidad a precios de saldo. Lo que expone Benjamin Graham es que no debemos dejar que los cambios de opinión del Señor Mercado dicten nuestras acciones. En ocasiones, la irracionalidad del mercado puede crear descuentos importantes en las cotizaciones con respecto al valor intrínseco de las empresas.

Las observaciones de Benjamin Graham sobre el Señor Mercado se adelantaron a su tiempo y pusieron parte de los cimientos para el desarrollo del pujante campo de las finanzas conductuales hace unas décadas. Usando herramientas tomadas del campo de la psicología los primeros teóricos del comportamiento, como Daniel Kahneman, demostraron que los inversores distan mucho de ser racionales en la práctica. De hecho, cuando los inversores se enfrentan a la complejidad y la incertidumbre, las pruebas demuestran sistemáticamente que recurrimos a reglas generales o atajos para la toma de decisiones. Existen dos grandes sesgos cognitivos que se dejan sentir durante las fases de tensiones en los mercados: seguir al rebaño y huir de las pérdidas.

La necesidad imperiosa de hacer lo que hacen los demás es un sesgo especialmente fuerte en el comportamiento humano que ha contribuido al desarrollo social. Sin embargo, no siempre ayuda a la hora de invertir. Una de las consecuencias más graves para la inversión que se deriva de seguir a la manada es que los inversores terminan comprando cuando los precios están altos y vendiendo cuando los precios están baratos. Esto se conoce como "perseguir al mercado”, y es una estrategia de inversión nefasta. En realidad, es mejor hacer lo contrario: comprar cuando otros tienen miedo y los precios están bajos y vender cuando los demás quieren comprar y los precios están altos. Los inversores de mayor éxito, como Sir John Templeton, siempre han sabido que para batir al mercado hay que hacer algo que no haga el rebaño. El problema es que ir contra el rebaño nos cuesta de verdad a muchos de nosotros, ya que tenemos que luchar contra nuestras emociones.

Veamos qué nos dice la historia: Desde 1950, el S&P 500 ha cedido más de un 13% en un periodo de tres meses naturales consecutivos en 24 ocasiones diferentes; en 15 de estos 24 casos, el mercado rebotó más de un 20% durante el siguiente año. En 12 de las 24 oleadas de ventas la escalada posterior fue lo suficientemente grande como para recuperar con creces todas las pérdidas anteriores. Desde 1926, las mejores rentabilidades a cinco años en la bolsa estadounidense empezaron en mayo de 1932 (en medio de la Gran Depresión), cuando las acciones subieron un 367%. Las correcciones durante los mercados alcistas distan mucho de ser inusuales. De las 22 correcciones que ha sufrido el mercado desde 1928 que no se prolongaron hasta convertirse en mercados bajistas, 10 de ellas fueron segundas o posteriores correcciones durante un mercado alcista a largo plazo.

El rechazo a las pérdidas es uno de los sesgos conductuales más importantes en la inversión. Los experimentos demuestran que las personas optan por la opción segura en juegos que ofrecen ganancias, pero optan por el riesgo en juegos que implican pérdidas. Ello es debido a una tendencia conductual humana muy arraigada a evitar las pérdidas (financieras o emocionales). Los experimentos han demostrado que sentimos el dolor de una pérdida aproximadamente el doble que la alegría por una ganancia. En momentos de incertidumbre, cuando los mercados caen y todo el mundo parece estar vendiendo, estos dos sesgos conductuales pueden combinarse para producir un acusado efecto emocional en muchos inversores. Juntos, pueden hacer que los inversores capitulen (¡El Sistema 1 está tomando la decisión!) y vendan en el momento incorrecto por las razones incorrectas.




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