La Carta de la Bolsa La Carta de la Bolsa

“Los inversores harían bien en seguir a los agricultores en sus respectivos campos, ya que sabían que algunos años son mejores para plantar, mientras que otros para cosechar”

Moisés Romero - Viernes, 15 de Octubre

Mis padres vivieron toda su vida mirando al cielo, estudiando los ciclos lunares y tomando nota de las cabañuelas, que predecían, antaño, con buen tino, lo que sería el año siguiente en asuntos de lluvia y sequía. Bases importantes para acelerar uno u otro cultivo. En zonas de multi cultivo (cereales, vid, olivos y huertas) hay que hilar muy fino. El cambio climático brutal ha roto muchos mapas del tiempo, tanto, que ni los propios hombres del tiempo, son capaces de prever a pesar de contar con satélites y tecnologías de última generación. Con todo, recojo una cita importante: "Hay dos oportunidades durante un ciclo económico: comprar durante la angustia / pánico y vender durante la codicia / euforia. Los inversores harían bien en seguir a los agricultores en sus respectivos campos, ya que sabían que algunos años son mejores para plantar, mientras que otros para cosechar". (vía Tiho Brkan@TihoBrkan)

Un año más, pronto llegará la hora de las predicciones, de la publicación de informes y de proyecciones. La hora de las escopetas de feria, trucadas mil veces para que el feriante no se arruine con el juego y deje vacíos los bolsillos de osados jugadores. Muchos analistas bursátiles, nacionales e internacionales, se muestra en la actualidad incapaces de entender lo que ha pasado y de explicar lo que está pasando, pero azuzados por sus jefes han invertido mucho tiempo en dibujar una bola de cristal con la que adivinar el futuro.

Es la ceremonia de siempre, la que comienzan en el último trimestre del año y sigue con los balbuceos del siguiente. Escuché una vez a uno de los grandes especuladores de la Bolsa, ya fallecido, que una de sus tareas principales en cada comienzo de año era establecer estrategias de sentimiento contrario, es decir, apostaba en contra de los pronósticos de los denominados expertos y analistas. Me dijo que una sabia y disciplinada actuación en Bolsa siguiendo estos parámetros le había reportado mucho dinero con el paso del tiempo. Hoy, no sé por qué, me he acordado de este gran especulador. Recuerde, en cualquier caso, que el futuro, con mucha frecuencia, será el contrario al que ahora les presentan ¡Y es que el futuro es indescifrable! ¡Y qué difícil es medir el tiempo, el día D y la hora H.

La mayor parte de los actores bursátiles repasan estrategias con las que afrontar la recta final del año y anticiparse al que viene. Una de las conclusiones es el desencuentro entre todos, fenómeno que se repite hasta el hartazgo en los últimos cien años. No se trata de poner en la picota a los especialistas, pero sí­ recordar que el exceso verbal nos condena a todos, a unos más que a otros, más a los que están obligados a dirigirse a la parroquia todos los dí­as, que a los que divulgan sus ideas de manera pausada, con espacios prolongados en silencio, sin decir nada. Lo peor en esta disciplina es tratar de poner puertas al campo, de acotar los precios de las acciones, bien por asuntos fundamentales, bien por criterios técnicos o chartistas.

La moda de los precios objetivo, en definitiva, murió hace tiempo, porque los expertos van con la lengua fuera. El burro y la zanahoria. En épocas de turbulencias, como las actuales, el desajuste es mayor. Por eso, en nuestra gestora recomendamos calma. Ver y esperar. Por fortuna, los analistas fallan más que las escopetas de feria.

El repaso de precios objetivo desconcierta a todos, porque los mercados desarrollan sus movimientos a velocidad de vértigo. El factor psicológico, el estado de ánimo de los inversores, copiarse los unos a los otros, el contagio, no han encontrado la pócima milagrosa que los inhiba. Además, los mercados no cierran sus puertas en momento alguno, ni siquiera los festivos. La globalización alcanzó hace mucho tiempo a la intermediación. Los valores líderes cotizan en las principales Bolsas del mundo y favorecen el arbitraje, que es una manera de distorsionar los precios. Por eso, las estrategias duran poco, apenas superan las veinticuatro horas.

twitter.com/moisesssromero @MoisesssRomero

Moisés Romero




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